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  • Crece la “co-docencia”: cada vez más maestros enseñan juntos en el aula

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 19/10/2025 05:01

    Según los resultados del estudio TALIS, basado en una encuesta a 280.000 docentes de todo el mundo, en la mayoría de los sistemas educativos los maestros dedican cada vez más tiempo al trabajo en equipo. (Imagen Ilustrativa Infobae) Enseñar solía ser una tarea más bien solitaria. Sin embargo, la imagen tradicional del maestro solo al frente de un grupo de estudiantes está dejando lugar a una nueva forma de ejercer la actividad: a nivel mundial, la docencia se está convirtiendo en una profesión colaborativa. Esa es una de las principales conclusiones de la reciente Encuesta Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje (TALIS 2024, según la sigla en inglés), realizada por la OCDE, en la que participaron 280.000 docentes y directores de 17.000 escuelas secundarias todo el mundo. Según los resultados de TALIS, en la mayoría de los sistemas educativos los docentes afirman dedicar más tiempo al trabajo en equipo que en 2018 (cuando se realizó la edición previa de la encuesta). “La colaboración no solo contribuye a mejorar los resultados de los estudiantes, sino también los de los docentes. En general, los educadores que afirman colaborar más también presentan mayores niveles de satisfacción y bienestar laboral”, señala el informe de la OCDE, que presenta datos para 55 sistemas educativos. A nivel regional se destaca el caso de Brasil, donde los profesores de tiempo completo dedican al menos cinco horas semanales al trabajo en equipo y al diálogo con sus colegas. Allí el tiempo dedicado a la colaboración aumentó un 25% con respecto a 2018. Argentina no participó de la encuesta, que se aplicó en junio de 2024. Según pudo saber Infobae, la decisión de no participar se tomó durante la anterior gestión educativa nacional. La colaboración entre docentes asume distintas formas: puede abarcar desde la observación de clases para ofrecer retroalimentación a un colega, hasta el intercambio de materiales didácticos o la definición conjunta de estándares comunes en las evaluaciones. Pero también implica, de manera creciente, compartir la enseñanza: a nivel global, 3 de cada 10 docentes (31%) afirman dar clases en equipo. Es lo que suele llamarse codocencia o trabajo en “pareja pedagógica”. Según el informe TALIS, desde 2018 la codocencia se incrementó en 21 sistemas educativos, con aumentos de hasta 57 puntos porcentuales en Vietnam. Brasil, Colombia, España y Chile también figuran entre los países donde crece la tendencia a enseñar en equipo. “La codocencia es una transformación potente del modelo escolar tradicional, basado en la figura del docente aislado, responsable en soledad de un grupo y de un aula concebida como territorio individual”, explicó Sandra Ziegler, profesora de la UBA y Flacso. “Cuando los maestros planifican juntos, observan mutuamente sus clases y asumen de manera colectiva la responsabilidad sobre los aprendizajes, no solo mejora la enseñanza, sino que se vuelve posible acompañar con más precisión los aprendizajes de los estudiantes”, señaló. En Argentina, las reformas de la escuela secundaria en varias jurisdicciones prevén un mayor trabajo colaborativo entre los docentes. Río Negro fue la provincia pionera en avanzar en esta dirección con la implementación de la nueva Escuela Secundaria Rionegrina (ESRN) desde 2017. Allí las materias de secundaria se reorganizaron en siete áreas de conocimiento (por ejemplo, los profesores de Física, Química y Biología enseñan y evalúan juntos el área de Educación Científica y Tecnológica). En CABA, la propuesta de Secundaria Aprende también alienta el dictado conjunto de materias que antes se daban por separado y que ahora integran un mismo “laboratorio” (por ejemplo, los profesores de Historia, Geografía y Formación Ética y Ciudadana pueden enseñar juntos en un mismo espacio de “Ciencias Sociales”). El Colegio Aletheia, ubicado en Recoleta y basado en el enfoque pedagógico de Reggio Emilia, aplica la codocencia en el nivel inicial y primario. Baja de natalidad e inclusión Algunas jurisdicciones están avanzando en la implementación de esta estrategia como una forma de fortalecer la inclusión educativa. Desde el Ministerio de Educación de CABA explicaron que, en el marco de la política de educación inclusiva, están elaborando una propuesta para crear el rol de “maestro con funciones de apoyo” en algunas escuelas de nivel inicial y primario. “La tarea principal de este nuevo rol será planificar y dictar clases en co-enseñanza junto al maestro de grado o sala, atendiendo la diversidad del aula, y colaborar en la implementación de adecuaciones curriculares y didácticas que favorezcan la inclusión de todos los estudiantes”, informaron a Infobae desde el Ministerio. La implementación piloto de la propuesta empezará en 2026. El trabajo en parejas pedagógicas también se perfila como una respuesta posible frente a la caída de la natalidad y la disminución de la matrícula de estudiantes, que ya se está sintiendo en las aulas de nivel inicial y de primaria. El objetivo es personalizar el acompañamiento de los estudiantes para fortalecer los aprendizajes. La provincia de Buenos Aires es una de las que están avanzando en este sentido. Según informaron desde la Dirección General de Cultura y Educación, la expansión del trabajo en pareja pedagógica es una de las estrategias con la que planean abordar la reasignación de recursos por la caída de la matrícula. “Pensamos en un reordenamiento de cargos docentes. Estamos analizando escuela por escuela y cargo por cargo, ya que tenemos lugares donde las experiencias de pareja pedagógica funcionan muy bien, con mucho trabajo en el territorio”, dijeron fuentes de la DGCE bonaerense. En la provincia ya existen los cargos de maestro y profesor “de apoyo”, que trabajan en el aula con el docente a cargo del curso, planifican en conjunto y comparten también la responsabilidad del cuidado de los estudiantes. Los gremios docentes ven con buenos ojos la expansión de estas estrategias. “La codocencia es una herramienta muy interesante para el sistema, especialmente en primaria, donde ya estamos viendo una reducción de la matrícula por el impacto de la caída de la natalidad”, dijo Miguel Duhalde, secretario de Educación de CTERA. “El trabajo en dupla pedagógica favorece la calidad educativa, al brindar mayores posibilidades de atender las individualidades de los alumnos. En un contexto de creciente integración de estudiantes con discapacidad, esto resulta clave para que cada alumno reciba una atención personalizada”, señaló Duhalde. Desde CTERA consideran que la caída de la matrícula “se debería aprovechar para mejorar las condiciones de enseñanza y no para ajustar”. Según explicaron, están trabajando en un proyecto de ley de presupuesto educativo que propone, entre otras metas, expandir las escuelas de jornada completa con duplas pedagógicas. En primera persona (del plural) El Colegio Madre Teresa, una escuela privada gratuita de Virreyes, en el conurbano bonaerense, trabaja con parejas pedagógicas en algunos grados de la primaria. La escuela fue seleccionada este año entre las 10 mejores del mundo por su “superación de la adversidad”: los estudiantes provienen de contextos de alta vulnerabilidad social. En el Colegio Madre Teresa, de Virreyes, hay cursos donde dos docentes enseñan juntas durante la mitad de la jornada completa. Según explicaron a Infobae, aplican esta estrategia en cuatro aulas: las limitaciones económicas les impiden por ahora hacerlo de manera más amplia. En aquellos cursos donde el equipo directivo identifica “necesidades educativas de gran complejidad”, se asignan dos docentes que intervienen juntos durante la mitad de la jornada completa como “corresponsables” de la enseñanza. “Podemos mirar a cada niño de manera diferente, con sus necesidades específicas. Cada una de nosotras con su mirada enriquece el abordaje. También es una ventaja poder intercambiar entre nosotras. Se trabaja mucho mejor que estando sola”, afirmó Rosana Gamarra, maestra de primer grado. “Yo creo que siempre es de alto impacto que seamos dos en vez de una en el aula. Sobre todo porque hoy tenemos muchísima diversidad y eso requiere mucha atención. Entonces, por ejemplo, mientras una docente está dando la clase, la otra está mirando lo que cada alumno necesita: tanto el que va bien con el aprendizaje como el que necesita adecuaciones”, explicó Stella Funes, maestra de segundo grado. Anabella González, directora de nivel inicial y primario del Colegio Madre Teresa, destaca el impacto en los alumnos y en los docentes: “Trabajar en dupla potencia el clima de aula, organiza el tiempo con mayor flexibilidad y responde con más sensibilidad a los desafíos que se presentan. Se construye una pedagogía del acompañamiento, que no solo alcanza a los estudiantes, sino también a las docentes entre sí”. En el Colegio Madre Teresa destacan que la codocencia implica una "pedagogía del acompañamiento" que permite atender mejor la diversidad en el aula. El Colegio Aletheia, ubicado en Recoleta y basado en el enfoque pedagógico de Reggio Emilia, también implementa la codocencia en el nivel inicial y primario. Es el caso, por ejemplo, de Lucía Maza y Pilar Talavan: ambas maestras están a cargo de tercer grado. “La mirada de mi compañera siempre favorece el trabajo. No solo porque conoce bien al grupo, sino también porque tiene su propia perspectiva y su experiencia”, señaló Maza. “En este enfoque, no solo importa la mirada atenta del docente a cargo del grupo, sino también los intercambios que se generan tanto con las infancias como con los compañeros”, planteó Talavan. Maza destacó que el trabajo en pareja pedagógica también ayuda a abordar las cuestiones de convivencia en el aula: “Cuando surgen conflictos o desacuerdos entre los chicos, es fundamental escuchar sus voces y acompañarlos. Para eso, la mirada colectiva de los adultos resulta clave. Nos permite sostener, mediar y ayudar a los chicos y chicas a resolver los conflictos que aparecen en lo cotidiano”. Lucía Maza y Pilar Talavan trabajan en dupla pedagógica como maestras de tercer grado en el Colegio Aletheia de CABA. Flavia Isa es maestra de nivel inicial en la misma escuela; trabaja en dupla con Malena Hermo. Pertenecen a generaciones diferentes y están en etapas distintas de su desarrollo profesional: Flavia tiene 50 años y Malena, 27. “Formamos un equipo de trabajo que nos potencia mutuamente, porque nos permite no solo compartir la labor cotidiana, sino también hacer un seguimiento más detallado de los procesos de los niños y las niñas. Al ser dos docentes, y además contar con el acompañamiento de coordinadoras, atelieristas y otros profesionales, podemos desarrollar proyectos guiados por los intereses de las infancias”, sostuvo Isa. “Para mí, trabajar en conjunto con una compañera significa aprendizaje, porque en gran parte me formé como maestra aprendiendo de mis compañeras. También significa potenciar las ideas: una puede llegar con una punta para un proyecto y la otra la enriquece. El trabajo compartido permite una mirada más atenta y cuidadosa, una escucha más sensible a lo que cada grupo necesita”, consideró Hermo. Malena Hermo y Flavia Isa enseñan juntas en el jardín de infantes del Colegio Aletheia. Lucila Sánchez y Dana Villar también se complementan en su rol como pareja pedagógica al frente de la sala de 5. “Este formato me permite compartir saberes con otra docente, equilibrar miradas y buscar juntas nuevas formas de enseñar. En mi caso, trabajo con Dana, una compañera más joven. Entre las dos logramos un equilibrio muy valioso, que combina su entusiasmo, su energía y su juventud con mi experiencia y mi recorrido en la docencia”, destacó Sánchez. “Esta modalidad ofrece algo muy valioso: dos miradas, dos cuerpos presentes, dos voces que acompañan y alojan. Eso nos permite respetar los tiempos diversos de cada uno, estar más atentas a lo que necesitan y crear un espacio más cuidado y sensible. Para mí, esa es la principal ventaja: la riqueza de lo compartido, tanto en el diálogo entre docentes como en la relación cotidiana con las infancias”, reflexionó Villar. Lucila Sánchez y Dana Villar se complementan como dupla pedagógica al frente de una sala de 5 años. Claves para la implementación “El trabajo en pareja pedagógica implica construir acuerdos, reconocer las fortalezas de cada uno de los docentes y recibir y ofrecer retroalimentación”, explicó Rebeca Anijovich, profesora e investigadora de la UBA y la Universidad de San Andrés. El desafío requiere formar a los docentes para esta modalidad y también consolidar vínculos de confianza entre los colegas que van a compartir la enseñanza, señaló la especialista. El cambio implica un giro profundo en el perfil docente. Se trata de pasar “de un rol centrado en la transmisión individual de contenidos a otro enfocado en el diseño compartido de propuestas basadas en problemas reales, el uso estratégico de tecnologías para liberar tiempo de interacción pedagógica y la construcción de una mirada colectiva sobre los estudiantes”, describió Ziegler. Y agregó que la codocencia se alinea con “una visión de la escuela como comunidad profesional y no como suma de prácticas individuales”. Anijovich mencionó que existen varios modelos posibles: “En el primer modelo, un docente enseña mientras el otro observa, buscando evidencias de aprendizaje en las acciones de los estudiantes. En el segundo, un docente enseña y el otro acompaña a los alumnos según sus necesidades o demandas”. Hay un tercer modelo que funciona “en paralelo”: el grupo se divide en dos y cada docente trabaja con una mitad, adaptando estrategias a los diferentes ritmos de aprendizaje. El cuarto opera por “estaciones”: cada docente enseña una parte de la clase y los grupos van rotando. Una quinta posibilidad es que un docente enseñe a la mayoría del grupo mientras el otro trabaja con un grupo más reducido. Finalmente, el sexto modelo es el de la enseñanza en equipo, donde “ambos docentes enseñan en conjunto, con acuerdos previos sobre cómo se distribuirán las tareas y cómo se articularán para mantener coherencia en el trabajo del grupo”. Anijovich destacó que también existen variantes en las que se integran dos grupos con dos docentes y se aplican estos esquemas de forma combinada. La codocencia implica un giro profundo en el perfil docente y, por lo tanto, requiere también repensar la formación. (Foto: Colegio Aletheia) ¿Cuáles son las claves para una buena implementación? Ziegler mencionó algunas condiciones institucionales básicas: “Tiempos protegidos para planificar en conjunto, una cultura de confianza y apertura a la observación mutua, liderazgo directivo que habilite la experimentación y evaluación formativa de los procesos, habilitación de los supervisores y autoridades educativas ministeriales que permitan estas prácticas”. Un desafío crítico es lograr un verdadero trabajo conjunto, y no una mera división de tareas, aclaró. Anijovich sostuvo que este esquema no necesariamente requiere más presupuesto: “La codocencia supone una organización escolar diferente, pero no depende solo del dinero. Cuando uno se propone cambiar la gramática escolar, puede organizar parejas pedagógicas transitorias que trabajen juntas en determinados proyectos. Al finalizar el proyecto, cada docente vuelve a su área o disciplina: en ese caso, no implica que haya dos docentes permanentes por grado o por materia”. “Por supuesto que trabajar de a dos es deseable –porque cuatro ojos ven más que dos–, pero no debería ser el presupuesto el obstáculo para desarrollar este tipo de experiencias. Se trata, más bien, de repensar la organización institucional y pedagógica de la escuela para hacer posible un trabajo colaborativo”, afirmó Anijovich. “La escuela actual no puede sostenerse sobre lógicas de aislamiento profesional –coincidió Ziegler–. La codocencia, bien comprendida y acompañada, no es solo una estrategia organizativa: es una puerta para transformar las formas de trabajo, sostener el seguimiento de los estudiantes y hacer de la escuela un espacio donde se aprende y se enseña en colaboración”.

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