23/11/2025 12:40
23/11/2025 12:40
23/11/2025 12:39
23/11/2025 12:38
23/11/2025 12:38
23/11/2025 12:38
23/11/2025 12:37
23/11/2025 12:37
23/11/2025 12:36
23/11/2025 12:36
» La Capital
Fecha: 23/11/2025 11:25
Un policía imputado explicó las maniobras de sobrefacturación diseñadas junto a una estación de servicios. Hay 25 efectivos acusados por un desfalco millonario La Jefatura de la policía rosarina, en el centro de una causa judicial por maniobras de sobrefacturaración con el combustible de los patrulleros. La maniobra se gestó en el comedor de la Jefatura . Uno por uno, los jefes de secciones fueron citados a escuchar la propuesta: “Hay que hacer plata con el combustible” . Era mayo de 2023 y acababa de asumir al frente de la Unidad Regional II Daniel Acosta, que esta semana quedó preso como jefe de una asociación ilícita. Una organización montada en el corazón de la policía rosarina que, de común acuerdo con una estación de servicios, montó un fraude al Estado en millones de pesos. Con estrategias de sobrefacturación y cargas ficticias se generó un flujo quincenal de dinero en efectivo. El 20% era para los civiles. El 80 restante se repartía entre los uniformados y ascendía en la cadena de mando. Así describió el fraude un jefe policial detenido en mayo junto a tres civiles y otros catorce policías de distinto rango, en el primer tramo de la investigación. A fines de octubre declaró como imputado colaborador en la causa que investiga el fiscal José Luis Caterina. En una audiencia ante el juez Gustavo Pérez de Urrechu, con las mismas formalidades de un juicio, detalló la mecánica del engaño. Reveló que sólo el Comando Radioeléctrico, por ejemplo, embolsaba unos 4 millones por quincena. La estafa le reportaba a la fuerza una ganancia que el gobierno estimó en 45 millones de pesos mensuales . En el entorno del fiscal creen que el desfalco pudo ser aún mayor en el último período, en el marco de la Ley de Emergencia en Seguridad, cuando había más móviles en la calle y los policías solicitaban suplementos de dinero para contingencias . En base a ese testimonio y a un abanico de nuevas evidencias, la causa dio un giro en las últimas semanas , cuando otros diez jefes policiales —Acosta entre ellos— fueron detenidos e implicados la la estafa. La novedad, en este tramo, es que el fiscal no sólo reprochó conductas concretas sino el diseño de una asociación ilícita que tenía como jefe a Acosta y como organizador a su secretario privado, Rodrigo Domínguez. >>Leer más: Fraude con combustibles: 14 policías acusados de asociación ilícita seguirán presos hasta mayo El miércoles, los diez quedaron en prisión preventiva. Otros cuatro jefes acusados en mayo corrieron la misma suerte al ser imputados, ahora, como miembros de la organización. En total suman 25 los policías implicados, de los cuales 14 son considerados parte de la banda. El fiscal prevé sumar miembros a la asociación ilícita y espera que los camaradas de bajo rango se presten a declarar contra sus superiores. Multas y castigos “A todos les hicieron la misma propuesta. Y todos accedieron a generar dinero”, declaró el imputado Ramírez, quien al aceptar fue ascendido a jefe de Garaje. La caja negra del combustible, histórica en la policía santafesina, engendró a su vez un sistema paralelo de gestión de ingresos en la repartición de Ovidio Lagos 5250. Un régimen interno de sanciones y castigos de sesgo perverso aplicado a los recaudadores que se llamó “OGM”: Oficina de Gestión de Multas. La OGM exigía dádivas a los mismos policías involucrados. Según la imputación la dirigía Domínguez, el jefe de la Secretaría Privada acusado como organizador. Si alguien omitía consignar un ticket, cometía un error de cálculo o era presa de algún olvido se le aplicaba una “multa” que consistía en el pago de costillares, whiskys exclusivos, vinos de alta gama o simplemente el depósito de dinero en la caja de una impresora, cerca de la oficina del jefe. En ese cuarto, constatado en un allanamiento, el pago en especies se almacenaba en un freezer. En la pericia a un celular se encontró una foto de Acosta con gesto risueño en ese lugar, delante de un estante colmado de cajas Jonnie Walker Blue Label. De las escuchas surge que los policías vivían bajo extrema tensión el régimen de disciplinamiento: “En más de una ocasión tuve que ir a hablar con el jefe de unidad porque era impresionante la presión que ejercía Domínguez. Él quería que aumentemos lo que se generaba. Que subamos más plata. Y no se podía”, contó Ramírez. >>Leer más: Sobrefacturación y cargas ficticias: las maniobras con combustible por las que imputaron a 13 policías y 4 civiles “Si te atrasabas con un pago te cobraba una multa —graficó—. Si encontraba un error en un vale te cobraba una multa. Si pedías un permiso te cobraba una multa. Y la mayoría de las multas eran asado para diez personas, una caja de vino Luigi Bosca o botellas de whisky de esos azules famosos que yo no podía comprar”. El armado El extitular de Garaje contó que una semana antes de que asumiera Acosta el 31 de mayo de 2024, Domínguez lo citó a su despacho y le preguntó si quería encargarse del área. El aceptó, según dijo, porque el cargo le permitía organizarse para el cuidado de familiares. “Cuando asume Acosta me manda a comparecer a despacho. Estaba el señor Domínguez y me plantea cómo generar dinero con las cargas de combustibles”, siguió. Según sus dichos, el entonces jefe de Comando Radioeléctrico sugirió producir una sobrecarga de dos a tres litros por móvil en cada suministro. Así comenzó una serie de reuniones que él presenció, la mayoría en el comedor de la unidad, con el resto los jefes de Cuerpos ahora detenidos: Caballería y Perros, Grupo de Tareas Multipropósito, Logística, Policía Adicional, Cuerpo Guardia de Infantería, el inspector de la VI Zona, el interventor de Medicina Legal y Brigada Motorizada. “Había que generar dinero y subirlo”, reveló. En parte, el fraude se valió de una práctica que ya funcionaba de manera informal aunque hasta entonces sin generar ganancia. Desde agosto de 2015 la carga de combustible policial se realiza mediante el sistema Visa Flota: se entrega una tarjeta plástica similar a la Sube a cada chofer para abonar con dinero digital. El protocolo de uso instaurado en 2018 por el hoy gobernador Maximiliano Pullaro cuando era ministro de Seguridad consigna que los plásticos deben ser de uso exclusivo y el conductor es el único responsable. >> Leer más: Fraude con combustible: imputaron a otro policía por un millonario desfalco en la Jefatura rosarina “Eso acá nunca se hizo”, contó Ramírez. El uso y costumbre instaurado en Rosario fue otro. Como los jefes “renegaban” mucho con los extravíos —se perdieron ochenta tarjetas en un año y medio— crearon la figura del “encargado de carga”: una persona por sección que ocupaba de pagar el combustible a la totalidad de la flota. “Nunca las tarjetas estuvieron arriba de los móviles. Siempre a cargo de una sola persona”, refirió. Una costumbre que conocía “todo el mundo”, planteó, relevada en inspecciones y auditorías. Dos litros por auto Así, la concentración de tarjetas en pocas manos facilitó estructurar el sistema de sobrecarga en connivencia con la estación de servicios que explotaba la firma Gas Auto Tiferno en Ovidio Lagos al 3900. “Se puso un administrador, un muchacho que estuvo detenido en Piñero, que manejaba el pago con las tarjetas Visa. Esto generaba un pago quincenal de común acuerdo con la estación. Y ese pago quincenal había que subirlo”. —¿Hubo algún jefe o funcionario del rango que sea que no accedió?— interrogó Caterina en la audiencia. —No, no, no. Todos accedieron. Sean jefes de secciones, administradores o encargados de carga. —¿La sobrefacturación era de dos litros por carga? —Por carga, por móvil, dos o tres litros. Tengo mis dudas si no era más también. —¿Y por qué siempre el eje de toda esta maniobra pasa por Tiferno? —Porque era la única estación que estaba dispuesta. Los días que no se cargaba en Tiferno no se generaba nada. Ramírez reveló que se anotaba en una planilla el monto efectivamente cargado y en otra columna la sobrefacturación: “Esa columna se tenía que pasar a la estación de servicios para que la sume y cierre la quincena. Ellos se quedaban con el 20 por ciento”. El resto, “el 80 por ciento de esos dos litros” de sobrecarga promedio, era para los policías. Una parte se repartía en cada sección —a mayor flota de autos, mayor ingreso— y el resto “subía”. En paralelo se detectó un sistema de suministro fantasma a tres móviles en desuso, con un encargado de cargas encubierto. Esto, según Ramírez, “nunca estuvo autorizado por el jefe de unidad”. Uno de esos móviles ya estaba en el radar de los investigadores. El imputado colaborador aportó los otros dos, que luego aparecieron incendiados. —Según su conocimiento, ¿hasta dónde subía en dinero? —¿Hasta donde yo sé? Hasta el jefe de unidad. Cuando yo llevaba el dinero o venían los jefes de sección estaban Domínguez y jefe de unidad. —¿Y él sabía que el origen era del combustible? —Totalmente.
Ver noticia original