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  • El renacimiento de Bill Clinton tras su derrota legislativa en 1994, un espejo para el gobierno de Javier Milei

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 26/10/2025 12:31

    Bill Clinton, expresidente de Estados Unidos, junto a su mujer, Hillary Con solo 41 años, Ezra Klein es en la actualidad una de las plumas más influyentes de la prensa progresista de los Estados Unidos. En 2014 fundó y dirigió el portal de noticias Vox. Desde entonces su fama no paró de crecer, convirtiéndose en un renombrado columnista del Washington Post y del New York Times. Actualmente su podcast personal, “The Ezra Klein Show”, que aborda temas políticos, económicos y culturales, tiene millones de seguidores en los Estados Unidos y en Europa. Klein es blanco de fuertes críticas por parte de dirigentes demócratas que lo acusan de ser demasiado condescendiente con la gestión presidencial de Donald Trump. De hecho, el periodista graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de California, había sido uno de los primeros referentes progresistas en solicitar la renuncia de Joe Biden por el frágil estado de salud evidenciado en los últimos meses de su administración al frente de la Casa Blanca. En el año 2020 Klein publicó el ensayo “Por qué estamos polarizados”. El libro que resultó un gran éxito de ventas puede resumirse en dos conceptos centrales: Percibimos las amenazas a nuestra tribu como amenazas a nosotros mismos, lo que nos lleva a ver la política cada vez más en términos de “nosotros contra ellos”. Y llevando el sesgo de confirmación a su máximo límite, expresa que “buscamos información que confirme nuestras creencias y evitamos aquella que las desafía, lo que conduce a una mayor polarización”. Con el triunfo en las elecciones presidenciales de 1992, Bill Clinton, hasta entonces gobernador de Arkansas, terminó con doce años de gestión republicana (ocho de Ronald Reagan y cuatro de George H. Bush). De esta manera, con los 370 votos obtenidos en el Colegio Electoral contra los 168 logrados por los republicanos, los demócratas lograron el control de ambas cámaras del Congreso, permitiéndole al flamante mandatario proponer un ambicioso programa de reformas estructurales en materia de políticas públicas. Asimismo, en materia de asuntos internacionales, la reciente caída del Muro de Berlín abría las puertas a la globalización en el marco de las políticas privatizadoras encuadradas en la filosofía económica del llamado Consenso de Washington. En septiembre de 1993 Clinton anunció en un discurso ante el Congreso su plan de reforma del sistema de salud que tenía como objetivo lograr la cobertura universal. Este fue uno de los puntos más destacados de su agenda legislativa, y fue el resultado de un grupo de trabajo encabezado por Hillary Clinton. El programa fracasó frente un lobby unificado entre la Asociación Médica y las principales empresas de Seguros Médicos y la industria de los laboratorios farmacéuticos. En las elecciones parlamentarias de 1994, que tuvieron lugar en medio de una fuerte interna entre los principales asesores de la Casa Blanca y los dirigentes más encumbrados del partido, los demócratas perdieron cincuenta y dos bancas en la Cámara de Representantes y ocho en el Senado, cediéndole el control de ambas cámaras al Partido Republicano. A nivel estatal, los demócratas también perdieron diez gobernadores. Esta catástrofe fue caracterizada en los libros de historia política de esos años como la mayor derrota en las elecciones intermedias desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. En el año 2008 Ezra Klein publicó un largo análisis sobre las causas y las consecuencias de la amplia derrota de Clinton en los comicios legislativos de 1994. En ese artículo destaca que ni siquiera el demócrata Franklin Roosevelt se había animado a presentar un plan de reformas del sistema de salud pública, entendiendo que un eventual fracaso parlamentario del mismo provocaría un caos económico y político en la gestión de la seguridad social. En la opinión de Klein los asesores de Clinton “crearon un proyecto de ley más apropiado para un seminario de Brookings que para el proceso político, y no apreciaron la necesidad de una estrategia nacional para convencer al pueblo estadounidense de la necesidad de un plan”. Destaca, en ese sentido, los graves errores de cálculo político para la aprobación del mismo por parte del matrimonio Clinton (Hillary dirigió el equipo que redactó el proyecto tras diez meses de trabajo). Así lo dijo Klein con absoluta crudeza: “Que la Casa Blanca elaborara un proyecto de ley de salud de más de mil páginas y luego lo presentara ya completamente desarrollado al Congreso, fue una tremenda demostración de arrogancia e ingenuidad política”. Clinton comprendió rápidamente las lecciones de semejante derrota que comprometía fuertemente sus posibilidades para la reelección en 1996. Entendió que debía implementar una serie de cambios radicales en su equipo de gobierno, y produjo un giro pragmático a su plataforma liberal que lo había llevado a la Casa Blanca apenas dos años antes. Buscó atraer a amplios sectores conservadores con propuestas políticas y económicas que éstos no podían rechazar con fundamentos racionales, al tiempo que revitalizó su relación con ambas cámaras legislativas. Además, alentó fuertemente el desarrollo de las nuevas tecnologías (especialmente de internet que había nacido pocos años antes) aplicadas a la gestión de gobierno, a partir de un programa de modernización estatal dirigido por vicepresidente, Al Gore. Todo esto condujo a un crecimiento económico sólido y sostenido en el tiempo que dejó a los republicanos con poco margen para formular propuestas políticas superadoras de cara a los comicios presidenciales de 1996 en los que Bill Clinton logró su reelección con 49,2 por ciento de los votos contra el 40,7 por ciento obtenido por su rival republicano, Bob Dole. El filósofo inglés Jeremy Bentham (1748-1832) escribió en su “Tratado de los sofismas políticos” que el error es el estado de una persona que alimenta una opinión falsa, y que el sofisma es un instrumento de error. El académico utilitarista enumera las justificaciones y excusas presentadas por los políticos cuando se oponen a las reformas que defienden sus adversarios de ocasión. En este orden afirma que “hablar de los buenos tiempos pasados, creer que los antiguos eran más prudentes, más hábiles que los hombres de hoy, será, por ejemplo, un error vulgar”. Critica las falacias analizando su efecto en el bienestar general de la sociedad. Y remata sosteniendo que, cualquier argumento que impida una deliberación racional, y que obstaculice una reforma sirviéndose de prejuicios para combatir innovaciones útiles o para defender instituciones viciosas, será un sofisma. Más allá del resultado final de los comicios queda claro que a partir del lunes el presidente Milei no sólo deberá resetear la estructura de su gabinete de ministros. Deberá revisar, también, su estrategia de construcción política para lograr las urgentes reformas parlamentarias que le permitan instrumentar un programa de crecimiento económico sostenible para la llegada de inversiones productivas.

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