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  • Un equipo de ‘guerreros’ que pasó a la historia grande de Misiones

    » Elterritorio

    Fecha: 23/02/2025 10:36

    Labaroni y Moulia, baluartes del Guaraní de 1985, repasaron historias de aquella hazaña. El valor del DT Pancho Sá y por qué el club no pudo sostenerse en ese nivel domingo 23 de febrero de 2025 | 6:05hs. Misiones los adoptó y ellos a la provincia, tanto Labaroni como Moulia recorrieron el club y recordaron épocas de gloria en Villa Sarita. Fotos: Marcelo Rodríguez “Esto ese día era un infierno, una caldera. No había un lugar, la gente estaba arriba de la techada”. Según las crónicas de la época, había más gente afuera del Clemente Argentino Fernández de Oliveira que adentro. Ahora todo está calmo. Hay silencio, hay tranquilidad. Pero ellos todavía se acuerdan de los gritos de la hinchada, de los bomberos tirándole agua a la gente, de los fuegos artificiales. Pasaron 40 años de aquella calurosa tarde que quedó en la memoria de muchos, que se transmitió de generación en generación. De una tarde en la que el equipo de una provincia alejada del trajín de una Buenos Aires siempre ajetreada, dio la nota y se ganó el respeto del mundo del fútbol. El 24 de febrero de 1985, Guaraní escribió una de las páginas más gloriosas de su historia. El fútbol de Misiones se hizo lugar en los libros, porque la Franja le ganó a Independiente, pero no a cualquier Independiente. Le ganó al Rojo que venía de ser campeón Intercontinental ante Liverpool apenas un mes y medio antes. El fútbol los juntó y 40 años después del triunfo a Independiente, Moulia y Labaroni se consideran ‘hermanos’. “Jugábamos contra Independiente, contra el campeón del mundo, con todo lo que eso significaba para nosotros. Enfrentar a un monstruo. Pero nosotros éramos hombres, teníamos un equipo de hombres. Y lo afrontamos y creo que sorprendimos a todos. No sé si a nosotros, porque nos teníamos fe, pero el mundo futbolístico quedó sorprendido del triunfo”, recordó Darío Labaroni, el capitán de aquel Guaraní 1985. La Franja venía de ser el mejor equipo del Litoral, de haber ganado el Regional y de haberse clasificado al torneo Nacional. El sorteo determinó que los misioneros serían rivales de Huracán, Independiente y Talleres. A priori, complicado, sobre todo porque los de Avellaneda venían de coronarse como los mejores del mundo el 9 de diciembre de 1984 en Japón. “Fíjate lo importante que debe haber sido que después de 40 años nos seguimos acordando de eso”, reflexionó Labaroni. Es que ese triunfo, ese 1-0 en Villa Sarita, marcó un hito para el fútbol de la tierra colorada. Marcó también la vida de esos protagonistas. “Ellos llegaron a Posadas, se fueron a Paraguay a comprar, no había puente todavía, estaban relajados. Ellos dijeron ‘bueno, vamos a ir allá, les vamos a hacer dos o tres goles y listo’”, contó Eduardo Moulia, uno de los pilares de la defensa de ese Guaraní dirigido por Francisco Sá. Desde atrás de la mitad de cancha partió el pase de Labaroni para Palito Arce, quien marcó el tanto de la victoria. Sentados en una de las plateas del Clemente Argentino Fernández de Oliveira, los amigos reviven esa tarde gloriosa, que los convirtió en ídolos del club. “Nosotros sabíamos lo que éramos, sabíamos lo que podíamos dar y jugábamos de igual a igual en todos lados. En ese equipo había seis misioneros jugando. Hoy los equipos que tenemos en Misiones no hay seis misioneros y jugaron en Primera A”, valoró Labaroni, quien jugó once años en la Franja y tuvo varias etapas como entrenador. “Hemos jugado por cosas importantes. Yo tengo los mejores recuerdos de Guaraní. Siempre que jugué en Guaraní, jugué por cosas grandes”, destacó Moulia, quien también siguió varios años ligado a la Franja. Como lo predijo Pancho “Pancho era un técnico que se iba de los entrenamientos y en su casa me imagino que hacía una dirección técnica a la mujer, a los hijos, porque vivía de eso. Vivía de eso y tenía un conocimiento muy profundo de todos los jugadores de fútbol. De todos, con quien jugáramos. Jugáramos con Independiente, con Boca, con quien sea, él siempre nos decía cómo teníamos que jugar. Cuidado con este, cuidado con el otro. Y ese día lo planificó bien”. Pasaron cuatro décadas de aquella tarde, pero Moulia sigue dándole un gran valor al DT, el famoso Pancho Sá. El entrenador que le metió en la cabeza a ese grupo de jugadores que podían jugar de igual a igual en cualquier lado. El DT que les dijo cómo había que jugar contra ese Independiente. “El detalle que ganó el partido lo practicamos en la semana y salió porque tenía que salir y no porque lo pensé, salió porque ya lo teníamos incorporado”, relató Labaroni sobre la jugada del gol. Labaroni y Moulia marcan a Giusti en un encuentro picante. Foto: archivo el territorio “Él (Pancho Sá) nos decía ‘la única manera de ganarle a Independiente es meterle un pelotazo a la espalda de Trossero, porque no puede girar, y por la pierna derecha de Enrique, porque no tiene pierna’. Y salió así. Fue justo ahí, Palito (Arce) mete la diagonal y quedó mano a mano con Goyén. El técnico tiene que ver. El técnico te tiene que orientar, tiene que saber al rival y Pancho sabía todo. Pancho era un libro abierto”, se emocionó Labaroni. A los 6 minutos del partido, Monito Ferreyra y Labaroni fueron a marcar a José Percudani, Labaroni recuperó y metió el pase para Palito Arce, quien corrió a espaldas de Trossero, amagó ante el uruguayo Goyén y definió para hacer explotar a los hinchas. Pero nada iba a ser sencillo. A los 37’, José Luis Tesare se fue expulsado, la Franja se quedó con uno menos y, una vez más, se tuvo que poner el overol y trabajar. Darío disfruta junto a su hijo Alexander y revive épocas gloriosas de la Franja. “Supuestamente teníamos que meter otro marcador central porque no podíamos quedar con línea de tres. Pero fuimos a descansar ganando 1-0 y no hicimos ese cambio. Pancho dijo ‘Darío (Labaroni) va a jugar de número 6, va a jugar de 6 y de 5’”, contó Moulia sobre ese entretiempo y contó que el DT avisó “vamos a hacer línea de tres”. “‘Cuando ataquen ellos, Darío se transforma en 6. Cuando atacamos nosotros, Darío se transforma en 5’. Y fue así”, agregó. Lo que había planificado el DT se cumplió y Guaraní ganó uno de los partidos más importantes de su historia. Los años le dieron un lugar destacado a ese 1-0. “Eso fue algo excepcional. Ganarle a un equipo que viene campeón del mundo hacía muy poco. Eso te reditúa mucho. Salimos en El Gráfico, salimos en todos lados. Pero no salimos porque nosotros ganamos, sino porque Independiente perdió. Pero después te van respetando. Los equipos te van teniendo cuidado. Así nos pasaba con los correntinos, con los chaqueños, con los que jugábamos. Se le tenían mucho respeto a Guaraní. Muchísimo respeto”, valoró Moulia. Una familia de guerreros Más allá de su conocimiento de lo futbolístico, tanto Labaroni como Moulia concordaron en la capacidad de Pancho Sá para manejar el grupo, para hacerles sentir que esa tarde, más allá de los colores, de lo institucional, de los nombres, eran 11 contra 11 y que, en el fútbol, todo es posible. “Ellos nos superaban en nombre, nos superaban en institución, nos superaban en torneos, nos superaban en todo. Nosotros éramos un equipo de una provincia que veníamos jugando bien, veníamos ganando partidos y se nos dio”, recordó Moulia. “Había mucha unión y por eso se llegó a donde se llegó, por eso se llegó a tanto. No éramos amigos, no necesariamente amigos. Pero dentro de la cancha éramos hermanos. Yo te quería a vos como compañero, vos me querías a mí y vamos para adelante. Después cada uno hacía su vida”, agregó Labaroni. Como cualquier equipo tenía internas, conflictos, desacuerdos, pero sobre todo tenía hambre de gloria y el objetivo claro de que el escudo y los colores estaban por encima de todo. “Se hizo como una familia de guerreros. Éramos guerreros. Salimos a la cancha a ganar. Hasta kamikazes se puede decir que éramos. Como sea, salíamos a ganar el partido”, bromeó Moulia. ¿Pero qué pasó luego de ese Nacional? Qué le quedó al club, al fútbol misionero luego de esa hazaña de hacer caer al Independiente campeón del mundo. Guaraní jugó la liguilla Pre Libertadores de 1986, cuando el fútbol argentino sufrió una de sus tantas reestructuraciones. Después todo se complicó. La Franja estuvo un par de años en la B Nacional, descendió y todo se hizo cuesta arriba. “Después de 40 años nos seguimos acordando. Entonces, ver hoy cómo estamos, a mí me hace ruido. Algo mal se hizo por el camino”, se lamentó Labaroni. “Con Eduardo no vamos a dejar de elogiar a Tono (Humberto) Pérez. Para mí fue un prócer de la dirigencia. Y muy bien acompañado. Fue el único presidente que tuve que entraba al vestuario cuando perdías para abrazarte y decirte ‘vamos, que el domingo tenemos revancha’. Nunca entró a festejar cuando ganamos, nunca. Él te venía a alentar cuando a vos te tocaba perder. Eso es un directivo”, ponderó el ex capitán al antiguo presidente de la Franja. Para Labaroni y Moulia hubo otro punto clave para no poder mantenerse en la elite del fútbol argentino pese a aquel gran hito. “No se trabajó nunca más como se debe trabajar con inferiores, y eso es fundamental. En un club que es de provincia, si vos no trabajás las inferiores, si vos no sacás jugadores, es muy difícil mantenerte”, analizó Labaroni. “Si vos no tenés inferiores en un club, es difícil progresar, es difícil. Nos está pasando a nivel nacional. Sale un chico de 17 años que hizo una buena jugada en la cancha de River, hizo un gol, Inglaterra, España. Se nos está llevando toda la gurisada”, agregó Moulia. “El jugador se termina yendo porque no juega, porque no le dan el espacio. Y yo no puedo creer que no haya jugadores como la Fiera Domínguez en su época, como el Monito Ferreyra, como (José Edmundo) Villarreal. Tiene que haber, pero no les dan oportunidad, y antes te daban oportunidad”, se lamentó Labaroni. “Hay que volver a sembrar la raíz, hay que volver de abajo, hay que olvidarse de la desesperación que tenemos de ascender. Planificar. Trabajá que vas a ascender solo. El ascenso viene por decantación. Cuando vos laburás, el ascenso viene por decantación”, agregó el capitán del Guaraní 1985. Ese Guaraní 1985 quedó en el recuerdo de quienes lo vieron y de quienes lo enfrentaron también, pero marcó a fuego a sus protagonistas. De hecho, tanto Labaroni como Eduardo Moulia se quedaron a vivir en Misiones. Llegaron para jugar al fútbol y adoptaron a la provincia. “Yo no tengo grandes recuerdos de mi Berisso natal, más de cuando era muy chiquito. Después empecé a viajar y a los 22 me instalé acá, no me fui más. Y me ha dado todo, esta provincia me ha dado todo. Es mi provincia”, se emocionó Labaroni. Cuatro décadas después de aquella tarde soñada, Labaroni y Moulia siguen viendo desde la platea cómo el pase del ‘5’ cae a espaldas de Trossero, cómo Palito Arce encara a Goyén y cómo la pelota entre en el arco que da a la calle Ivanoski. A 40 años de aquella tarde, todavía se ilusionan con ver una vez más a Guaraní codeándose con los grandes del fútbol argentino y dándole, por qué no, una sorpresa a más de uno. Compartí esta nota:

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