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Concordia » Saltograndeextra
Fecha: 04/02/2025 00:04
La Batalla de Caseros fue un enfrentamiento armado que tuvo lugar el 3 de febrero de 1852, cerca de la ciudad de El Palomar (Buenos Aires). En ese combate se enfrentaron el Ejército Grande, al mando de Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, y las tropas de Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires. Este hito en la historia argentina significó el comienzo de la Orgnaización Nacional. El 3 de febrero de 1852, en El Palomar de Caseros, donde hoy está el Colegio Militar de la Nación, se llevó a cabo la mayor batalla librada en territorio argentino. Chocaron, de un lado, el Ejército Grande, al mando de Justo José de Urquiza, con infantería, caballería, cañones y cohetes de las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, más regimientos de Brasil y Uruguay y grupos de unitarios que volvieron del exilio; del otro, las tropas de la provincia de Buenos Aires, de la Confederación Argentina y montoneras federales varias que respondían a Juan Manuel de Rosas. Intervinieron, en total, unos 50.000 hombres, con una leve ventaja para las huestes atacantes. La batalla resultó rara con apenas 2.000 muertos. Urquiza, gobernador de Entre Ríos y segunda espada de la Confederación Argentina se enfrentó a su ex aliado político durante 15 años, Juan Manuel de Rosas. En palabras del historiador Hernán Brienza en su libro «Urquiza: El Salvaje», «el triunfador de Caseros es el último caudillo y el líder que constituyó una Nación, marcó un eje vertebrador de nuestra historia, desde sus primeros pasos, que está signado por la traición». Sobre la contienda agregó, «nunca antes dos éjercitos de esa magnitud habían definido la historia argentina como en esa jornada del 3 de febrero de 1852. Ya nada sería igual luego de ese enfrentamiento. El río de la Plata, el Paraná y el Uruguay teñirían sus aguas con la sangre de las guerras civiles de medio continente; en una de las cuencas acuíferas más grandes del mundo, se iba a sellar el dominio de unos y la derrota de otros, se iba a definir si el preponderante lo iban a tener los imperiales brasileños o los republicanos confederados argentinos. Y todo bajo la atenta mirada de las potencias europeas como Gran Bretaña y Francia». Armado de alianzas internacionales, Urquiza decidió formar su ejército para enfrentar al gobierno bonaerense, al que llamó, a falta de mejor nombre, “Grande”. El emperador de Brasil, Pedro II, proveería infantería, caballería, artillería y todo lo necesario, incluso la escuadra. El tratado firmado entre Urquiza y los brasileños decía en una de sus partes: “Para poner a los estados de Entre Ríos y Corrientes en situación de sufragar los gastos extraordinarios que tendrá que hacer con el movimiento de su ejército, Su Majestad el Emperador del Brasil les proveerá en calidad de préstamo la suma mensual de cien mil patacones por el término de cuatro meses contados desde la fecha en que dichos estados ratifiquen el presente convenio”. Por supuesto que el emperador de Brasil no hacía esto en defensa de la libertad y los derechos humanos, y solicitó y obtuvo del gobernador Urquiza la hipoteca de territorio argentino en garantía a sus contribuciones: “Su Excelencia el señor Gobernador de Entre Ríos se obliga a obtener del gobierno que suceda inmediatamente al del general Rosas, el reconocimiento de aquel empréstito como deuda de la Confederación Argentina y que efectúe su pronto pago con el interés del seis por ciento al año. En el caso, no probable, de que esto no pueda obtenerse, la deuda quedará a cargo de los Estados de Entre Ríos y Corrientes y para garantía de su pago, con los intereses estipulados, sus Excelencias los señores Gobernadores de Entre Ríos y Corrientes, hipotecan desde ya las rentas y los terrenos de propiedad pública de los referidos Estados”. En las provincias la actitud de Urquiza despertó diversas reacciones. Córdoba declaró que era una infame traición a la patria y que “Urquiza se había prostituido al servir de avanzada al gobierno brasileño”. Otras provincias reaccionaron e intentaron formar una coalición militar para defender a Rosas, pero ya era demasiado tarde. Urquiza alistó a sus hombres en el “Ejército Grande”, avanzó sobre Buenos Aires y derrotó a Rosas en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852. Según el sitio del historiador Felipe Pigna, «Urquiza luchó y venció a los unitarios, pero de inmediato se enfrentó a Rosas, esencialmente por intereses económicos y los derechos de las provincias a comerciar a través de los ríos del litoral. Más allá de las auto-alabanzas, su lucha contra el caudillo bonaerense y sus alianzas con el imperio del Brasil le valieron feroces críticas. Hay quienes han procurado defenderlo, elevándolo al rango del mayor luchador por la libertad contra el «despotismo rosista». También los hay quienes han dicho de él que «ni es ni ha sido federal ni unitario, sino mercader de sangre humana», «prostituido» al gobierno brasileño». Este general de origen entrerriano, vencedor de Rosas en 1852, había nacido el 18 de octubre de 1801. La actividad comercial y estanciera le habían dado buen rédito y permitido ganar importantes espacios políticos y militares. De oficial del cuerpo de cívicos de Concepción del Uruguay, pasó por la legislatura entrerriana, hasta llegar en 1841 a presidir los destinos de la provincia. El 11 de abril de 1870, un grupo armado que respondía al caudillo montonero Ricardo López Jordán irrumpió en el Palacio San José, al grito de «¡muera el traidor Urquiza!». Fue el final de este controvertido protagonista de la reorganización nacional. Fuente: El Historiador de Felipe Pigna/ Hernan Brienza – «Urquiza: El Salvaje».
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