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  • Los dos factores de peso que influirán en la nueva CGT que se elegirá dentro de 9 meses

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/02/2025 04:46

    Héctor Daer, Gerardo Martínez, Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Sergio Palazzo Faltan 9 meses para que se nazca una nueva CGT, pero, a diferencia de anteriores instancias de este tipo, hay menos que certezas que nunca acerca de qué surgirá del congreso cegetista en el que se elegirán las autoridades hasta 2029. ¿Habrá otra vez un triunvirato de conducción o un solo secretario general? ¿Se mantendrán las mismas figuras que hoy lideran la central obrera? ¿Habrá una recomposición de sectores sindicales o seguirá el mismo equilibrio de corrientes internas? ¿Tendrá un sesgo más opositor o dialoguista respecto del gobierno de Javier Milei? En principio, lo único en firme es que el mandato de los 49 miembros del actual Consejo Directivo vencerá el 11 de noviembre próximo, aunque habrá al menos dos factores de peso que condicionarán el diseño de la futura cúpula cegetista. Por un lado, una veintena de importantes sindicatos irá a elecciones para definir sus conducciones por los próximos cuatro años y, aunque se espera que los máximos líderes busquen otra reelección, ahora nadie desestima que haya alejamientos o recambio de dirigentes. Por otro, el congreso de la CGT tendrá lugar luego de las elecciones legislativas del 26 de octubre, un dato clave que influirá en el armado de la próxima central obrera: la impronta que tendrá y los nombres que finalmente se elijan dependerán de cómo le vaya en las urnas a Milei, al peronismo y a la oposición en general. El sindicalismo se juega una partida decisiva en los comicios nacionales de octubre. Por más dialoguista que sea ahora la mayoría de la CGT, los gremialistas saben que un triunfo amplio de La Libertad Avanza hará crecer las probabilidades de que Milei quiera avanzar con más reformas de la legislación laboral e incluso de la Ley 23.551 de Asociaciones Sindicales, como ya está planteado en la llamada “Ley Tetaz”, con la eliminación de la reelección perpetua, la prohibición de la cuota solidaria (crucial para el financiamiento de los gremios) y la obligación de que los dirigentes presenten sus declaraciones juradas. Héctor Daer, junto con Carlos Acuña, en el congreso de la CGT que se realizó el 11 de noviembre de 2021 (Foto NA) A la vez, casi todos los sectores sindicales se están encolumnando detrás de la figura de Axel Kicillof como el referente del espacio peronista (ahora desde su flamante Movimiento Derecho al Futuro) que si triunfa en la provincia de Buenos Aires en las elecciones legislativas quedará en una ubicación privilegiada para la carrera por quedarse con la candidatura presidencial del PJ en 2027. Los dirigentes gremiales dialoguistas que controlan la CGT tienen una mala relación con Cristina Kirchner y La Cámpora, de la misma forma que Hugo Moyano, por lo que apuestan al gobernador bonaerense para los próximos comicios nacionales y procurarán incidir en el armado de las listas de candidatos. Aun así, hay demasiados postulantes de extracción sindical para la nómina bonaerense, comenzando por los kirchneristas Sergio Palazzo (bancarios), Hugo Yasky (CTA de los Trabajadores) y Vanesa Siley (judiciales), que intentarán tener otro mandato como diputados nacionales. Pero en esa lista hay quienes anotan como potencial candidato a diputado por la Provincia a Héctor Daer (Sanidad), cotitular de la CGT, de mucha sintonía política con Kicillof y que apoya de manera entusiasta un proyecto del gobernador en uno de sus temas más afines: la creación de un laboratorio público de medicamentos. En el entorno del titular de la Federación de Trabajadores de la Sanidad (FATSA) insisten en que no saben nada sobre una oferta para volver a la Cámara Baja (fue diputado nacional del Frente Renovador entre 2013 y 2017), mientras no descartan que resuelva dar un paso al costado como uno de los líderes de la CGT, donde integra el triunvirato desde agosto de 2016. El actual triunvirato de la CGT, integrado por Héctor Daer, Carlos Acuña y Octavio Argüello Antes, de todas formas, Daer irá a elecciones en la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA) Filial Buenos Aires para buscar otro mandato como secretario general, de la misma manera que este año lo harán en sus organizaciones colegas cegetistas como Palazzo, Gerardo Martínez UOCRA), Luis Barrionuevo (gastronómicos), su hermano Rodolfo Daer (Alimentación), Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), Amadeo Genta (municipales porteños) y Jorge Sola (seguros). Una revalidación del poder en sus sindicatos los dejará posicionados para la nueva CGT. Si Milei logra un rotundo éxito electoral, lo más lógico es que se mantenga el predominio interno de los dialoguistas en la central obrera. El propio Daer (si decide continuar en la CGT), Martínez, Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), más aliados como Sergio Romero (UDA), Rodolfo Daer, Sasia y Sola, entre otros, son miembros del ala moderada, y están asociados actualmente en la cúpula cegetista con Moyano y Barrionuevo, aunque los hermanos Daer desorientan a la primera plana del Gobierno porque en las últimas semanas se endurecieron. Como anticipó Infobae, fue Héctor Daer quien tuvo la idea de organizar a fines de enero un encuentro con las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y otros organismos de DDHH en la sede de la CGT para hablar sobre los recortes oficiales en el área de derechos humanos. Y motorizó la presencia de una columna de la CGT en la marcha contra los polémicos dichos de Milei en el Foro de Davos, un tema que causó divisiones con dirigentes que no querían pelearse abiertamente con el Gobierno. Por eso, a aquella reunión sólo fueron 11 de un Consejo Directivo de 49 miembros. El dirigente dialoguista de la CGT Gerardo Martínez y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos (Foto Franco Fafasuli) En caso de que La Libertad Avanza arrase en las urnas, ¿se arriesgarán a quedarse en sus puestos los dirigentes que llevan 20 o 30 años al frente de sus gremios y que podrían ser testigos de cómo Milei los acorrala aún más y cambia las reglas de juego para el poder sindical? Los dirigentes gremiales nunca abandonan sus cargos, pero un ejemplo distinto fue el de Jorge Omar Viviani, histórico líder de los peones de taxis, que renunció luego de 37 años porque, según interpretaron algunos de sus colegas, percibió que iba a perder su pelea a muerte contra las aplicaciones como Uber y Cabify (que fue lo que sucedió). En cambio, el escenario de unas elecciones legislativas en las que Milei pierda la provincia de Buenos Aires y otros distritos importantes le dará oxígeno político a los más duros de la CGT o, en todo caso, provocará que los dialoguistas no lo sean tanto: un gobierno libertario debilitado precipitará reacomodamientos sindicales y lógicos intentos de aprovechar para tratar de que el PJ vuelva al poder dentro de dos años. La conducción de la nueva CGT quedará condicionada a los resultados electorales, aunque hoy parece difícil que se abandone el esquema del triunvirato, pese a que hay coincidencia entre los sindicalistas de que nunca funcionó bien. Pero no hay un sector que se imponga claramente a otro y mucho menos un dirigente que tenga un perfil de líder único y que inspire el respeto de todos. Hay un antecedente similar que terminó distinto: Saúl Ubaldini, dirigente de la diminuta rama de levaduras del Sindicato de Cerveceros, fue elegido a comienzos de los años ochenta como titular de la CGT porque había demasiada división interna en el gremialismo peronista como para consensuar un nombre. “El pibe”, como lo llamaban a Ubaldini, surgió como un candidato encumbrado por experimentados líderes como Lorenzo Miguel (UOM) y Diego Ibáñez no sólo porque resolvía ese dilema sino también porque pensaban que lo iban a poder manejar (en eso se equivocaron). La figura de Saúl Ubaldini, un modelo posible para liderar la futura CGT ¿Se podrá buscar un Ubaldini del siglo XXI que, de paso, evite a la dirigencia de siempre pagar los eventuales costos políticos por no poder frenar las reformas mileístas? Es una posibilidad. Aunque hoy todos imaginan que en noviembre se elegirá otro triunvirato que, si no hay sorpresas, volverá a tener un representante de “los Gordos” (Héctor Daer y Armando Cavalieri, de Comercio) en alianza con los independientes (Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri), un exponente del moyanismo (podría seguir Octavio Argüello, el sucesor de Pablo Moyano) y un miembro del barrionuevismo (algunos dudan sobre la continuidad de Carlos Acuña, de estaciones de servicio, por lo que el jefe gastronómico recurriría a su semillero de dirigentes fieles para elegir al reemplazante). Pero no son pocos los líderes cegetistas que apuestan a que la futura CGT tenga a una mujer en el máximo nivel de conducción para adaptarse a los nuevos tiempos de protagonismo femenino. De la misma forma, creen que los nuevos integrantes del triunvirato deberían ser más jóvenes para cumplir con esa cuota de renovación sindical que sigue estando en deuda. Son algunos de los interrogantes imposibles de responder hoy, sobre todo porque la CGT está virtualmente paralizada, dominada por las internas y la atomización eterna. Sergio Romero, en la conferencia de prensa en la CGT, con un solo cotitular cegetista, Octavio Argüello, y pocos dirigentes más El ejemplo más reciente fue la conferencia de prensa del jueves pasado en donde los gremios docentes de la CGT anunciaron los paros del 24 de febrero y del 5 de marzo. Era la primera manifestación de una central obrera que reaccionaba contra el Gobierno por la dilación en convocar a la paritaria nacional docente mientras el sueldo mínimo de los maestros se mantiene desde agosto en 420 mil pesos, pero, sugestivamente, el secretario de Políticas Educativas de la CGT, Sergio Romero (UDA), y sus colegas Sara García (AMET) y Fabián Felman (CEA), sólo estuvieron acompañados por uno de los cotitulares cegetistas, Octavio Argüello, más un puñado de dirigentes como Julio Piumato (judiciales), Argentino Geneiro (gastronómicos) y Horacio Otero (UOM), entre otros. ¿Por qué el resto de la CGT no estuvo para apoyar una medida de fuerza en un sector clave como el educativo? La CGT cambiará dentro de 9 meses. ¿Cambiará realmente? Podrán modificarse los nombres, el esquema de conducción, la dinámica interna y la postura ante el Gobierno, pero deberán producirse transformaciones más profundas si quiere reflotar su rol de nave insignia de los trabajadores.

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