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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 10/08/2025 04:32
Juan Bautista Alberdi El Presidente de la Nación acaba de decir que no insultará más. ¡Muy bien! Luego desafió: “¡A ver si están en condiciones de poder discutir ideas! Perfecto, a eso vamos. Es correcta la afirmación de Milei de que ha sido el liberalismo la doctrina que forjó a la Nación Argentina y construyó el Estado Nacional. Sin embargo, el Presidente es como los patos: al poco andar, un disparate, luego otro, y así y así. Se auto percibe liberal, insiste sobre el asunto, haciendo suyas las ideas de economistas de nombres impronunciables, absolutamente desconocidos por los más, y alejados de nuestras mejores tradiciones liberales, de argentinos de bien, liberales casi todos ellos herederos del liberalismo español que tanta influencia tuvo a los inicios de nuestra vida independiente. No va a ser asunto de esta nota los indudables logros en materia macroeconómica alcanzados, superávit fiscal, (a mi gusto más apropiado es hablar de equilibrio fiscal) baja de la inflación y lucha denodada contra la inseguridad y el desorden. Un liberalismo espectral El Presidente, sus adláteres e intelectuales que lo aplauden a lo loco, hablan, profesan y exaltan un liberalismo que nada tiene que ver con nuestra historia, tradiciones y costumbres. No tienen raíces. ¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? De la nada aparecieron un día en la televisión y de la nada puede ocurrir que desaparezcan. Están en el aire, a la intemperie y al embate de vientos huracanados. Vale la pena un repaso de nuestros liberales patriotas. El inicio fue liberal El primer atisbo o manifestación física de la Argentina podemos hallarlos dentro de una institución mayor que la contenía: el Virreinato del Río de la Plata. Creación del rey Carlos III, un déspota ilustrado, seducido por las ideas de la Enciclopedia o sea el liberalismo. El primer virrey Vertiz se abocó a impulsar la modernidad desde el centro del Estado estimulando la obra pública, entre otras cosas. Fue un gran liberal. Luego apareció un liberalismo con mirada social. Los hombres que convocaron a la Asamblea del Año XIII estuvieron dispuestos, como liberales que fueron, a aliviar de males a los sectores sociales sufrientes del período colonial. Por ejemplo decretaron la libertad de vientres, esto es, los nacidos de un vientre esclavo luego del 31 de enero de 1813 serían libres. Suprimió el servicio indígena, títulos de nobleza y más. Ahora, para los liberales de cartón, anoticio que en estas resoluciones hay redistribución de la riqueza y la dignidad. De la riqueza porque el amo perdía a estos semovientes y de la dignidad, estimo que no es necesario desarrollarla. La justicia social no solamente hace referencia a la redistribución de la riqueza sino fundamentalmente a la dignidad que como seres humanos nos iguala a todos. Otro “pequeño” detalle de la Asamblea del Año XIII, que no desarrollaremos pues no hace a la especificidad de esta nota, es que en ella fueron presentados varios proyectos de Constitución uno se titulaba: “Constitución Liberal-federativa para las Provincias Unidas de América del Sud” (Ravigniani. Asambleas Constituyentes Argentinas). Un liberalismo federal. Interesante. Un Alberdi para todos, todas y todes Sus adláteres y referentes intelectuales, y el mismo Milei, no escatiman alabanzas a la figura de Juan Bautista Alberdi. Para desde allí extraer frases de su inmensa obra escrita y hacerle decir al tucumano cualquier pavada, siempre extrapolada. Alberdi como toda persona que atravesó setenta y cuatro años de historia no puede ser comprendido como una sola pieza. Con una sola mirada. Los tiempos cambian. Para la gente del común incluso, en tiempos lentos como el siglo XIX, la adecuación a la vida no fue sencilla. De andar a caballo, a diligencias y finalmente al tren, todo mudó: labores, tiempos, inquietudes, temores. La higiene personal, los cuidados de la salud, la técnica, el alumbrado, la calefacción, las comunicaciones, las relaciones interpersonales. Uff. Interminable la lista. Si para el hombre de a pie no fue sencillo, para los intelectuales resultó más complicado. Lo aprendido cuesta desarmarlo. No fue el caso de Alberdi que varió y acompañó los tiempos. De manera que al abordar a este pensador hay que contemplar el momento pero también la ductilidad del que lo estudia. De modo que seguir las ideas políticas del tucumano no es tarea sencilla como no lo es la de ninguno de los hombres dedicados a pensar y opinar. Pero lo importante del liberal tucumano fue que acompañó e iluminó la acción de Urquiza y la Constitución Nacional que le expropió a Buenos Aires las rentas portuarias que eran de todos. Jamás dudó de la justicia de este acto. ¡Liberales de antaño! ¿Expropiadores serían? ¿El Estado Nacional redistribuyendo la riqueza? ¡Jaja! ¡Dejen de usar a Alberdi! ¡Déjenlo descansar en paz! La justicia social Lamentable error de Milei cuando asegura que la justicia social es un robo y que nada tiene que ver con el liberalismo, y ningún liberal de papel que lo rodea le llama la atención. Primero porque no es cierto que sea un robo segundo porque deja en manos del progresismo esta demanda que se ha hecho carne en el alma de los argentinos. La justicia social nada tiene que ver con la frase absurda “donde hay una necesidad hay un derecho”, en realidad tiene más que ver con la consigna atribuida a Artigas: “naides más naides”. Desde lo profundo de nuestra historia arranca este espíritu democrático-liberal, y continuó hasta nuestros días, a veces bien, a veces mal. El general Roca abrazó rotundamente la justicia social, al promover la educación elemental obligatoria y elevar al Parlamento la Ley del Trabajo. No fue precisamente un progre. Figueroa Alcorta creó la Dirección de Trabajo que años después el general Perón transformó en Secretaría. Los liberales que volvieron al poder después de 1930 como el general Justo y su Ministro Federico Pinedo utilizaron al Estado para mejorar la economía nacional, en las antípodas de Milei. Ciertamente son momentos distintos. Pero convengamos que siempre hay un linaje que da identidad. El gobierno no lo tiene. Resulta desconocido el origen de estos liberales que nos gobiernan. Puede ser que para la política, para el presente, para esta gente, las tradiciones no cuenten. Puede ser. Sin embargo sospecho que su liberalismo libresco guarda más relación con el viejo unitarismo porteño, siempre tan alejado de la Argentina real y tan cerca de la evanescencia. En el siglo XX lo expresaron Lisandro de la Torre y la Revolución Libertadora, entre otros. Un liberalismo de campanillas alejado y enfrentado a la tradición liberal, democrática, federal y popular del interior del país.
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