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» La Capital
Fecha: 05/10/2025 09:31
Pasaron cuatro semanas de la derrota de LLA en la provincia de Buenos Aires. De esas cuatro, solo una tuvo un balance a favor, cuando el presidente viajó a la ONU, se sacó la foto con Trump, se produjo el tuit salvador y el Tesoro americano dio señales positivas. En la semana que termina el balance volvió a ser negativo, entre dudas del mercado (el riesgo país volvió a estar por encima de los 1,200 puntos) el ruido por la candidatura de Espert y un nuevo rechazo a los vetos presidenciales en el Senado. Un magro balance de solo una semana positiva sobre cuatro, cuando el oficialismo necesitaba dar un golpe de efecto para cambiar el clima. Advertido de que la cancha se sigue inclinando cada vez más en su contra, Milei emprenderá un nuevo viaje para ver a su amigo Donald a ver si finalmente se produce el milagro. Acá hay un problema de timing: a medida que va pasando el tiempo el mal humor tiende a consolidarse y, por lo tanto, los esfuerzos por revertirlo se vuelven menos productivos. En las siete semanas que iban a transcurrir entre el 7-S y el 26-O, las dos primeras eran fundamentales para sorprender a la sociedad. Esa oportunidad se perdió, y la decepción va camino a solidificarse. Una muestra de esto es la publicación del nuevo Indice de Confianza en el Gobierno de la Universidad Di Tella, el cual arrojo datos muy preocupantes para la gestión libertaria. Primero, está en el punto más bajo después de 22 meses. Segundo, está por debajo del nivel que tenía el gobierno de Macri a esta altura en 2017, quien ganó la elección de medio término. Tercero, lleva dos meses de caídas profundas. Cuarto, el ítem “Preocupación por el interés general” (que puede leerse como su nivel de empatía / sensibilidad) cayó 15 %, casi el doble que el índice general. La mayor parte de esta muestra fue relevada post derrota bonaerense, y es la primera después del caso de los audios de Spagnuolo. Los movimientos de la opinión pública tienen una inercia: si la tendencia es a la baja profunda, revertirla es muy complejo, mucho más cuando el gobierno ha tenido más noticias negativas que positivas en estas cuatro semanas pasadas. Fuera del apoyo del amigo americano, solo se puede destacar el anuncio de descuentos para jubilados y la prórroga de la jubilación por desempleo. El resto son todas pálidas. Los datos de actividad económica siguen mostrando estancamiento, con los cual las expectativas se siguen cayendo. Recuérdese que los votantes hacen balances, pero votan para adelante. Y si el optimismo se reduce, las proyecciones electorales serán menos auspiciosas. Un management deslucido A todo esto, el management de la crisis tampoco luce adecuado. Las internas dentro del entorno presidencial siguen a tope, en parte por la dificultad de conducción del propio Milei, en parte porque lo que se decide no está dando resultado y, por lo tanto, alimenta la profundidad del círculo vicioso: las internas complican la ejecución y suman problemas. Así, la estrategia se ve boicoteada, los resultados no aparecen, y refuerza los conflictos del entorno. Toda la apuesta entonces parece estar apuntada al amigo americano, ya que alentar el miedo al kirchnerismo tendría un efecto muy acotado. Fuerza Patria, aun con sus fuertes conflictos internos, está mucho más ordenado y prolijo que LLA. El triunfo del 7-S ha generado un clima interno más calmo y optimista, impensado seis meses atrás. Kicillof se ha convertido en la figurita deseada, sacando pecho por haber sido el gran ganador, mientras que Cristina tuitea desde San José 1111 y no tiene voceros de fuste. Nada es gratis en este mundo. Todo lo que le exija Trump a Milei tendrá costos, ya sea en lo concreto (¿y si hay que deshacerse del swap chino?) como en lo simbólico (¿una base americana en Ushuaia?) ¿Podrá el gobierno cumplir con ese pedido de “generar un amplio apoyo político para la agenda de reformas” que le viene haciendo el FMI (que es Trump también)? Aun ganando dentro de 3 semanas, LLA estará muy lejos de poder imponer su agenda en la segunda parte del mandato. Entonces, ¿virará hacia un presidencialismo de coalición, en donde ya no hará lo que quiera, sino de modo consensuado con sus socios obligados? Suena complicado, tanto por la matriz originaria como por la impronta de este experimento. ¿Alcanzará con hacerle mimos a Macri, una de las figuras con peor imagen en la opinión pública y con mucha dificultad para ordenar a su propia tropa como se ve en las votaciones en el Congreso? Parece que la llave de la Argentina 2025-27 está más cerca de las manos de los gobernadores, tanto los de Provincias Unidas como otros que se le parecen. Si Milei quiere salir adelante, tendrá que hacer una revisión full de su esquema político, aun cuando acepte liberar totalmente el dólar el día después.
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