23/11/2025 12:28
23/11/2025 12:27
23/11/2025 12:27
23/11/2025 12:25
23/11/2025 12:24
23/11/2025 12:24
23/11/2025 12:24
23/11/2025 12:23
23/11/2025 12:21
23/11/2025 12:21
» Diario Cordoba
Fecha: 23/11/2025 11:04
Nunca antes en la historia había sido tan fácil invertir. Con un par de clics, cualquiera puede abrir una cuenta en un neobanco, seguir a un influencer del mundo de las finanzas (finfluencer) o dejar que un algoritmo diseñe su cartera en tiempo real. La inteligencia artificial, los roboadvisors y las plataformas de inversión digital han multiplicado el acceso a los mercados, derribando buena parte de las barreras que separaban al pequeño ahorrador del mundo financiero. Sin embargo, en medio de este proceso de automatización masiva, un dato desconcierta: el negocio de la banca privada -el servicio de asesoramiento financiero más exclusivo- no solo no se ha reducido, sino que vive uno de sus mejores momentos. Según la consultora McKinsey, el volumen global de activos gestionados por la industria alcanzó los 147 billones de dólares en 2025, un récord histórico. En España, las principales entidades de banca privada también crecen a doble dígito. «Si bien la volatilidad siempre ha existido, ahora hay tanto ruido que el cliente necesita ser escuchado y entendido», apuntó Juan Massana, director comercial de Banco Mediolanum durante la mesa redonda Asesoramiento financiero: el valor humano en la era digital, que tuvo lugar la semana pasada en EL PERIÓDICO. «Por eso, creo que es más importante el acompañamiento, la meta, que el producto. Hoy por hoy, el asesor no es un lujo: es una figura que a veces pasa desapercibida, pero debería estar presente en todas las etapas vitales, como un médico o un abogado». Antes que nada: ¿qué se entiende por banca privada? Pues a diferencia de la banca comercial, la banca privada es un servicio de gestión patrimonial personalizado orientado a clientes con un elevado nivel de ahorro o inversión. ¿Umbral mínimo? En España, al menos, este suele situarse entre los 300.000 y los 500.000 euros, aunque algunas entidades comienzan a ofrecer modelos adaptados desde los 100.000. En este segmento, la relación con el cliente es directa y estable: el asesor conoce sus objetivos, su horizonte temporal y su situación fiscal, y le acompaña en la planificación financiera a largo plazo, incluso intergeneracional. Cuestión de cifras Y para constatar su auge basta con observar la evolución del mercado nacional, compuesto por entidades como BBVA Banca Privada, que gestiona 150.497 millones de euros para 165.110 clientes, con el objetivo de alcanzar 200.000 clientes en tres años. También destaca Sabadell Urquijo (su marca de banca privada), que suma 66.000 millones, el 33 % más desde el inicio de su nueva estrategia. O Singular Bank, que gestiona unos 13.330 millones -con un millón por cliente de media-, y Banco Mediolanum, que con 14.483 millones repartidos entre más de 276.000 clientes ha construido su modelo sobre una extensa red de 1.636 family bankers, consolidándose como la entidad financiera que más asesores financieros aglutina. «Somos como vendedores de confianza, donde el crecimiento del patrimonio se relaciona directamente con nuestra labor», defendió Albert Gavaldà, director de Singular Bank Catalunya. «Así, cuando el cliente se siente respaldado, especialmente en inversiones a largo plazo, está más dispuesto a pagar por ello. Cuando percibe valor real, paga», prosiguió. Falsa amenaza digital Desde la crisis financiera de 2008, la aparición de los roboadvisors -plataformas automatizadas que gestionan carteras de fondos indexados y ETF con comisiones muy bajas- parecía anunciar el fin de los asesores humanos. En la práctica, estos algoritmos permiten invertir desde apenas 150 euros, frente a los 50.000 de media que exige un asesor financiero tradicional. Sin embargo, los propios expertos coinciden en que la tecnología no sustituye el acompañamiento, sino que lo complementa. «El gran ganador de la tecnología es el cliente», señaló Gavaldà. «Hace 50 años, la mitad de las profesiones actuales no existía. Dentro de otros 50, el asesor seguirá existiendo», porque, dijo el experto, la supervisión humana y la planificación financiera que ofrecen tiene un enfoque mucho más holístico. Álex Valiño, director de Asesoramiento y Proyectos IT de Negocio de Sabadell Banca Privada, coincidió, pues al final, «la IA es un copiloto: analiza patrones de datos con gran precisión y libera a los banqueros de tareas administrativas, permitiéndoles centrarse en los clientes». De hecho, el informe de McKinsey constata que los costes tecnológicos del sector wealth & management aumentaron el 9% anual en 2024, precisamente, porque las entidades están invirtiendo en inteligencia artificial, automatización y servicios digitales. De hecho, hasta un el 50% de los clientes de alto patrimonio afirmaron a la consultora que su gestor «debería mejorar sus capacidades digitales», pero no reemplazarlas. Por ello, preguntados los asesores financieros sobre si temen que la tecnología opaque su trabajo, todos coincidieron en que no. «Cuando los mercados caen, lo último que deseas es que te llegue una notificación push con un mensaje apostando por la compra o la venta de tus acciones; quieres a una persona que esté ahí y te explique, a un asesor, y cuanta más IA, más asesoramiento», subrayó Massana. Además, resulta que el avance digital abre también la puerta a una nueva generación de inversores. Aplicaciones móviles, videollamadas y plataformas de gestión en tiempo real facilitan el acceso a las finanzas a perfiles más jóvenes, abriéndoles el mundo de las inversiones y de la cultura financiera. Cierto es que «las fintech ofrecen inmediatez y bajo coste, pero no experiencia ni confianza», recordó Gavaldà. «Eso es una oportunidad para la banca privada, que puede aprovechar esa rapidez sin perder el valor del trato humano». Así, queda claro que la combinación entre tecnología y acompañamiento «es la única manera de ofrecer asesoramiento holístico: hoy no solo se tocan productos, también fiscalidad, seguros o planificación familiar», insistió Valiño. Marco normativo Si la tecnología redefine el modelo, la regulación marca los límites. En la última década, desde la UE se ha impulsado un marco normativo que busca mayor transparencia y protección al inversor, que, en consecuencia, ha traído una mayor carga burocrática. En este contexto, para Daniel Gómez, director de BBVA Banca Privada Catalunya, la clave está en «ver si Europa es capaz de crear un ecosistema que canalice la inversión hacia sus propias empresas». Porque, «si bien desde la crisis de 2008 el marco europeo se ha hecho más exigente, ahora, el nuevo discurso sobre competitividad frente a Estados Unidos y China empieza a cambiarlo: se necesita el dinero de los clientes, y eso puede servir para aumentar la cultura financiera», recordó Valiño. Todo ello «sin olvidar que el objetivo último siempre debería ser satisfacer las necesidades del cliente», dijo Massana, de Mediolanum. «Todas las entidades jugamos con las mismas reglas. Lo fundamental es la educación, porque hoy las redes sociales tienen un papel desestabilizador. Hay que pasar del producto al objetivo: adaptar la estrategia al cliente, entender sus miedos y sus metas a corto y largo plazo». Pero el mercado no está exento de la emoción. Entonces, ¿tiene sentido invertir cuando se teme una recesión? Por contraintuitivo que parezca, «el efecto de no estar invertido es peor que el de equivocarte en el momento. Si te pierdes los 20 días de mayor subida, pierdes más que por esperar demasiado», señaló Valiño. «El depósito tiene que estar dentro del espacio de inversión, pero no puedes marcar un proyecto en base a él. Si dentro de 10 años sigues igual, no mantendrás tu poder adquisitivo», expresó Gómez, desde BBVA. Los datos acompañan esta tesis, porque a escala global, pese a la volatilidad, la industria de gestión de activos movilizará entre 6 y 10,5 billones de dólares adicionales en los próximos cinco años, según el informe de McKinsey. Falta de cultura financiera ¿Se invierte en España lo suficiente? Para los cuatro ponentes la respuesta es negativa, porque aunque el avance es notable, el país arrastra un déficit de cultura financiera. «España es un país conservador. Eso puede ser una oportunidad, pero también un riesgo, porque quien guarda todo en depósitos acaba perdiendo dinero», sostuvo Gavaldà. Y es que el contraste con Estados Unidos sigue siendo enorme. Allí, la planificación financiera forma parte del día a día desde el primer empleo y el ahorro privado es esencial para la jubilación. En España, la red pública de pensiones ha retrasado esa conciencia, aunque empieza a cambiar, y la demanda de asesoramiento crece. En este contexto, el papel del asesor financiero está mutando hacia una figura más integral, que combina el conocimiento técnico «con la empatía» y la visión a largo plazo. «El futuro de la banca privada es la gestión total del patrimonio: inmuebles, propiedades, planificación familiar», apuntó Gómez. «La llegada de generaciones jóvenes nos obligará a reinventarnos constantemente, pero los datos muestran que ese proceso ya está en marcha», recalcó. Por ello, desde el punto de vista laboral, Massana fue optimista: «para quienes quieran dedicarse a este sector, la autopista está abierta. La tecnología amplía las posibilidades, pero el factor humano sigue siendo el núcleo del negocio». Porque «la planificación financiera no puede empezar por los productos, sino por la vida del cliente. Solo entendiendo quién es y qué quiere puede construirse un porfolio coherente». Así, en tiempos de inteligencia artificial, el asesor financiero se enfrenta a un reto paradójico: ser más humano que nunca. La automatización, lejos de sustituirlo, lo empuja a reivindicar su valor como traductor de la complejidad económica y acompañante emocional en la toma de decisiones. Como resumió el director de Mediolanum, «en un entorno ruidoso, el cliente no necesita más datos, sino más claridad». Y esa, de momento, sigue siendo una cualidad intrínsecamente humana.
Ver noticia original