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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/02/2025 04:42
“Cuando yo quiero hacer algo, difícil que no lo haga”. Así, a pura convicción, empieza la charla de Rodrigo Lussich con Infobae. Consciente de sus decisiones, sus pasiones, y su perseverancia en cada proyecto que encara. Contento con su presente profesional, y con una idea que ya le daba vueltas en la cabeza incluso antes de que se lo propusieran: conducir Intrusos 25 años por la pantalla de América. Sin filtros, hace un repaso de los momentos históricos del programa de espectáculo y reflexiona sobre el estilo de conducción al que apuntan junto a Adrián Pallares. “A mí me tocó entrar a Intrusos cuando cumplió 20 años, que fue en 2020, en plena pandemia, y al revés de mucha gente que sufrió mucho, ese año a mí me salió todo muy bien; no solo porque no me agarré COVID, sino porque incorporé otra manera de hacer tele. Rial me dejó jugar mucho y yo la pasé divinamente”, rememora. “Eso trajo como consecuencia conducir Intrusos en 2021, y ya tenía en la cabeza la pregunta de qué pasaría si estamos en el 2025; no creo mucho en la ley de atracción, pero que las hay, las hay, como las brujas”, agrega. Rodrigo Lussich y Adrián Pallares conductores de Intrusos 25 años Considera que cada programa que condujo fue un máster en sí mismo, y le brindó más herramientas para la televisión en vivo, que es lo que más ama hacer. “Me fascina por lo difícil que es, y creo que no es para cualquiera, porque en el minuto a minuto se sufre”, dice con respecto a la batalla diaria del rating. Además de los desafíos en el plano laboral, a nivel sentimental también se siente en un buen momento. “Me separé hace tres años, y fue una separación muy dolorosa porque nos íbamos a casar, pero he gestionado mi soledad de una manera hermosa y he aprendido mucho a estar conmigo, a viajar solo, a hacer mis cosas, así que estoy contento en general”, expresa, motivado por todo lo que está por venir. —Cuando miras para atrás y ves el momento en que se fueron de América para hacer Socios del espectáculo en El Trece, ¿sentís que estuvo bien esa decisión? —Sí. Fue una decisión difícil porque nos estaba yendo muy bien en América. Costó, pero había que tomarla porque hay que asumir riesgos. Soy un creyente de eso. Sino lo hacíamos nos íbamos a quedar con la espina de por vida, y yo detesto eso. Es más fuerte que yo. Era algo que nos permitía tener una marca propia. Como dijo Rial, Intrusos lo hace cualquiera, porque la marca ya está instalada, pero nosotros habíamos hecho nuestro Intrusos. Era muy distinto. La gente nos decía: ‘Ustedes cambiaron Intrusos’, al punto que los puristas del chimento decían que eso no era Intrusos, por ponernos a bailar y a boludear. —¿Van a bailar este año? —Vamos a hacer lo que haga falta. No hay algo per se, como cuando fuimos a El Trece a hacer un programa donde exacerbamos todo eso, con hamacas y luces. Acá vamos a hacer el periodístico fuerte que la marca merece y amerita, y nos vamos a dar lugar al entretenimiento. Va a ser un programa como somos nosotros, que va a fluir según lo orgánico de hacer aire en vivo todos los días. Eso es algo glorioso y América es el mejor lugar porque pasan cosas todo el tiempo. —¿Te pusiste duro en lo económico para volver a América? —No hizo falta. Pusimos reglas claras y no fue una negociación difícil. Tampoco hubo una contraoferta por parte del 13, porque nosotros fuimos con la decisión bastante tomada. No fuimos a especular. A mí no me gusta eso, aunque entiendo que es parte del negocio. Soy un tipo de palabra que nunca le hizo un juicio a un canal. Nunca me fui mal. Me he ido de programas, pero siempre bien de todos lados. No iba a entrar en esa jugarreta de dame más, dame menos, que no fue el caso porque la oferta económica fue muy buena; pero cuando yo quiero hacer algo, difícil que no lo haga. Rodrigo Lussich completa las frases y no se salva nadie. —Como espectador, ¿para vos quién fue el o la mejor conductora de Intrusos? —Rial es el referente de Intrusos. Rial hizo Intrusos y dejó una marca indeleble que le quedará toda la vida. Creo que los programas son sus conductores y el estilo Intrusos lo hizo Rial. Lo reconozco, porque es un showman que no tiene igual. No hay otro que haga política, farándula, tiene un montón de elementos que le admiro. Pero el Intrusos de Rial los primeros años tuvo sus polémicas, sus malas leches de otro tipo de periodismo que hoy ya no se hace. Le reconozco el liderazgo absoluto para el programa, que siguió sin él, y creo que nosotros le imprimimos otro sello, más llevado al show, de entretenimiento y comicidad, y el impacto cuando lo amerita, porque ese es su sello fundador y no hay que perderlo. Estoy decidido a que así sea. Y debo reconocer que el de Florencia lo vi poco. Si bien seguía la tradición periodística, porque hay una producción de base que lo sostiene, y un panel que aportaba para eso, me parece que hizo un Intrusos bastante híbrido desde la conducción. —No te gustó. —No. —¿Y Marcela Tauro? ¿Cómo es el vínculo con ella después de que salió como un bombero a contener la situación? —Marce es la reina de Intrusos y se lo ganó, porque las pasó todas. Si bien ya era conocida cuando entró a Intrusos, se ganó su lugar. Sufrió y se bancó pasar malos momentos. Con Rial ella la padeció muchas veces. Fui testigo cuando ella se fue del programa, y sé que la pasó muy mal, que su relación con él estaba muy desgastada y que no había mucho para hacer. Está bien que se haya ido, pero pudo volver y tener su revancha. Que le hayan dado el reemplazo de Florencia creo que a nivel personal y profesional le dio una jerarquía. A mí me gusta mucho La Tauro, la veo como una referente del género. Es muy picante y nunca hay que subestimarla. Hay que estar siempre atento porque te puede tirar un zapatazo por la cabeza. Si se los tiraba a Rial, mirá si no me lo va a tirar a mí o a Adrian. La Tauro es guerrera y tiene mucha personalidad. —25 años es un montón de tiempo. Si te pido que me elijas tres momentos históricos de Intrusos, ¿cuáles serían? —Tengo tres cosas para decir de Intrusos que a mí me gustaron, y en una voy a ser autorreferencial, porque creo que no se me reconoce el mérito. El plantón de Carmen (Barbieri) con Ventura es fantástico. El nacimiento de Wanda Nara como figura es Intrusos absoluto. El día que Ariel Diwan va y dice que no es el padre de Ian -el hijo de Gisela Bernal-, me parece que es un día periodísticamente impecable; desde cómo se manejó, hasta el impacto de esa nota, que fue un notón. Y por otro lado, con el Intrusos de pandemia, con los escandalones, hacíamos siete puntos. La tele hablaba toda de COVID, y el único momento de la tele abierta que no se hablaba de coronavirus era cuando hacíamos los escandalones, y creo por eso la gente lo amaba. Los chicos nos mandaban dibujos, me dibujaban a mí en la escalera, a Rial, y fue una etapa muy especial. —Me acuerdo de los dibujitos. —Creo que fue un momento importante, aunque por supuesto no como los otros impactos periodísticos que destaqué. —Hay un montón. Me acuerdo de Stella Maris Lanzani cuando la despiden, el cachetazo de Eliana Guercio. —Sí, cuando la despide (Gerardo) Sofovich en cámara, que son cosas que no se podrían hacer ahora. Serían muy cancelables, pero tiene muchos hitos. Y el cachetazo de Guercio creo que está sobrevaluado, creo que fue una boludez. Este tiempo de Tauro también es muy lindo, y seguramente estos años con Florencia han tenido exclusivas y cosas que yo tal vez yo no vi o no seguí. —¿Hay alguna nota que te falte hacer y tengas ganas de concretar en este Intrusos 25 años? —Cualquiera de los protagonistas del Wanda Gate me parece que es un notón hoy, la haga quien la haga. Y me fascinaría un mano a mano con Giselle Rímolo. Es un personaje interesantísimo que hace mucho tiempo que no habla y que no se sabe nada de ella. Después capaz algunos ídolos, como Sabina, que es un tipo que me encantaría entrevistar, porque soy admirador. —Ahora vas a compartir pantalla con Ángel de Brito, y ustedes venían muy cruzados, ¿cómo va a ser ese reencuentro? —Yo ya me saqué las broncas, hice mi catarsis, dije todas las pestes que quería, y estoy muy liviano. El día a día tiene su chicana, pero no es un tema que esté pensando, o si va a medir más Intrusos que LAM. En un mismo canal nos tiene que ir bien a todos. Nosotros tenemos nuestro público, y fuimos el programa de espectáculos más visto de la tele en el 2024. Esa es la realidad. El marketing de las redes que diga lo que quiera, pero los números son matemática. —Con tantos años de carrera en esta industria, ¿algo de todo eso te impacta o estás súper curtido y te da lo mismo? —Las dos cosas. Con el rating sufro, pero con el rating mío. Lo sufro en el minuto a minuto, y es muy difícil no engancharse con eso para los que vivimos con adrenalina. Después que terminó el programa y el número quedó como quedó, lo sufro más o menos, según cómo me fue. Pero en cuanto a cómo le va al resto no, eso no me afecta para mal. —Y que alguien te picantee en redes, Ángel en este caso, o que te roben un invitado, ¿cómo lo vivís? —He aprendido a desprenderme un poco, y en eso me ayuda bastante Adrián (Pallares), que a él todo le chupa un huevo. Y no lo digo como un desmérito, todo lo contrario, porque la pasa mejor. También las idas y vueltas de los últimos años me han aplacado. Tenía mucha cosa guardada que necesitaba decir. En cuanto a Ángel, creo que tiene que ser fiel a su perfil, y su perfil es no bajar nunca la guardia. Entonces lo siento menos personal y entiendo que es parte de un show. Antes me costaba más, y de hecho lo hablamos cuando estuve en Bondi, le dije que el famoso mote de ‘los bailarines’ siento que fue para bajarnos el precio. Wanda Nara es su propia droga, es capaz de cualquier cosa. —Ya que entramos en terreno picante, te voy a dar algunas frases y vos completalas como quieras: “Cuando lo veo a Santiago del Moro hoy siento que…” —Que no tendría que estar conduciendo Gran Hermano. —¿Por qué? —Porque no es para él, no es el tipo de programa que él hace mejor. Es un gran conductor de radio que sabe repartir el juego como nadie, que en Intratables hizo algo que le cambió la carrera, pero que Gran Hermano precisa cierto clima que él no le da. —”El último año de Susana Giménez en la televisión fue…” —No debería haberlo hecho. No es lo mismo que Mirtha, que sienta seis comensales y le hacen el programa. Es mucho peso sobre ella y no lo necesita a nivel guita ni a nivel estelaridad. Se la vio muy perdida con los reportajes, muy en bolas, como confundirse a María Becerra con Tini Stoessel. No, no tendría que haberlo hecho. —”Juanita Viale conduciendo me parece…” —Mala. No tengo mucho para decir. Creo que está ahí por apellido, y que no ha hecho el esfuerzo tampoco por ser buena. Inclusive creo que fue involucionando con el tiempo, que no se lo toma en serio. Si está grabando un viernes y sabe que va a salir el domingo, dice que es viernes igual. Cosas muy de ‘ABC’ que no las aprendió. No tiene ganas, y para mí le chupa un huevo. —¿Wanda Nara? —La creo capaz de todo, de todo y más. Creo que tiene una adicción a sí misma, a lo que ella misma genera. Es como que ella es una droga y nosotros somos sus dealers porque nos gusta consumir de la mala. Wanda Nara es su propia droga, así que es capaz de cualquier cosa. Vos me decís que se puede llegar a casar con Donald Trump, y yo te digo que es capaz. Nada me sorprendería. —Si le tenés que robar una angelita a LAM, ¿a quién preferís? ¿A Yanina Latorre o a Marixa Balli (si vuelve)? —A Yanina. Es muy buena en lo que hace. Nadie le va a sacar el mérito. No sé si es la mejor, porque para mí la mejor panelista de la tele es Edith Hermida. Pero entiendo que Yanina maneja muchísima data, que es una mina muy efectiva y tiene una comunidad en las redes de gente muy fanática, que la putea, pero que también la sigue y la adora. Es como un amor odio. Rodrigo Lussich en Infobae con Tatiana Schapiro (Candela Teicheira) —Vos también estás a full con las redes. ¿Cómo fue la decisión de hacer otro contenido? —Tenía ganas de trabajar para un público nuevo. Si bien mi nicho sigue siendo mi público de tele, sobre todo mujeres grandes que ven los programas de chimentos, la idea es ganar públicos de otros países y atraer un público más joven, y también público masculino, porque el público heterosexual a mí mucho no me sigue. —¿Es así? ¿Lo tenés estudiado? —Sí. Los heterosexuales de entre 20 y 50 años a mí no me da ni cinco de pelota. Les parezco un pelotudo trolo que hago chimento. No sé cuál es el prejuicio, pero lo hay. Y estoy en una férrea carrera para vencer esos prejuicios. Además lo hago por mí, porque estaba muy chato de creatividad, y si yo no estoy creativo me marchito, me aburro, me pongo malo, me enojo, no me sale nada. Esto me permite jugar con la creatividad todo el tiempo, y de hecho es una inversión de la que hoy no recibo ninguna ganancia. —No la estás capitalizando todavía. —No, no vino todavía ese vuelto. Pero por suerte gano una plata que me permite invertir en algo. Como no me drogo, no fumo, ni nada que me salga guita, no se me va en vicio, puedo invertir. Estoy haciendo una inversión porque me hace bien a mí, y me estoy divirtiendo enormemente, desde disfrazarme, cambiarme de ropa, los planos, armar un guión, todo. —Todos los días le dedicás tiempo. —Sí, todos los días, y tengo una comunidad que mira por lo menos diez o 15 historias mías en un día, que no tienen que ver con primicias. No les voy a contar una primicia porque a mí no me interesa basar mi carrera en eso. Si dependiera solo de dar primicias, me sentiría un forro. —Tiene que ver con el cómo y no el qué. —Siempre fue así en mi carrera. Por supuesto que si la hay, la voy a decir con la mayor de las fuerzas, la voy a vender como nadie y la voy explotar porque es parte del sistema. Pero nadie se va a acordar dentro de dos días si yo le di una primicia o fue otro. En cambio, si alguien se rió conmigo, te aseguro que se acuerda y me lo dice todos los días. —En la vida, más allá de Intrusos. ¿Estás contento? —Sí, me siento bien. Estoy bastante más abierto a la posibilidad de formar pareja, pero no tengo con quién. Después de mi separación quedé muy dañado, pero no solo en sufrimiento, sino muy fóbico. —Fue una separación dolorosa. —Sí, y fue una relación bastante tóxica. Necesité un buen tiempo para curar ese tipo de cosas. Hoy me siento abierto a ver qué pasa. Estoy con ganas, pero desde que soy chico el amor en mi vida es la excepción y no la regla. Ojalá fuera re enamoradizo, pero para mí ese instante donde conectás con otra persona, por la mirada, por el físico, por el intelecto, por lo que hablás, lo que te dice, lo que te devuelve, por el sexo que tenés, son excepciones. Te puede pasar una, dos veces, tres, pero es muy difícil que te pase. Yo me enamoré contadas veces. Siento que es re difícil conectar y construir la confianza con otra persona para que le abras tu verdadera manera de ser, y no la que impostas, la que mostrás, o la que vos mismo te creás para el afuera. —Pero hoy estás más para enamorarte que para chonguear. —No, no, de chongueo nada. —No me vas a decir que hace tres años que no tenés relaciones sexuales porque no te voy a creer. —No, pero el 2024 fue el año que menos sexo tuve en mi vida. Muy poco, contadas veces. No tenía ganas. No quiero generalizar, pero llega un momento que entre entre la previa, el post, que te pido el auto, que ya quiero que te conviertas en sapo y ya está. Salvo que seas un eterno pendejo y necesites reafirmar tu ego todo el tiempo, saber que gustas. A mí la verdad que eso no me pasa. —En materia de derechos y diversidades, ¿cómo ves todo lo que estamos viviendo en Argentina y en el mundo? —Me angustia mucho perder derechos ganados, que han sido consecuencia de mucha militancia de mucha gente muy comprometida. Más allá de los partidos político, del lado de la grieta donde estés, es como si discutiéramos el voto femenino. Ha costado muchísimo y me da mucha pena, me angustia mucho que eso pueda debatirse solo porque un partido ganó una elección. Y que ganó en un balotaje, no en primera vuelta. Ganó con todos los votos de toda la gente que no quería que vuelva el peronismo, porque hicieron una gestión muy mala. Entonces ganó quien ganó y eso no se discute. El que gana gobierna y el que pierde se la banca, acompaña, y espera a que le toque el próximo turno para salir a pelearla de vuelta. Sí me preocupa que quite derechos, o que encuentre la manera de quitar derechos. Sobre los discursos retrógrados, no quiero disminuir, subestimar, ni ofender a nadie, pero que Milei diga que porque yo soy gay puedo ser pedófilo, me lo paso por el forro de los huevos. A mí no me cambia, ni dejo de ser quien soy, ni salgo ni entro en ningún clóset. No me entra en la cabeza, pero como mensaje para la sociedad es algo muy horrible. —¿Cuál fue para vos el peor y el mejor gobierno desde la vuelta de la democracia? —El peor fue el de Macri. Cerraron 25.000 pymes cuando Macri fue presidente. Fue un gobierno muy malo. —¿Y el mejor? —El de Néstor Kirchner. Es mi postura, y saldrán a decirme: ‘¿Que te metés uruguayo? Andá a contar chimentos’, pero yo vivo hace 40 años en este país, y tengo una conciencia ideológica. La alternancia política de los últimos años a mí me parece positiva. Cuando Macri ganó las elecciones tuvo una oportunidad histórica, del famoso ‘no vuelvan más’, y gobernó mal. Se postuló a una reelección y no lo votaron. Después vino Alberto y fue horrible lo que hizo. —Hoy en tu profesión y en las redes hay mucho hate. ¿Cómo sobrellevás cuando te dicen ese tipo de cosas? —Hay que aprender a vivir con eso, porque el ego te cachetea todo el tiempo. Creo que hoy ya no hay personajes irreprochables que los quiere todo el mundo. La única que se murió siendo irreprochable fue la China Zorrilla. Entonces la diferencia la hacés haciendo lo que te gusta, trabajando siempre primero para vos. Si el otro viene y compra, buenísimo, pero sino, te fuiste a dormir sabiendo que hiciste lo que vos querías. No hay nada que le gane a eso. No hay plata que lo pague.
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