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  • Cenizas

    » Diario Cordoba

    Fecha: 25/07/2025 09:22

    El incendio del piedemonte de la Sierra de Córdoba, que a la hora a la que escribo se encuentra aún activo, nos permite medir la altura de las cosas que de verdad importan. En concreto, lo pequeñísimos que nos volvemos cuando la intemperie aprieta, la fragilidad de las cosas que damos por supuestas y la enorme necesidad de personas valientes que hagan el trabajo peligroso porque hay que tenerlos como cocos de feria, inmensos, para apagar cara a cara un fuego de este tipo. La seguridad del hogar se vuelve, literalmente, ceniza por unas llamas que pueden -o no, ya veremos- tener un origen casual. No es hora de moralinas, como no lo es cuando existen casas anegadas en los momentos en que las riberas se convierten en amenaza. Los incendios ocurren y, en este caso, no hay pruebas irrefutables (a esta hora, se insiste) de nada que no sea perfectamente accidental. La ciudad de Córdoba tiene desde hace muchos años un porcentaje importante de población en núcleos diseminados, poblados de viviendas unifamiliares, que están empotrados en zonas de valor natural y, por ende, que cuentan con un alto riesgo de que la vegetación se convierta en combustible con resultados dramáticos. La ciudad consolidada, aquel mito, ha ido colonizando esta periferia tanto en la Sierra como en la Vega, tradicionalmente agrícolas, ganaderas y forestales. Y hoy las urbanizaciones se extienden hasta Disco 3 y más allá con nombres rumbosos de ciudades jardín en lo que siempre fueron cortijos, haciendas y lugares de tránsito de piconeros. Que el riesgo sobre vidas y propiedades crece a escala californiana lo sabe hasta el que asó la manteca. Es un coste inevitable de la expansión urbana, controlada o no. Así que lo mejor es prepararse para lo peor porque llegará. Ojalá esta pesadilla pase pronto para todos los que han tenido el humo y las llamas cerca. Esos son los únicos votos que merecen la pena en esta hora, aunque haya desaprensivos dispuestos a hacer política de mierda con cualquier cosa. Y que el saldo de este drama sea barato, que se quede en el susto y en las caras de pena. Los daños materiales son eso, materia. Cosas que se pueden reconstruir, zonas que se pueden reforestar, elementos que se pueden recomponer. Para eso están las compañías de seguros. Pero las vidas son insustituibles. Y frágiles como cenizas. Suscríbete para seguir leyendo

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