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  • La historia de Valentina: Comenzó a hacer la carroza con sus compañeros, pero la terminó sola

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 19/10/2025 02:53

    Las carrozas estudiantiles en nuestra ciudad son un símbolo que ha perdurado a lo largo de los años. Experiencias llenas de unión, de compañerismo y de trabajo en equipo son las que edición tras edición se viven y quedan en la memoria de miles de alumnos de colegios gualeguaychuenses. Pero, ¿Qué pasa cuando una persona se queda sola para hacer su carroza? Esta nota se basa en la historia detrás de Mictlán, una carroza que empezó a crearse con 14 personas, pero que en un momento quedó a cargo de una sola chica: Valentina Baigorria. Ella será la verdadera protagonista de esta entrevista. “La carroza empezó con un grupo de integrantes bastante grande, éramos 14 más o menos. Fuimos tirando ideas y a la mayoría les gustó una en particular, inspirada en la película Coco, por los colores, por el modo de celebración del presente”, introdujo la estudiante, que está en quinto año del Colegio Luis Clavarino. La cultura mexicana les llamó la atención, sobre todo el llamado ‘Día de los Muertos’: “Nuestro curso es de orientación en artes, entonces queríamos hacer algo llamativo. Y fuimos por ese lado. También teníamos la idea de ir disfrazados, los chicos de esqueletos y las chicas de catrinas”. Puede interesarte “Mictlán significa ‘el reino de los muertos’. Hay nueve niveles para que un alma llegue a él, que sería un descanso eterno. En la cultura mexicana celebran cuando las almas están en una eterna paz. Por eso los familiares ponen ofrendas en las tumbas de quienes aman, con alegría y orgullo de que ya están en un descanso eterno”, explicó Valentina sobre la temática elegida. En cuanto a su coordinador, la joven destacó la importancia de su rol en el armado: “Nuestro coordinador fue Hernán Domínguez. La verdad es que fue crucial en el desarrollo de la carroza, porque cuando arrancas sin saber, estás perdido. Entras a hacer algo nuevo y él te guía, te da una serie de tareas, te indica los materiales, y herramientas que debés usar, te corrige, te da las ideas, te dice qué se puede mejorar y qué no. El coordinador te direcciona en todo lo que tenés que hacer, y lo que conlleva el armado de toda la estructura”. Sin embargo, no todo fue color de rosas en el proceso: “En un momento se fue complicando. En un punto, creo que es normal porque se pasan muchas horas en los galpones, surgen ideas que chocan, influye mucho el cansancio, pasás mucho tiempo con las mismas personas. Son factores que pueden llegar a generar problemas que son sin sentido, pero que terminan siendo un problema grande. Esto pasó con Ailín y Facundo, que se cansaron y dijeron ‘basta’, pero después se cansó otro chico más, y así, hasta que quedé yo sola”, relató Valentina. “En ese momento, estaba perdida. Fui a hablar con Hernán, nuestro coordinador, y le conté que estaba sola, que se habían bajado el resto de los chicos. Le preguntaba ‘¿Qué hago?’, ‘¿Cómo sigo?’. La carroza estaba hecha apenas en un treinta por ciento: quedaba un tramo largo y muy poco tiempo. Fue mucha desesperación, mucho cansancio, un estrés enorme. La verdad es que fue bastante difícil”, contó. La situación parecía que no podía ser peor. Sin embargo, la estudiante no se dio por vencida: “Una vez que quedé sola, mandé un mensaje a un grupo de amigos para contarles que necesitaba ayuda. Muchas veces llegué a `sobornarlos’, a decirles, que si venían les compraba un pancho o unas papas fritas, para tener unas manos más de ayuda”. De esa manera, algunos chicos fueron acercándose y el plan de Valentina comenzó a funcionar. “Al principio se sumaron muchos, pero con el tiempo varios se fueron yendo y quedaron los que de verdad querían ayudar en carroza. La verdad es que me dejó una re linda experiencia, pasamos momentos muy divertidos, como también algunos frustrantes”, compartió, y resaltó que los instantes que más difíciles eran, se disfrutaban con el compañerismo que finalmente se generó. También, la joven detalló cómo fue la noche del desfile: “Ese día fue muy estresante, no nos funcionaba el grupo electrógeno, el parlante tenía mala conexión, fue bastante traumático, y pasé mucho estrés. Incluso lloré. Se agregó la lluvia, y sentíamos que no íbamos a llegar, que se nos iba a desarmar la carroza. Como dice la canción, después de la tormenta siempre llega la calma. En palabras de Valentina: “En unos minutos, todo mejoró. Paró de llover y fue una sensación de tranquilidad, de paz. ‘Llegamos’. pensé. Me sentía orgullosa, miraba todo y no podía creer que la carroza estuviera completamente armada, que todos los chicos estuvieran ahí apoyándome, tranquilizándome, y hubiera personas felicitándonos. Fue una locura, fue especial y muy emotivo”. Finalmente, su vivencia épica concluyó con nada menos que un podio: Mictlán logró el 3º puesto en Categoría Libre. Puede interesarte “Como enseñanza, puedo decir que esta experiencia me mostró que ser pocos no es un problema. Que seamos cinco, tres, o uno, no es un problema. Si vos tenés ganas de hacer carrozas y vivir la experiencia, se va a lograr. Lo económico tampoco es una complicación. Uno de los propósitos de hacer carrozas es recrear y reciclar las cosas. Eso sí: no hay que aflojar, hay que saber sobrellevar los problemas, y tener una buena organización, creo que eso es crucial. Esa es la enseñanza que me llevo”, concluyó la estudiante.

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