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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 24/11/2025 02:38
Brian es el séptimo hijo varón de Roxana y Abel Ojeda y vive en la ciudad de Rosario Brian Ojeda tiene 24 años, vive en Rosario y es uno de los 328 ahijados presidenciales que tuvo Néstor Kirchner durante su mandato, de acuerdo a lo que dicta la ley. Ser el séptimo hijo varón de una familia numerosa les posibilitó a sus padres, Roxana y Abel, tramitar el “padrinazgo oficial” y acceder a una beca de estudios de por vida. A los 2 años, Brian fue bautizado en la Catedral de Rosario, y en representación del presidente concurrió a la ceremonia religiosa el entonces intendente Hermes Binner, quien prometió “hacer lo posible” para ayudar a los Ojeda, que en ese momento se encontraban en una situación económica muy difícil. Brian fue bautizado cuando tenía 2 años en la catedral de Rosario y el entonces intendente Hermes Binner fue en representación de Néstor Kirchner Fue recién el 20 de junio de 2005, que Brian conoció a su padrino. Néstor Kirchner había visitado la ciudad para celebrar el Día de la Bandera y su madre hizo hasta los imposible para que su hijo lo conociera y pudiera fotografiarse junto él. Y lo logró. Roxana era una militante peronista apasionada y convencida de que la política podía abrir puertas que la vida les había cerrado tantas veces. Y como tantas madres argentinas, decidió que su hijo estaría cerca del poder no para figurar, sino para existir, para que lo vieran, para que “lo tuvieran en cuenta”. Brian conoció por primera vez a Néstor Kirchner, su padrino, el 20 de junio de 2005. Él tenía apenas 4 años Y así fue como, sin invitación ni contactos, los dos llegaron al Monumento a la Bandera, cerca de las siete de la mañana. Dieron varias vueltas tratando de acercarse al escenario, y colacarse justo entre las vallas y la custodia. “Mi mamá no paró hasta estar al lado de Néstor y Cristina”, recordó Brian en diálogo con Infobae, con una mezcla de ternura y gratitud. Ese día, Néstor lo levantó en brazos. Las cámaras lo registraron como el “nenito de la bandera”. Y su madre tuvo, por unas horas, la sensación de que la insistencia, el cansancio y esa decisión improvisada valió la pena. Aquella escena se repitió dos años después, en el mismo lugar, pero con Cristina Kirchner también sonriendo en la foto con Brian. Rosana llevaba siempre un álbum gastado de fotos, el pasaporte simbólico que le abría paso en los actos. “Era nuestra manera de mostrar que no éramos desconocidos”, explicó Brian. “Mi mamá siempre decía, con orgullo, que yo era el único ahijado rosarino presidencial”, recordó. Para poder fotografiarse junto a Néstor y Cristina, su madre lo llevó al acto del Día de la Bandera a las 7 de la mañana Lo que nadie sabía —ni siquiera ellos mismos— era que esa foto marcaría un antes y un después en sus vidas. No por la política, sino por el destino. Un accidente que lo cambió todo El 4 de septiembre de 2010, cuando Brian tenía apenas 9 años fue arrollado por un tren cerca del puerto y tuvieron que amputarle media pierna izquierda. Ese accidente lo cambió todo, y desde entonces su lucha continúa siendo cuesta arriba: quiere caminar sin dolor y vivir con la dignidad que el Estado alguna vez le prometió. Brian relató ese día con claridad: “Hasta hoy me acuerdo del momento. Había perdido más de 3 litros de sangre. Pensé que me moría”. Estuvo internado en el Hospital Vilela, donde los médicos hicieron de todo para mantenerlo con vida. Lo único que no pudieron fue salvarle la pierna. La mamá de Brian, militante peronista, lo lleva a todos los actos de Néstor Kirchner Esa tragedia les permitió recibir una importante ayuda por parte del Ministerio de Desarrollo Social, que en aquel momento era dirigido por Alicia Kirchner: les hicieron entrega de una casa propia. “Nosotros vivíamos en una casa prestada que pertenecía al hermano de mi papá. La convivencia era difícil y frecuentemente surgían discusiones y reproches, sobre todo cuando había reuniones y se tomaba algunas copas demás. Siempre había problemas y peleas”, contó Brian al recordar que el regalo se hizo efectivo el 14 de mayo de 2012, “dos días antes del cumpleaños de mi mamá”. Una vida reconstruida a fuerza de voluntad La recuperación fue larga, dolorosa y exigente. Brian pasó por rehabilitación, natación y muchas terapias. Aprendió a caminar con prótesis desde muy chico. De niño, se la cambiaban todos los años porque iba creciendo. Después, cuando dejó de ser “un caso visible”, el acompañamiento político empezó a diluirse. Brian es uno de los 328 ahijados presidenciales que tuvo Néstor Kirchner, pero es el único rosarino Vivió su adolescencia entre la escuela, la militancia heredada, y el intento de tener una vida normal con una pierna artificial. Su madre seguía yendo a actos, a marchas, a donde hubiera una ventanita mínima para reclamar lo que creía justo. “A veces era la única manera de que nos escucharan”, admitió Brian, quien contó que conoció Córdoba y Buenos Aires porque su madre lo llevaba a los actos kirchernistas. Con el tiempo, él se alejó de la política. No por rechazo, sino por desgaste. “Cuando ya no les servía mi presencia, se borraron todos”, reconoció. Cuando cumplió la mayoría de edad, salió la resolución del juicio que su familia le había hecho al ferrocarril. La Justicia le otorgó apenas el 30% de lo reclamado al argumentar que “los padres habían sido negligentes” por permitir que su hijo menor de edad anduviera solo por una zona peligrosa. A cada acto que lo llevaba su madre, le colgaba la foto que se había sacado con Néstor para que lo reconocieran como su ahijado “Mi dieron $800.000 y con ese dinero pude construir mi casa en el fondo de la propiedad familiar”, relató el joven, quien hoy está cursando el último año del secundario y en diciembre recibirá el título. Ese que tuvo que postergar porque tuvo que salir a hacer changas para mantener a su familia cuando su papá falleció. Una vez que se gradúe, Brian quiere seguir estudiando. Ya se anotó, junto a su novia, en un terciario para cursar Seguridad e Higiene; y está esperanzado en que se reactive su beca de estudios. “Cada trámite es una odisea, pero hablé con la directora y me dijo que al ser ahijado presidencial no corresponde que pague la cuotas. No sé cómo se implementará eso porque cada trámite es una odisea”, enfatizó. El dolor que no se ve: Brian necesita una nueva prótesis Confiado en que se le reactivará la beca para 2026, hoy, el obstáculo más grande de Brian no es la política, ni la economía, ni la falta de oportunidades. Es el dolor que tiene en su pierna porque la prótesis ya no le sirve y se le dificulta caminar. Brian fue arrollado por un tren cuando tenía 9 años y le amputaron media pierna Es que al fallecer su padre perdió PAMI, y desde entonces no tiene ninguna obra social. “Me dijeron que la prótesis que necesito cuesta $7.000.000 y es un número que no puedo afrontar”, se lamentó Brian, quien se gana la vida haciendo trabajos de pintura y cortando el pelo en la barbería de un amigo. Sin esa prótesis nueva, su columna se ladea, su cadera se desgasta y su espalda se inflama. Hay días en los que directamente no puede caminar. “Hay veces que tengo que acostarme porque no puedo más. La espalda se me hincha, me mata. La pasó mal, muy mal”, explicó. “Pero no quiero dar lástima, necesito ayuda, me gustaría que alguien me escuche”, agregó. A los 24 años, Brian cursa quinto año y está por terminar el secundario A pesar de todo, Brian sigue adelante. Va a pescar al río para desconectar, sale con sus amigos, proyecta un futuro junto a su novia y sueña con que el estudio le depare un destino mejor. A sus 24 años, sigue teniendo el mismo brillo en los ojos que aquel nene del palco presidencial, pero una voz más gruesa y una historia más pesada. Brian junto a su mamá Roxana. Su papá, Abel, falleció hace 4 años Hoy, él no pide fotos, ni actos, ni homenajes. Pide poder caminar sin dolor. Pide lo que la ley prometió. Pide dignidad. Porque detrás de aquella foto de 2005 hay una vida entera. Una vida real. Una vida que todavía está esperando ser atendida.
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