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  • A 58 años del asesinato de Ernesto «Che» Guevara en Bolivia

    CABA » Plazademayo

    Fecha: 10/10/2025 10:08

    El 9 de octubre de 1967, Ernesto «Che» Guevara fue asesinado en Bolivia. A 58 años, su figura sigue interpelando al mundo. Un repaso por su vida, según Felipe Pigna. Una vida revolucionaria: del asma en Alta Gracia a la inmortalidad en La Higuera El 9 de octubre de 1967, en una humilde escuela de La Higuera, Bolivia, Ernesto «Che» Guevara fue asesinado tras ser capturado por el ejército boliviano con asistencia de la CIA. Tenía 39 años y un largo historial de lucha revolucionaria que lo había llevado por América Latina y África. Médico, lector incansable y estratega político, el Che había dejado todo por sus ideales. Su vida se apagaba ese mediodía, pero su imagen comenzaba a volverse eterna. En su texto “El Che, momentos emblemáticos de una vida”, el historiador Felipe Pigna (publicado en www.elhistoriador.com.ar) repasa con profundidad los recuerdos que probablemente lo acompañaron en su último día: su infancia marcada por el asma, el impulso de su madre, su formación como médico y sus viajes por América del Sur, donde tomó contacto con la realidad de los pueblos más olvidados. El viaje que lo cambió todo Durante su famoso recorrido por el continente, Guevara fue testigo del dolor, la explotación y la muerte evitables que azotaban a miles. Esos momentos, combinados con sus lecturas, lo llevaron a una convicción firme: la revolución no era una opción, sino una necesidad. En 1954, en la Guatemala de Jacobo Arbenz, tomó su primer fusil. Luego vendría su encuentro con Fidel Castro en México en 1955 y su papel decisivo como comandante en la Revolución Cubana, especialmente en la batalla de Santa Clara. A partir de entonces, el Che fue símbolo de lucha para una generación. Funcionario, combatiente y mito Tras el triunfo revolucionario en Cuba, Guevara fue ministro de Industrias, embajador y promotor del internacionalismo revolucionario. Pero su destino no estaba detrás de un escritorio: se embarcó en nuevas luchas, primero en África y luego nuevamente en América Latina. En 1967, su intento por iniciar una revolución en Bolivia lo encontró aislado y sin apoyo logístico. Aún así, resistió hasta el final. Fue capturado tras el combate en la quebrada del Churo y ejecutado al día siguiente. “¡Apunte bien, va a matar a un hombre!”, le dijo al soldado Mario Terán antes del disparo final. La imagen del Che muerto recorrió el mundo, pero también lo hizo la otra: la de su rostro con boina, inmortalizado por Korda. Desde entonces, su figura trasciende ideologías, y sigue despertando pasiones, debates y homenajes.

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