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    Fecha: 10/08/2025 10:49

    La "izquierda nacional" de Jorge Abelardo Ramos, expresión que en su momento pareció herética, intentó acercar el peronismo a la izquierda, considerándolo como el campo nacional y popular que enfrentaba a la oligarquía. El "Colorado" Ramos murió en Buenos en 1994 durante la primera presidencia de Carlos Menem, quien lo había nombrado embajador argentino en México en 1989. Cuando el carácter neoliberal del menemismo ya era evidente, se negó a pronunciarse contra él. "No quieren que gobiernen los negros" fue la frase que le atribuyeron poco antes de morir de neumonía en 1994, a los 73 años, sus partidarios enfrentados al menemismo. Justificó la política menemista en la necesidad del gobierno de contar con la buena voluntad de las más grandes potencias, a la que atribuyó la "política de acercamiento". Si captar la buena voluntad de las potencias fuera posible, si aceptaran aliados y no exigieran vasallaje, habría que revisar la naturaleza del capitalismo, según una afirmación anterior del mismo Ramos. Ramos tuvo renombrados seguidores, como el artista plástico Enea Spilimbergo y el filósofo Ernesto Laclau. Los años han desdibujado mucho la figura de Ramos; pero más la habría tragado el olvido si no hubiera tenido un continuador en Laclau. Laclau fue alumno de Ramos, al que tenía por "el pensador político argentino de mayor envergadura que el país haya producido en la segunda mitad del siglo XX". Explicaba que su pensamiento avanzó a través del revisionismo histórico "en una comprensión de la historia argentina en la cual la noción de los actores colectivos se modificó de una manera fundamental" Laclau dejó a una compañera de cátedra en la Universidad de Buenos Aires un trabajo teórico que tenía en preparación sobre la propiedad en la pampa argentina y se radicó en Inglaterra en 1971, perseguido por el gobierno de la "revolución argentina". Dio clases en la universidad de Essex, y también en la de Northwestern, en las que teorizó sobre el populismo como una forma de democracia latinoamericana. Prescindió de algunos puntos esenciales del marxismo, como la construcción de un partido revolucionario, para instalar en su lugar el concepto abstracto de "pueblo". La influencia de Ramos se ve en la afirmación de Laclau de que la revolución nacional se había iniciado bajo banderas burguesas con el peronismo, y esos límites habían conducido a la derrota histórica de 1955. Por eso, la tarea pendiente era retomar el curso revolucionario y llevarlo hacia la victoria bajo banderas socialistas. Laclau dio desde Inglaterra lecciones europeístas a sus compadres argentinos, con muy poca atención a las culturas ancestrales del continente americano, sin atender a sus concepciones, que debieron parecerle desdeñables o meras curiosidades. De todos modos, su capacidad para formular doctrina y su sutileza eran mucho mayores que las de Ramos. Se centró ante todo en la evolución en América del injerto europeo y supo ver en este campo acotado diferencias y parecidos. Su sistema es una variante del análisis del discurso basado en Lacan, Foucault, Derrida y Barthes, llamada luego "escuela de Essex del análisis del discurso". La caracterización de Laclau como postmarxista se funda en su rechazo al determinismo económico "dialéctico" y a la lucha de clases como el antagonismo central de la sociedad. Propuso en su lugar una democracia radical, que en América Latina tomó forma en el populismo, y una concepción agonal de la política, que curiosamente recuerda a la de Carl Schmidt, teórico católico conservador, colaborador del nazismo, donde todos los antagonismos puedan ser expresados. Para Laclau una sociedad sin antagonismos es imposible, por lo que la sociedad plena no existe; aunque también es posible que lo que no exista sea una sociedad que responda plenamente a la idea de ella que propone Laclau. Laclau define el populismo a partir del discurso, con base en el lingüista Ferdinand de Saussure. El "pueblo" no es un objeto para estudiar sino un modo de construcción política propia de la comunidad, la que nunca podrá satisfacer todas sus demandas. Es un "significante vacío", expresión tomada de la lingüística, un término sin significado predeterminado; su contenido se construye a través de la lucha política y la articulación discursiva. La identidad populista no es entonces un punto de partida, por ejemplo un "ser nacional", sino un efecto. Las "masas" como las entendía Freud se caracterizan por la vinculación libidinal con el líder con el que se identifica y el que obedece. El líder está en el sitio del ideal y suscita una identidad que es un conjunto de "yo" identificados. Para Laclau, contra esta forma obediente y pasiva de las masas el populismo se propone una identidad producida desde el discurso. Los sujetos del populismo tienen la palabra y son actores políticos, se trata de inclusión y democracia. Las masas de Freud y de Laclau En "Psicología de las masas y análisis del yo", Freud expone su concepción de las masas: son asociaciones de individuos que se manifiestan con características bárbaras, violentas, impulsivas y carentes de límites, en las que se echan por tierra las represiones. Son grupos humanos hipnotizados, con bajo rendimiento intelectual, que buscan someterse a la autoridad del líder poderoso que las domina por sugestión. Se trata de una constitución libidinosa producida por la identificación al líder, en la que una multitud de individuos pone en el mismo objeto (el líder) el lugar del ideal del yo –operador simbólico que sostiene la identificación de los miembros entre sí–. Por lo tanto, dos operaciones constituyen y caracterizan a la masa: idealización al líder e identificación con el líder y entre los miembros. En resumen, la masa implica una respuesta social no discursiva sino puramente libidinal. Institucionalismo y populismo En una entrevista periodística, Laclau dio su punto de vista sobre tecnocracia y política: –Al pensar en el espectro político, tenemos que pensar en dos extremos, que son imposibles en la realidad. De un lado está el institucionalismo y, del otro, el populismo. En el caso del populismo, está la apelación a las masas y su movilización. En el institucionalismo, está la canalización de las demandas por medio de mecanismos individuales y no de masa. Si se exagera con el institucionalismo, se termina en una tecnocracia, en la sustitución de la política por la administración. Es un resultado no democrático. Saint-Simon dijo que el gobierno de los hombres iba a ser reemplazado por la administración de las cosas. Estaba expresando la creencia en la tecnocracia, porque quien administra las cosas gobierna a los hombres. En Latinoamérica, el estado liberal fue creado en la segunda mitad del siglo XIX, pero ese sistema no representó a fuerzas democráticas progresistas, como ocurrió en Europa. El estado liberal en Latinoamérica fue la forma como las oligarquías locales organizaron una maquinaria clientelista. Los parlamentos eran un instrumento de poder de esas oligarquías. Así, cuando surgieron los movimientos de masas no comenzaron por medio de canales institucionales liberales. Por el contrario, en muchos casos, dictaduras militaristas antiliberales fueron los canales de expresión de demandas democráticas. Piense en el proceso ocurrido en Brasil, pasando por el levantamiento del Fuerte de Copacabana, la Columna Prestes, la Revolución de 1930 y el Nuevo Estado. Eso representó a nuevas fuerzas políticas que elevaban demandas democráticas, pero no por medio de canales institucionales liberales clásicos. Con el peronismo también fue así. El izquierdismo del populismo en América Hay una explicación para el izquierdismo del populismo en América. Crawford Brough Macpherson, teórico canadiense, escribió que, al comienzo del siglo XIX, en Europa, el liberalismo y la democracia eran ideologías con distintas orientaciones. El liberalismo era una forma de organización aceptable. Y la democracia era un término peyorativo, como lo es hoy el populismo. La democracia se identificaba con el jacobinismo. Fue necesario un largo camino, con revoluciones, para que hubiera una combinación estable entre liberalismo y democracia. Hoy hablamos de liberalismo y de democracia como si fueran la misma cosa, pero no lo son. En Latinoamérica, esa distancia entre liberalismo y democracia nunca fue cancelada por completo. Eso significa que hubo una dualidad en la experiencia democrática de masas. De un lado está la tradición liberal democrática en ese caso hay que pensar en aquellos que intentaron, en el siglo XIX, democratizar, por dentro, el sistema liberal. Del otro lado, está la tradición popular y nacionalista, que es otro camino para la democracia. Fue el camino seguido por Latinoamérica en el siglo XX. Ahora, por primera vez, tenemos la combinación de las dos tradiciones. Tenemos regímenes nacionalistas y populares en países latinos que no se oponen a las libertades que se arroga el estado liberal. Algunas definiciones de Laclau -"El populismo no es en sí ni malo ni bueno: es el efecto de construir el escenario político sobre la base de una división de la sociedad en dos campos. Puede avanzar en una dirección fascista o puede avanzar en una dirección de izquierda". -"Cuando las masas populares que habían estado excluidas se incorporan a la arena política, aparecen formas de liderazgo que no son ortodoxas desde el punto de vista liberal democrático, como el populismo. Pero lejos de ser un obstáculo, el populismo garantiza la democracia, evitando que ésta se convierta en mera administración". -"La crítica clásica al populismo está muy ligada a una concepción tecnocrática del poder, según la cual sólo los expertos deben determinar las fórmulas que van a organizar la vida de la comunidad". -"Cuando las aspiraciones democráticas de las masas empiezan a presentarse en los años 30, 40, 50, muchas veces se expresan a través de formas políticas que fueron estrictamente antiliberales, como el peronismo, regímenes formalmente antiliberales que, sin embargo, fueron profundamente democráticos porque dieron cabida a una serie de aspiraciones de las masas". -"Si bien es cierto que la aglutinación de demandas depende un poco de la figura del líder, también es cierto que el ascenso de un líder (y no de otro) depende de las demandas que están en la base. Por un lado, los gobernantes se transforman en el símbolo de los gobernados, pero por otro lado los gobernados crean las bases para la constitución de este líder". El populismo hoy Según Laclau, el populismo no es bueno ni malo, puede producir efectos varios. Actualmente el pensamiento de Laclau sigue teniendo vigencia en el análisis de la política, que suele ser campo propicio para la desigualdad y la polarización. Para Laclau el populismo se vincula estrechamente con demandas sociales insatisfechas, que nunca parecen en camino de satisfacerse. Por esa vía se crea un pueblo que se identifica con líderes o "relatos" que suelen ser sobrepuestos a la realidad de modo de darle matices favorables a las intenciones del líder. Semejante superposición permite a los adversarios afirmar que el relato termina reemplazando a la realidad en las creencias del "pueblo", que sufrirá en consecuencia una fuerte desilusión cuando la realidad se imponga según su costumbre. De la Redacción de AIM.

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