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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 10/08/2025 10:49
Longarela combina su formación en Psicología con la escritura de historias íntimas y emocionalmente complejas - (Carlos Ruiz) Andrea Longarela es, para muchos lectores, sinónimo de emociones profundas, personajes con cicatrices y paisajes interiores tan complejos como evocadores. Es autora de títulos como El faro de los amores dormidos, Te espero en el fin del mundo o Amor se escribe con H y otras maneras de decirte que te quiero, y es una de las voces españolas más queridas y seguidas de la novela romántica. Con un impacto que cruza el charco, su obra traspasa idiomas y fronteras, y se adentra en el corazón de quienes buscan historias honestas, intimistas y llenas de humanidad. En el marco del lanzamiento latinoamericano de Cuando despierten las flores, Longarela conversó con Infobae sobre su recorrido, sus inquietudes, el proceso de creación y los matices internos de personajes como Annie y Drake, protagonistas de su última novela. En Cuando despierten las flores, explora la culpa como eje emocional del protagonista masculino - (Gentileza de Editorial Planeta) La autora, que combina la sensibilidad literaria con una sólida formación en psicología, comparte cómo surgen sus historias, la importancia del simbolismo y los desafíos de enfrentarse a los propios miedos. Lejos de fórmulas prefijadas, su universo literario explora el amor desde múltiples aristas: la pareja, la amistad, la familia y las pérdidas. El origen y la construcción de las historias de Andrea Longarela El nacimiento de una historia no sigue un camino lineal ni parte de un solo germen para Longarela. La autora explicó que las ideas llegan “desde aquí y allá un poco”, y que suelen convivir en su mente varios proyectos en distintos grados de maduración. Algunas ideas, admitió, “todavía están muy verdes” y requieren tiempo para desarrollarse, mientras otras esperan el instante adecuado para florecer. “De repente todo encaja y es el momento para ese proyecto”, señaló la escritora. Con su última novela, Cuando despierten las flores, experimentó un proceso distinto al habitual. Aunque la historia no llevaba mucho tiempo gestándose, por primera vez surgió con la claridad de un “fogonazo”. Andrea Longarela es una de las autoras más leídas de la novela romántica española contemporánea - (Hearst España) Según relató, el punto de partida fue un giro argumental fundamental: “Parto de ese giro de la historia, y a partir de ahí la fui envolviendo, encontrando un contexto, unos personajes que encajaran con lo que quería contar”. Para Longarela, ese momento en que “las piezas encajan” es el indicio de que la historia está lista para ser escrita. Ella dejó en claro que muchas veces el proceso creativo implica aceptar la imprevisibilidad y permitir que las ideas se asienten hasta que “llega un momento en el que dices: ahora sí lo tengo, ya puedo empezar”. La intuición y el respeto por los tiempos internos aparecen como pilares en la manera en que la autora elige y da forma a cada proyecto. La creación de personajes complejos y matices generacionales Al abordar el universo de sus personajes, Longarela sostuvo que la riqueza de matices es fundamental en sus novelas. Considera que la fuerza de una historia se asienta en personajes creíbles, alejados de los extremos y dotados de capas que los hacen sentir reales. “Para mí los personajes son superimportantes en las novelas, porque al final sostienen toda la trama. Si los personajes no son coherentes o no son creíbles, todo falla”, explicó. La escritora defendió la importancia de construir seres humanos “que no sean blancos o negros, sino grises”, capaces de cambiar según las circunstancias, igual que ocurre en la vida real. Reveló que muchas veces reescribe el inicio de una novela tras avanzar en la escritura, porque el conocimiento profundo de los personajes solo llega con el desarrollo de la trama: “Vuelvo al principio y rehago parte del inicio porque me doy cuenta de que la presentación original no encaja con quien es realmente el personaje”. El proceso creativo de Longarela no sigue fórmulas: parte de ideas sueltas que maduran con el tiempo hasta encajar - (Gentileza de Editorial Planeta) A propósito de Drake y Annie, protagonistas de Cuando despierten las flores, la autora contó que los creó en contraste: Drake parte de “un perfil muy cliché, de chico de éxito, carismático, un poco egoísta, narcisista, porque lo tiene todo. Pero la vida le hace tocar fondo y tiene que volver a conocerse”. La oscuridad y la profundidad acompañan ese viaje de transformación del personaje. Annie, en cambio, “es un personaje muy luminoso”, pese a que también carga su propio equipaje emocional. El encuentro entre ambos produce una mezcla de “luces y sombras” que define la esencia de la novela. Si bien, la literatura romántica española contemporánea se nota la existencia de una “ola” generacional de escritoras con personajes polifacéticos, la autora remarcó que la complejidad depende de la mirada y el proceso de cada escritor. Internacionalización, vínculo con los lectores y redes literarias Cuando Longarela inició su camino como escritora, no imaginaba que sus historias trascenderían las fronteras de España. Admitió que ni siquiera esperaba captar lectores en su propio país, mucho menos llegar a lugares tan distantes. “Me alucina que en Polonia una chica esté leyendo mi libro, me parece fascinante, como que me cuesta mucho aceptarlo porque no lo vemos”, confesó. A partir de la publicación de Te espero en el fin del mundo, sus libros cobraron gran popularidad en España y posteriormente conquistaron a lectores de toda Latinoamérica. Longarela recordó sus inicios en la autopublicación en Amazon, donde encontró el primer apoyo de lectoras argentinas, chilenas y mexicanas. Ese cariño internacional aumentó su deseo de visitar Latinoamérica y devolver personalmente ese afecto. “Me encantaría hacer un tour y estaría encantada, porque hay muchísimas lectoras que me dan mucho cariño y apoyo”. “Los veranos olvidados” fue autopublicada por Andrea Longarela en Amazon en 2016 y cuenta con un prólogo escrito por su colega y amiga Alice Kellen - (Gentileza de Editorial Planeta) El mundo literario, para ella, significa mucho más que una carrera: le dio amistades profundas y una red de apoyo esencial. Considera imprescindible contar con personas del entorno creativo “con las que poder desahogarse y compartir”, ya que existen aspectos del proceso difíciles de comprender para quienes no lo experimentaron desde dentro. Entre esos lazos, la escritora destacó su relación con varias colegas que con el tiempo se volvieron esenciales. Señaló a Alice Kellen, Cherry Chick, María Martínez y Saray García como miembros vitales de su círculo, compañeras que se transformaronen amigas imprescindibles. Un ejemplo emotivo de este compañerismo es el prólogo que Kellen escribió para Los veranos olvidados. “Ese prólogo me lo escribió en 2016, antes de que ella fuera lo que es ahora. Ya había publicado pero había salido solo una novela o dos en editorial, no estaba con Planeta, era hace muchísimos años. Me escribió ese prólogo porque yo la autopubliqué en Amazon esa novela”. El proceso creativo: bloqueos, documentación y síndrome del impostor A pesar de una trayectoria consolidada y el reconocimiento recibido, Andrea admite que cada proceso creativo conlleva nuevos desafíos. Durante la escritura de Cuando despierten las flores, el inicio resultó especialmente exigente debido a la presión interna y las expectativas externas. La autora se sinceró sobre la presencia constante del síndrome del impostor. “Cada vez tengo más síndrome del impostor. Cuantas más novelas y más experiencia, más presión siento, porque quiero hacer una novela que guste mucho”. En la primera mitad del proceso, Longarela atravesó intensos periodos de duda e incertidumbre, y en varios momentos pensó en abandonar el proyecto. Sin embargo, explicó que todo cambia cuando surge el “enganche” con la historia: “llega un punto en que te enganchas, y de repente estás dentro”. La segunda parte de la novela se convirtió entonces en una experiencia plenamente gratificante, aunque subrayó que la creación literaria nunca es simple ni predecible. La autora considera que el romance actual en España es un género más libre, diverso y alejado de los clichés - (Hearst España) Longarela remarcó la importancia de la documentación previa y una planificación mental cuidadosa antes de iniciar la escritura. Aseguró que, al sentarse a escribir, ya desarrolló gran parte del trabajo conceptual en su mente. Aunque el arranque puede ser difícil, esa preparación le permite avanzar con mayor claridad. “Cuando me siento a escribir ya he hecho mucho trabajo de documentación, lo tengo muy hilado en la cabeza. Aunque me cueste al principio, normalmente ya la tengo muy clara”. El síndrome del impostor es, para ella, una batalla diaria. “Intento quitarme esa máscara que me está diciendo todo el rato que no vale la pena. Dejo distancia con el texto y lo vuelvo a leer como si no fuera mío”, relató. Su desafío es balancear la autoexigencia con la confianza, aceptando que la subjetividad de los lectores impide satisfacer todas las expectativas. Longarela también exploró la fantasía, lo que le abrió nuevas posibilidades narrativas. Definió esta incursión como una experiencia divertida y liberadora: “La fantasía te permite cruzar límites que en la contemporánea no se pueden. Los personajes pueden ser más extremos, y mientras haya coherencia, todo está permitido”. A pesar de que no planea volver a ese género en el corto plazo, no descarta adentrarse en distopía o novela negra en el futuro. Varios proyectos permanecen reservados, esperando la oportunidad editorial adecuada. Actualmente, Longarela prepara un nuevo proyecto, que describió como “muy nostálgico y familiar, dentro de la línea de lo que he hecho siempre”, y reafirmó su entusiasmo ante la posibilidad de crear nuevos mundos y personajes. El simbolismo visual y narrativo es clave en sus obras: en su último libro, usa la metáfora de los peces bajo el hielo - (Gentileza de Editorial Planeta) Romance contemporáneo, simbolismo y evolución del género Longarela defendió el valor del romance como género literario y su capacidad de transformación en los últimos años. Explicó que, aunque el amor es una temática universal, sus novelas buscan ir más allá de la historia romántica tradicional para enfocarse en los sentimientos desde distintos ángulos. “Me gusta decir que son historias de sentimientos. Hay novelas más centradas en el romance y otras en la evolución del personaje, amor familiar o fraternal”. Ejemplificó esto con títulos previos como El faro de los amores dormidos, donde el amor no solo es de pareja, sino también entre generaciones o de amistad. A juicio de Longarela, la novela romántica en España vivió una importante diversificación. Lejos de seguir patrones fijos o fórmulas predecibles, hoy el género abarca una enorme variedad de historias y miradas. “Ahora hay muchísima variedad. Ya no son dos personas que se conocen, se enfadan y se arreglan, como se definía injustamente antes. Hay historias de todo tipo y se puede escribir sobre cualquier tema dentro del romance”, aseguró. El simbolismo ocupa un lugar destacado en su estilo personal. La autora reveló que elige cada cita, metáfora y detalle con una intención específica. En Cuando despierten las flores, por ejemplo, incorporó una frase de Julio Cortázar y asoció la portada del libro con la imagen de los peces bajo el hielo. Este paralelismo funciona como reflejo de los protagonistas. “A veces las personas nos sentimos como debajo del hielo, aislados, congelados, hasta que te atreves a romper el hielo y las flores despiertan cuando llega la primavera. Todo es simbólico”. Longarela se confesó apasionada de las metáforas y los pequeños detalles que dan sentido profundo a sus historias. Dijo que cada libro busca una imagen central o una metáfora destacada, y que disfruta trazar paralelismos entre la vida cotidiana y los paisajes emocionales de sus personajes. Actualmente trabaja en una nueva novela de tono nostálgico y familiar, en línea con su estilo habitual - (Instagram: @andrea_longarela) Psicología, emociones y el tratamiento del sentimiento en sus novelas La formación en Psicología de Andrea resulta evidente en la profundidad y autenticidad emocional de sus personajes. Aunque nunca ejerció clínicamente, la autora reconoce que sus años de estudio marcaron su manera de construir historias y, sobre todo, seres humanos complejos. “Todos me decían que cómo se notaba que era psicóloga, que había estudiado Psicología. Me di cuenta de que, aunque no lo pareciera, todo lo que aprendí me sirvió muchísimo para explorar posibilidades emocionales en mis novelas”. Longarela destacó que el conocimiento adquirido le permite abordar asuntos delicados, como el duelo o la culpa, desde una perspectiva honesta y realista. Es un desafío al que se enfrenta especialmente en Cuando despierten las flores, donde el “sentimiento de culpa” es el eje que moviliza al protagonista. “Es un sentimiento muy poco tratado en romántica, porque no es bonito, es incómodo. Pero el personaje principal parte de eso y el reto es que el lector pueda enamorarse de alguien que arrastra culpa”, subrayó la autora. Para ella, la escritura implica ponerse en la piel del otro, mirar con distintas gafas y atravesar incluso las emociones incómodas. Cree que ese es uno de los grandes aportes de la psicología a la literatura: la capacidad de empatizar y comprender las distintas fases emocionales de una persona. “Lo importante no es lo que te cuentan, sino cómo te lo cuentan”, concluyó Longarela, convencida de que el verdadero puente con el lector se construye a partir de la experiencia emocional compartida.
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