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» Primerochaco
Fecha: 05/07/2025 14:25
En un contexto educativo donde las problemáticas de violencia escolar, acoso entre pares y baja autoestima se presentan con frecuencia, la docente Olga Meza decidió tomar la iniciativa y desarrollar, junto a su colega Darío Villalba, un taller integral contra el bullying. La propuesta se llevó adelante en escuelas de Villa Río Bermejito, El Río, Miraflores, Asustado y Priscileta, localidades que recorre como docente «taxi» —como se define por la cantidad de kilómetros que realiza para dar clases en diferentes instituciones. “Detectamos una situación de bullying entre dos alumnas y a partir de ahí empezamos con charlas, dramatizaciones, actividades de autoestima y entrega de folletos. Fue sorprendente: hubo un cambio de actitud profundo. Una de las chicas pidió disculpas públicamente, y eso no lo esperábamos”, relató Meza en diálogo con Radio Provincia del Chaco. La experiencia comenzó en la Escuela Base N°181 de Bermejito, pero rápidamente despertó el interés de otros colegas y escuelas que enfrentan situaciones similares. El proyecto, aún sin marco normativo formal, apunta a trabajar la empatía y las emociones a través de actividades lúdicas y creativas. De la catarsis al cambio La propuesta se basa en dramatizaciones que recrean escenas reales de acoso escolar. “Cuando las chicas se vieron reflejadas en esas actuaciones, se dieron cuenta del daño que causaban. Una de ellas dijo: ‘Yo soy así, profe, pero no quiero serlo más’”, relató emocionada Meza. La docente remarcó que las actividades fueron posibles gracias al respaldo de la dirección escolar: “Nuestra directora nos dio libertad para trabajar. Sabemos que no siempre ocurre eso, porque muchas veces, cuando el Estado no acompaña, los directivos se limitan y el docente también”. “El bullying está en todas partes. A veces se origina por el aspecto físico, otras por la situación económica o el acceso a bienes como celulares o ropa. Es fundamental educar emocionalmente”, sostuvo. La escuela no puede sola Meza fue contundente al señalar que la responsabilidad debe ser compartida entre docentes, directivos, padres y el Estado: “El docente no puede solo. Necesitamos que los padres crean en lo que se les dice, que hablen con sus hijos, que estén atentos. Muchas veces los chicos dan señales —aislamiento, tristeza, cambios de actitud— y no se las ve”. También se refirió a una realidad cruda pero frecuente: “Algunos padres usan la escuela como un depósito, se desentienden de lo que hacen sus hijos, no creen en los docentes y hasta se enojan si se suspende una jornada por mal tiempo. Pero luego se sorprenden cuando el problema explota”. ¿Un proyecto de ley? Aunque la propuesta nació como una actividad pedagógica puntual, la repercusión generada hizo que Meza comience a considerar elevar su experiencia como proyecto legislativo. “Todavía no hablé con ningún legislador. No pensamos que iba a generar tanto interés. Pero recibí muchos mensajes de colegas de otras escuelas diciendo que ellos también viven estas situaciones. Así que sí, creo que hay que avanzar con esto”. La docente apuesta a que esta experiencia se replique en más instituciones y cuente con respaldo estatal: “Nos faltan recursos, materiales, formación. Pero cuando hay voluntad, se puede. Solo tenemos que trabajar en equipo”.
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