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  • La vuelta del Columbus Day: una justa rehabilitación de Colón, víctima del wokismo y la ignorancia histórica

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 12/10/2025 04:43

    Desfile del Columbus Day en Nueva York, el 14 de octubre de 2024 en New York City (REUTERS/Eduardo Munoz) “We love italians”, dijo el presidente Donald Trump al firmar el pasado 9 de octubre una orden ejecutiva para restituir el Columbus Day, día festivo que conmemora la llegada de Cristóbal Colón a América. En los Estados Unidos, ha sido la comunidad italiana la que ha mantenido vivo el recuerdo de la hazaña del navegante genovés, apadrinada y financiada por Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los Reyes Católicos. El día seguía siendo no laborable, pero el predecesor de Trump, Joe Biden, a tono con el indigenismo ambiente, le había adicionado la mención “Día de los Pueblos Indígenas”. Los críticos de Trump dicen que la medida tiene más de simbólico que de efecto práctico. Es cierto, pero no por simbólica la medida es menos trascendente. Por otra parte, va acompañada de un mensaje potente. En el texto del decreto, se describe a Cristóbal Colón como “un titán de la Era de los Descubrimientos” y se lo llama “héroe original de América” y “gigante de la civilización occidental”. Por si no bastara con estos conceptos, revulsivos para la “sensibilidad” woke, el documento también dice que el viaje de descubrimiento del genovés en 1492 representó el principio de “la herencia orgullosa de fe” de los Estados Unidos. El texto nombra incluso a los Reyes Católicos: “Por encargo de Fernando e Isabel de España, Colón y su tripulación embarcaron en tres pequeños barcos –la Niña, la Pinta y la Santa María– para zarpar en un peligroso viaje a través del Atlántico. Le guiaba una noble misión: descubrir una nueva ruta comercial hacia Asia, traer gloria a España y difundir el Evangelio de Jesucristo en tierras lejanas". Donald Trump muestra la orden ejecutiva que firmó restaurando el feriado federal del Columbus Day. Trata a Colón de "titán de los descubrimientos" y destaca su viaje como principio de "la herencia orgullosa de fe" de los EEUU (REUTERS/Evelyn Hockstein) Trump tampoco se privó de apuntar contra los promotores de la iconoclasia anticolombina que ha arrasado con estaturas del navegante y de otros protagonistas de la colonización española. En efecto, el documento denuncia la “campaña despiadada de la izquierda” para borrar el nombre de Colón y promete “recuperar su legado extraordinario de fe, valor y virtud”. Fue el presidente Franklin D. Roosevelt el que en 1934 convirtió en feriado nacional esta celebración tradicional de los italianos en los Estados Unidos. Se celebra cada segundo lunes de octubre. Este año será el 13. Varios comentaristas dijeron que no había nada que recuperar porque el feriado nunca había sido cancelado. Pasan por alto no sólo la vandalización de las estatuas sino también la prohibición en varias ciudades de los tradicionales desfiles que ese día organiza la comunidad ítaloamericana. Una de las ciudades que canceló el festejo fue Los Ángeles, paradójicamente, fundada por españoles. Cristóbal Colón ante los Reyes Católicos En Nueva York, en cambio, la estatua de Colón en Columbus Circle se salvó por poco del desguace que intentaron varios activistas y referentes que encuentran más cómodo luchar contra supuestos agravios del pasado antes que resolver las injusticias del presente. No tuvo la misma fortuna el hermoso conjunto escultórico que adornaba el terreno de la Casa Rosada en la Argentina en homenaje a Colón, por el capricho de una Presidente que con un solo gesto ofendió a dos colectividades: la española, víctima de un juicio anacrónico, y la italiana, que había donado el monumento. El monumento a Colón que por años estuvo emplazado detrás de la Casa de Gobierno fue desguazado por Cristina Kirchner Fake news históricas A lo largo de estos años, se vivió una verdadera exacerbación del indigenismo que desembocó en ataques a las figuras de Cristóbal Colón y del misionero franciscano fray Junípero Serra (1713-1784), que evangelizó la costa oeste de los Estados Unidos. En el año 2017 por ejemplo, hubo actos de vandalismo contra los monumentos que en California recuerdan la obra misionera de Serra; son muchos, porque el franciscano es el fundador de la mayor parte de las ciudades de la costa oeste de los Estados Unidos, que por eso llevan nombres católicos: San Francisco, San Diego, Santa Mónica, Los Ángeles, Sacramento, etc, etc. El 19 de septiembre de 2017, la estatua de San Junípero Serra en la misión Santa Bárbara fue decapitada y bañada en pintura roja. El Santo misionero es acusado de genocidio, algo tan falso como lo que se le atribuye a Cristóbal Colón, que no era ningún santo pero tampoco fue un genocida. Entre las cien estatuas que en el hall del Capitolio recuerdan a importantes figuras de la historia estadounidense, está la de Junípero Serra, considerado padre fundador de muchas de sus ciudades. Juan Pablo II lo beatificó en septiembre de 1988. Y el papa Francisco lo canonizó durante su visita a Estados Unidos. Durante su visita pastoral a los Estados Unidos, en septiembre de 2015, el papa Francisco se detuvo frente a la estatua de fray Junípero Serra, en el Hall del Capitolio, en Washington. Está flanqueado por Barack Obama y Joe Biden, entonces presidente y vice. (Credit: Michael Reynolds via ZUMA Wire) (Grosby) Este “indigenismo de salón”, según la definición de la historiadora española María Elvira Roca Barea, autora de Imperiofobia y Leyenda Negra, “es furor en los departamentos universitarios” buscando “enemigos destructores de los pueblos nativos a los que agraviar” gratuitamente. Como destacaba esta ensayista en una entrevista en el diario El Mundo, los blancos de estos ataques son principalmente figuras o símbolos del mundo hispanocatólico. En una conferencia dictada en mayo de 2014, el historiador Carlos Martínez Shaw, catedrático y académico de la Real Academia de la Historia, afirmó que “la hecatombe de los indios californios no se produce ni en el período español ni en el período mexicano, sino cuando se desata la fiebre del oro y (...) es cuando esos indios van a ser completamente diezmados y reducidos a muy poca cosa”. Estatua de Junipero Serra vandalizada en San Francisco, la ciudad que surgió de la misión que él creó. California, 2020 (David Zandman/via REUTERS) El mito de la conquista de México Los últimos presidentes mexicanos también se han embarcado en estos juicios hacia el pasado, hasta el punto de exigir disculpas por parte de los actuales gobernantes españoles. Y ofenderse cuando no las reciben. De hecho, el predecesor de Claudia Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador, se ofendió cuando el politólogo argentino Marcelo Gullo dijo que México no fue conquistado sino liberado por Hernán Cortés, en alusión al cruel dominio que los aztecas ejercían en la región. El historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui apuntaba en el mismo sentido al decir: “Nos molesta mucho que los españoles hayan llegado a Mesoamérica y 200 años antes llegaron los mexicas (aztecas) que invadieron, sometieron, impusieron su dios y saquearon, hacían sacrificios humanos, sacaban corazones y devoraban muslos. ¿Por qué esa parte no nos molesta? ¿No eran mexicanos los pueblos que estaban aquí?” Entre los aztecas, los sacrificios humanos eran una constante. Las víctimas eran individuos de los pueblos mesoamericanos que sometieron Y enumeraba: tlaxcaltecas, cholultecas, huejotzincas, xochimilcas, chalcas, totonacas, tarascos… “¿Por qué solo los mexicas cuentan como México?”, preguntaba. Y definía a la conquista como un “mito”: “Como siempre digo, 100 mil guerreros tomaron Tenochtitlán: ¡99.000 eran indígenas! ¿En qué mente perturbada asumes que los que sacan 40 corazones por día, los que así matan a más de 10.000 personas al año son los buenos de la Historia y los que acaban con esta masacre son los malos?” Pensar así, decía, es creer que “los pueblos mesoamericanos que se unieron a los españoles eran pendejos (sic) o traidores”. Y concluía: “Si todos los pueblos de Mesoamérica prefirieron aliarse con el desconocido Cortés con tal de librarse de los mexicas, ¿por qué no nos atrevemos a contar una historia en la que tal vez todos odiaban a los mexicas por algo? No es que todos eran traidores o pendejos, no es que todos se entregaron al extranjero porque eran malinchistas; es que todos llevaban 100 años de sometimiento a sangre y lodo por los mexicas”. El historiador Juan Miguel Zunzunegui habla sobre la conquista de México La historia como herramienta de fragmentación Contextualizar la colonización española no implica negar el choque cultural que se produjo ni el sufrimiento que implicó para algunos pueblos indígenas. Pero el encuentro entre ambos continentes, y entre civilizaciones muy dispares, tarde o temprano se iba a producir y nada, salvo la ignorancia histórica, autoriza a pensar que una conquista por otras naciones europeas hubiera sido una empresa caritativa. O que América, antes de la llegada de los españoles era el paraíso terrenal. Por otra parte, una primera causa de muerte entre los nativos fueron las enfermedades contra las que los indios no tenían inmunidad: el choque bacteriológico. Una variable que no guardaba relación alguna con la nacionalidad del colonizador. Monumento al mestizaje (alcaldía Coyoacán), que muestra a Hernán Cortés y la Malinche. Ha sido objeto de polémica y removido en varias ocasiones. Ente ellos dos, estaba la estatua de Martín Cortés, el hijo que tuvieron. Fue robada y no ha sido recuperada En cualquier caso, los ataques de políticos y referentes de izquierda contra Colón serían risibles de no ser porque deforman la historia y, sobre todo, desvalorizan el mestizaje que fue la marca distintiva de la colonización española, patente en la composición étnica de las naciones hispanoamericanas, y que debería ser motivo de orgullo y no excusa para la fragmentación. Como señala el historiador francés André Larané, director de la revista Hérodote, “la ignorancia salió al asalto de las estatuas y de la Historia, en la calle y en las redes, los incultos parecen haber tomado el poder; pretenden reescribir la Historia, pero deberían primero tomarse el trabajo de estudiarla”.

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