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  • Un trineo llamado incoherencia

    » Misionesparatodos

    Fecha: 05/10/2025 10:13

    Mientras el oficialismo en Misiones aprobó su Presupuesto 2026 garantizando salud, educación e inversión social, la oposición local se mantiene firme en rechazar lo que públicamente reclama. A nivel nacional Javier Milei blinda a José Luis Espert, como hizo antes con su hermana Karina, pese a sus vínculos con un presunto narcotraficante. Una doble lectura de la ética política que pone en evidencia la incoherencia del proyecto libertario. Misiones ya tiene su Presupuesto 2026 aprobado. Lo debatió, lo mejoró, lo votó. Nada nuevo bajo el sol: desde hace años, la provincia elige la previsibilidad como estrategia y sanciona su Ley de Leyes con meses de anticipación, cuando la mayoría de las jurisdicciones ni siquiera diagramó el borrador. Esa anticipación habla de otra cultura política, menos ligada al griterío de coyuntura y más anclada en la planificación. Pero claro, para algunos, organizarse también es sospechoso. Este año, como viene ocurriendo últimamente, la oposición prefirió el libreto fácil: rechazar el presupuesto. Y lo hizo con una contradicción tan evidente que cuesta seguir el hilo sin caer en la risa incómoda. Porque mientras en Buenos Aires se sacan selfies en las marchas por la educación pública y escriben hilos exaltados sobre la importancia del financiamiento, en Misiones votan en contra del presupuesto que garantiza justamente eso. Lo de Groucho Marx ya no es chiste. El martes pasado, en la Comisión de Presupuesto, cuando se votó el dictamen que bajó al recinto el jueves, el PRO, la UCR y el PAyS eligieron decir no al proyecto que prioriza salud, educación, inversión social, y que además se financia con recursos propios, sin deudas ni promesas vacías. ¿El argumento? Ninguno demasiado consistente. Más bien, la negativa como reflejo, casi como acto reflejo. El caso de Ariel “Pepe” Pianesi es el ejemplo más claro del doble estándar. Hace semanas, subió a sus redes un video en el que defendía con fervor la ley de financiamiento universitario nacional. Habló del riesgo que atraviesan las casas de altos estudios, de la urgencia de aprobar fondos, del rol del Estado. Pero cuando el presupuesto bajó al territorio que representa — Misiones—, Pianesi se desmarcó sin ponerse colorado. En el recinto, dijo con tono resignado: “De todos modos va a salir igual”, como si eso lo absolviera. Lo curioso (y revelador) es que su bloque ni siquiera asistió a las reuniones de comisión para discutir el tema. Es como criticar una obra de teatro sin haber visto ni el cartel de la sala. Pero hay más. El entusiasmo de Pianesi con el financiamiento universitario nacional quizás se entienda mejor al mirar hacia la Universidad Nacional del Alto Uruguay (UNAU), donde tiene plantado un pequeño feudo. Ahí trabajan familiares, militantes y amigos de su espacio político. Incluso una candidata radical para las elecciones del 26 de octubre figura como titular de cátedra. Tal vez no se trate de convicción ideológica, sino de cuidar la caja. En el PAyS, el guión fue parecido. Mientras su referente nacional, Cacho Bárbaro, marchaba por la educación pública en Buenos Aires, en Misiones la intervención recayó en Cristian Castro (no el de “Azul”), quien hizo algunas objeciones menores pero terminó votando a favor en el recinto. Mientras tanto, su jefa de bloque, Blanca Álvez, seguía envuelta en el escándalo por una pensión por discapacidad que cobró —y a la que renunció— sin lograr despejar las sospechas. La historia, como decía Marx —el de Tréveris, no el del bigote y el puro—, se repite primero como tragedia y luego como farsa. Y lo de la oposición misionera ya parece un sketch ensayado: declaraciones para las redes, rechazo en los hechos, y una coherencia que siempre queda para la próxima sesión. Lo cierto es que Misiones ya tiene Presupuesto 2026, y se convirtió en la primera provincia del país en hacerlo. Lo logró porque hay una mayoría política que entiende que gobernar no es gritar más fuerte, sino garantizar recursos concretos para salud, educación, obra pública y desarrollo social. Del otro lado, la oposición prefirió quedar del lado del no, como si jugar a la contra fuera sinónimo de lucidez. Los nombres no sorprenden, pero vale repasarlos: Miguel Núñez (expulsado del PRO por sus vínculos con el dúo policial Amarilla–Palavecino), Ariel Pianesi, Gladis Cornelius, Lilian Torres, Francisco Fonseca y Rosi Kurtz. Todos firmaron con su voto una negativa que no resiste ni una recorrida superficial por sus propios discursos de campaña. En definitiva, mientras el oficialismo avanzó con autonomía financiera y un plan claro, la oposición eligió el atajo del gesto vacío. Como en El ciudadano Kane, mucho discurso ampuloso, muchas luces en escena, pero cuando se apaga la cámara, lo único que queda es un trineo llamado incoherencia. Gracias, Javier El caso de José Luis Espert terminó de confirmar lo que muchos intuían: los vínculos de la dirigencia libertaria son tan o más turbios que los de la casta que dicen combatir. El actual diputado nacional y candidato a la reelección en la provincia de Buenos Aires quedó envuelto en un escándalo de proporciones: no solo se comprobó que recibió aportes de un presunto narcotraficante, sino que además utilizó su avión privado en 27 oportunidades. En lugar de marcar distancia, el presidente Javier Milei eligió el camino contrario: ratificarlo como cabeza de lista en territorio bonaerense. Una decisión solitaria —y otra vez errática— que se suma a los cuestionamientos que rodean a su hermana, Karina Milei, El Jefe, y a su rol en la Agencia Nacional de Discapacidad. Lejos de dar un paso al costado, Espert decidió redoblar la apuesta. Este sábado, en una entrevista en radio Mitre, con el relator de fútbol Gaby Anello, agradeció públicamente el apoyo del Presidente y aseguró que seguirá en carrera pese a las denuncias. Se mostró quebrado, dijo que atraviesa un momento muy angustiante y, visiblemente quebrado por el llanto, hasta acusó al dirigente social Juan Grabois de orquestar una operación en su contra. La estrategia es clara: victimizarse, apelar al acompañamiento de Milei y sostener que todo se trata de una infamia. Sin embargo, los hechos pesan más que cualquier relato. Los vínculos con Fred Machado, un argentino con pedido de extradición en los Estados Unidos por narcotráfico, no se borran con lágrimas en un reportaje ni con declaraciones de ocasión. El problema de fondo es político. ¿Qué señal da el oficialismo al blindar a un candidato bajo semejante sospecha? ¿Qué coherencia puede reclamar Milei contra la casta si su espacio repite las mismas prácticas que denuncia? Lo de Espert no es un error aislado, sino un síntoma de la fragilidad ética de un gobierno que prefiere proteger a los suyos antes que dar respuestas claras a la sociedad. El 26 de octubre, en las urnas, el país entero tendrá la oportunidad de pronunciarse. Será el momento en que la retórica libertaria deje de medirse en likes y entrevistas radiales, y empiece a medirse en votos. Y ahí, tal vez, se sabrá si el costo de blindar a Espert fue otro favor político mal calculado o, como todo indica, un nuevo tiro en el pie. Por Sergio Fernández

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