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  • Maxi Scheibe no busca repetir fórmulas, sino experimentar la incertidumbre

    » Elterritorio

    Fecha: 26/10/2025 05:27

    Es uno de los máximos referentes de la nueva camada en el ámbito y asegura que el teatro en Misiones está atravesando un momento de cambio profundo. “Y quizás eso sea lo más valioso: nada está quieto” domingo 26 de octubre de 2025 | 5:00hs. Maximiliano Scheibe es uno de los nuevos exponentes del teatro local. El joven actor y director oriundo de Montecarlo integra varios grupos y es parte de una nueva generación de artistas de la tierra colorada que proponen nuevas expresiones de teatro y buscan poner en escena nuevas dramaturgias. Hace pocas semanas fue uno de los organizadores del festival de teatro Está que arde, que celebró los 13 años de trayectoria del elenco Al lado del sol vivo. Inició su trayectoria en el teatro independiente en el año 2008 en Montecarlo. Posteriormente, en 2017, se trasladó a Posadas, donde se graduó como Técnico Superior en Actuación en la Tecnicatura Superior en Actuación (Tesea). Con una carrera que abarca más de 20 espectáculos, se destacan sus trabajos como actor en Criaturas de Alberto Adellach (2018), seleccionada en el Catálogo de Espectáculos INT Presenta 2020/2021, terna de los Arandú 2025 y presentada en varios festivales nacionales, entre ellos Tecnópolis; Sicarios de Sebastián Borkoski y Juan Kohner (2019), seleccionado en los Premios Arandú 2020-2021; Sobrevivencia de Paula Dreyer y Gabily Anadón (2019), ganadora del programa Factoría en Danza 2019 del Ministerio de Cultura de la Nación; entre otros. En 2021 recibió una Mención Especial en Teatro por “Revelación Actoral” en los Premios Arandú 2020-2021. Su última participación como actor fue en la obra Amorar de Eloísa Tarruella estrenada en marzo del 2024. En 2021 escribió su primera obra Solo Quiero…, seleccionada para la Beca de Creación del Fondo Nacional de las Artes (2021) y puesta en escena ese mismo año. Además, se destacó en dirección con Zona 33 de Patricio Elizalde, obra seleccionada para varios festivales y para los Premios Arandú 2022-2023. También trabajó en asistencia de dirección en El Sueño de Akim de Julio Ifrán, espectáculo con Mención especial en los Premios Hugo y La loca de la familia de Gladys Gómez, ternada en los Premios Arandú 2025. En el ámbito de la gestión, fundó grupos independientes en Misiones como el Grupo "Timon" (Teatro Independiente de Montecarlo) y el Grupo "No sabemos todavía" y participa activamente con otros como "Al lado del sol vivo". También fue parte del equipo fundador y organizador del primer encuentro Nacional de Estudiantes de Actuación – MET - Misiones Estudia Teatro (2019) del Festival Internacional de Teatro "Ta que arde" en sus dos ediciones 2023/2025 y co-organizador y co-fundador de los ciclos "Se picó" (2021-2022-2024) y "Volver a Verte”- teatro para la promoción y recuperación de espacios públicos" (2021), entre otros. Momento de cambios profundos Con toda esta experiencia sobre sus espaldas a sus 32 años, Maximiliano analizó el momento que atraviesa el teatro misionero y realizó un profundo análisis. “El teatro en Misiones está atravesando un momento de cambio profundo. Y quizás eso sea lo más valioso: nada está quieto. Lo que sucede hoy en las salas, en los galpones, en los patios de las casas o en los espacios alternativos de la provincia no busca repetir fórmulas, sino experimentar la incertidumbre, asumir la fragilidad como una forma de existencia y de creación”, expresó. “Estudiando con grandes maestros, comprendí que el teatro siempre ha sido tensión: entre dramaturgo y texto, entre escenario y espectador, entre lo que se dice y lo que se silencia. Esa tensión es el pulso que mantiene viva la escena. Cuando desaparece, el teatro se vuelve adorno. Por eso me interesa, y me conmueve, ese teatro que no teme mostrarse roto, que respira y transpira, que se permite dudar. El teatro que vibra en lo precario, pero con una vitalidad que no se encuentra en lo seguro”. Scheibe enfatizó que lo que se busca con el teatro, desde su perspectiva, no es aquel que lo represente sino uno que se manifieste. “Ese es el teatro que me interesa, no uno que 'representa', sino uno que se manifiesta, que se juega. Como dice Guillermo Cacace: 'Me conmueven las búsquedas que asumen la fragilidad estructural en la que vivimos'. En Misiones hay una generación de artistas que está haciendo eso: explorando lo incierto, construyendo desde la duda, escuchando más con la piel que con el oído y la vista. Son procesos que no apuntan a la perfección, sino a la verdad emocional, a esa vibración que conecta el cuerpo del actor con el cuerpo del espectador”. En cuanto a su mirada sobre los grupos independientes de teatro, valoró que son estos los que sostienen el trabajo colectivo y refuerzan la idea del juego antes que la de la espectacularidad. “Los grupos independientes, desde su modestia material, sostienen una teatralidad que se construye desde lo colectivo, desde el deseo, desde el juego. Un teatro que se rehúsa a la espectacularidad vacía, que se alimenta de la presencia real del otro, del espectador que se sienta cerca, que respira el mismo aire y que, de algún modo, también actúa”. En este contexto, también analizó que, así como todas las cosas van cambiando y transformando, el público del teatro misionero cambió. “El público misionero cambió. Hay espectadores que se están formando en escuelas de espectadores, que buscan experiencias más cercanas, más sensoriales. No quieren ser un público pasivo, sino parte de un ritual, de un espacio donde puedan reconocerse, emocionarse, repensarse. Creo que por eso el teatro independiente en Misiones es vital: porque sigue siendo un lugar de encuentro, de resistencia y de transformación. Un espacio donde la comunidad se mira a sí misma con otros ojos”, ejemplificó. Para el protagonista de esta entrevista el teatro no sólo un oficio al cual le dedica gran parte, “el teatro, para mí, no es sólo un oficio: es una forma de vivir. No podría estar sin él. Es el lugar donde puedo decir lo que no se puede decir de otro modo; donde puedo poner en crisis los preconceptos, los duelos, las certezas, las pequeñas verdades cotidianas. En escena, uno se enfrenta a la propia humanidad y, en ese espejo, algo del mundo empieza a transformarse. Y si una sola persona del público sale distinta de como entró, entonces algo valió la pena”. “Cabe aclarar que ese teatro que hacemos no surge del azar ni del impulso sin forma. Hay detrás un compromiso profundo con el trabajo, el estudio y la investigación constante. La fragilidad no implica improvisación vacía, sino una entrega consciente a un proceso que exige preparación, cuerpo disponible y pensamiento crítico. La profesionalidad, para mí, no tiene que ver con el brillo o el éxito, sino con la responsabilidad de habitar una búsqueda, de entrenar la sensibilidad y de sostener la escena incluso cuando todo se tambalea”, profundizó. Para finalizar, dijo: "Creo también que el teatro que hacemos -ese que elegimos habitar, construir y sostener- no busca la perfección ni la verdad absoluta. Cuando salimos a escena no sabemos si lo vamos a hacer bien, y creo que hasta ahora "No Sabemos Todavía". Pero justamente ahí, en esa duda, en esa tensión permanente, está lo más humano y lo más hermoso de este oficio. Porque el teatro, al fin y al cabo, vive en ese instante en que no sabemos y, aún así, decidimos hacerlo”.

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