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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 26/10/2025 03:02
Las lágrimas podrían ser una fuente de biomarcadores para detectar de forma temprana enfermedades oculares y neurodegenerativas (Imagen Ilustrativa Infobae) Las lágrimas, ese fluido cotidiano que asociamos con la emoción o la irritación, podrían convertirse en una herramienta médica de enorme valor. Un equipo de investigadores españoles del Instituto de Investigación y del Hospital Germans Trias i Pujol analizó su potencial para revelar señales tempranas de enfermedades oculares y, sorprendentemente, también de trastornos neurodegenerativos. En un estudio publicado en la revista Extracellular Vesicles and Circulating Nucleic Acids, los científicos revisaron más de un centenar de trabajos sobre el uso de vesículas extracelulares derivadas de lágrimas, pequeñas partículas liberadas por las células que podrían funcionar como biomarcadores. La investigación resalta una idea poderosa: el cuerpo ofrece rastros de su estado interno incluso en una lágrima. El punto de partida es simple pero profundo. Los fluidos oculares, como el humor acuoso y el humor vítreo, reflejan la salud del ojo, pero acceder a ellos implica procedimientos invasivos que limitan su uso clínico. En cambio, las lágrimas pueden recogerse con facilidad, sin causar molestias ni riesgos. Esa accesibilidad abre la puerta a una revolución diagnóstica. Las vesículas extracelulares derivadas de lágrimas contienen proteínas ácidos nucleicos y lípidos que reflejan el estado celular del ojo (Caracol) Según explica Marta San Roque, doctoranda del Grupo de Innovación en Vesículas y Células para la Aplicación en Terapia (IVECAT), “hay una gran variedad de enfermedades oculares que están siendo estudiadas, pero los métodos de obtención de humor acuoso y humor vítreo son altamente invasivos, dificultando su aplicabilidad en la práctica clínica habitual”. La idea de utilizar lágrimas no es solo una cuestión de comodidad. Detrás hay un componente científico complejo: las vesículas extracelulares, o EVs, transportan en su interior proteínas, ácidos nucleicos y lípidos. Esos fragmentos moleculares son una especie de “huella digital” del estado celular del organismo. Si se logran descifrar, podrían revelar alteraciones biológicas antes de que se manifiesten los síntomas. En ese sentido, las lágrimas ofrecen un mapa químico de lo que sucede no solo en la superficie ocular, sino también en estructuras internas y, potencialmente, en el sistema nervioso central. Como señaló San Roque, “las lágrimas nos dan información muy valiosa no solo de la superficie ocular, sino de todas las estructuras del ojo”. Los estudios sugieren que las lágrimas permiten un diagnóstico menos invasivo de glaucoma ojo seco y retinopatía diabética en etapas iniciales (NIH) Además, como las EVs pueden atravesar la barrera hematoencefálica y la barrera hematorretiniana, su contenido también puede reflejar procesos relacionados con enfermedades neurodegenerativas”. Un laboratorio en una lágrima En los últimos años, la prevalencia de enfermedades oculares aumentó de forma significativa, impulsada por el envejecimiento poblacional, la exposición a pantallas y factores metabólicos. Sin embargo, el diagnóstico temprano sigue siendo un desafío. Muchas patologías, como el glaucoma o la retinopatía diabética, se detectan solo cuando el daño ya es irreversible. En ese contexto, los avances en biología molecular y nanotecnología ofrecen un nuevo enfoque: encontrar biomarcadores capaces de anticipar el deterioro. Investigadores destacan que las EVs pueden atravesar la barrera hematoencefálica y aportar información sobre enfermedades neurodegenerativas (Imagen Ilustrativa Infobae) El glaucoma, por ejemplo, es una neuropatía óptica progresiva que suele asociarse con presión intraocular elevada. Afecta al nervio óptico y continúa siendo la principal causa de ceguera permanente en el mundo. La retinopatía diabética, por su parte, aparece cuando los niveles altos de glucosa dañan los vasos de la retina, mientras que el síndrome del ojo seco se relaciona con alteraciones inflamatorias y neurosensoriales de la película lagrimal. En todos los casos, las lágrimas podrían funcionar como una fuente accesible de información biológica. La idea de que una gota contenga los rastros de una enfermedad antes de que el paciente note los síntomas redefine el concepto de medicina preventiva. Las vesículas extracelulares derivadas de la lágrima fueron identificadas por primera vez hace pocos años, y desde entonces su estudio crece con rapidez. Los primeros trabajos caracterizaron su estructura y composición molecular, confirmando que contienen firmas específicas que reflejan la actividad de sus células de origen. Esa relación convierte a las EVs en un puente entre la biología ocular y la neurociencia. No solo permiten comprender procesos inflamatorios locales, sino también rastrear señales vinculadas a enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson, en las que la comunicación celular juega un papel central. La recolección de lágrimas es sencilla y segura lo que facilita su uso potencial en pruebas de seguimiento y diagnóstico clínico rutinario (Pexel) Para que esta promesa se traduzca en aplicaciones clínicas concretas, los investigadores subrayan la necesidad de estandarizar los métodos de recolección y análisis. Cada lágrima puede variar según el modo en que se obtiene, el tiempo de almacenamiento o las condiciones ambientales. El equipo propone adoptar el Código PREanalítico Estándar (SPREC), un sistema que documenta las variables preanalíticas de las muestras, junto con las directrices de la Sociedad Internacional de Vesículas Extracelulares (ISEV). Solo con esos protocolos será posible garantizar que los resultados sean reproducibles entre laboratorios y trasladables a la práctica médica. San Roque lo resume con una visión de futuro: “Veo un campo con un gran potencial, pero que todavía se encuentra en desarrollo. El estudio de las EVs como biomarcadores está en auge, pero cuando hablamos específicamente de EVs derivadas de lágrimas, aún hay pocos estudios”. La frase sintetiza el momento del campo: entre la expectativa científica y la cautela metodológica. Una nueva frontera en la medicina de precisión La estandarización de métodos de recogida y análisis es clave para garantizar reproducibilidad y comparabilidad entre distintos laboratorios (Visuales IA) El interés por las lágrimas no se limita al diagnóstico. Si se logra establecer un perfil molecular confiable, podrían utilizarse también para monitorear la evolución de los tratamientos o detectar recaídas. En la era de la medicina personalizada, donde cada paciente representa un universo biológico único, esta posibilidad adquiere un valor enorme. Las lágrimas, al ser un fluido dinámico, podrían reflejar en tiempo real los efectos de un fármaco o el avance de una terapia génica. Las implicaciones van más allá de la oftalmología. Si las vesículas extracelulares transportan señales del sistema nervioso central, estudiar su composición permitiría vincular la salud ocular con la cerebral. Este enfoque integrador rompe las fronteras entre especialidades médicas y plantea una visión más sistémica del cuerpo humano. En cierto modo, cada lágrima se convierte en un espejo microscópico de lo que sucede en el cerebro. La investigación propone adoptar códigos preanalíticos y guías internacionales para mejorar la fiabilidad de los biomarcadores derivados de lágrimas (Créditos: Netflix) La investigación del Germans Trias i Pujol también plantea una reflexión sobre el futuro de los diagnósticos. Tradicionalmente, las pruebas médicas han dependido de muestras de sangre, tejidos o líquidos obtenidos mediante punciones. Las lágrimas podrían cambiar esa lógica, acercando el diagnóstico a un entorno más humano, más accesible y menos doloroso. Su análisis, apoyado en tecnologías de biología molecular y nanotecnología, podría realizarse incluso en dispositivos portátiles en el futuro, llevando la medicina de precisión fuera de los hospitales. El potencial de las EVs lagrimales para detectar enfermedades oculares y neurodegenerativas abre una oportunidad científica y ética: usar los recursos biológicos naturales del cuerpo sin invadirlo. Las lágrimas, que culturalmente asociamos con la vulnerabilidad, se revelan como un material poderoso y sofisticado. No son un residuo emocional, sino un mensaje biológico cifrado que la ciencia recién empieza a traducir. El trabajo del grupo IVECAT y sus colaboradores es una invitación a mirar de otro modo un gesto cotidiano. Cada lágrima que cae podría contener la información necesaria para anticipar una enfermedad, prevenir la ceguera o comprender el deterioro neuronal. En ese cruce entre biología, tecnología y empatía, la ciencia encuentra un nuevo lenguaje para escuchar al cuerpo.
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