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» Facundoquirogafm
Fecha: 09/11/2025 12:39
Hace exactamente 36 años, el mundo fue testigo de uno de los acontecimientos más decisivos del siglo XX: la caída del Muro de Berlín, la estructura de hormigón que desde 1961 había dividido familias, frenado libertades y representado la frontera más visible de la Guerra Fría. Miles de personas celebraron aquella noche del 9 de noviembre de 1989 el derrumbe de un sistema que durante casi tres décadas partió en dos a una sociedad. El muro, concebido por la República Democrática Alemana (RDA) para impedir la fuga masiva de ciudadanos hacia el sector occidental, llegó a ser una fortaleza casi impenetrable. En 1989 estaba custodiado por 302 torres de vigilancia, 20 búnkeres, casi mil perros, siete regimientos fronterizos y miles de soldados con orden de disparar a quienes intentaran cruzarlo, según detalló el investigador español Sergio Campos Cacho en un trabajo exhaustivo sobre el dispositivo de seguridad. La división no sólo era territorial sino cultural y económica. Mientras Berlín Occidental vivía bajo un sistema capitalista abierto al mundo, con circulación de bienes, cultura y turismo, el sector oriental permanecía bajo un férreo control estatal que restringía libertades, limitaba contactos con el exterior y castigaba con severidad cualquier intento de fuga. Entre 1961 y 1989, más de 100.000 personas intentaron escapar y al menos 140 fueron abatidas en el intento. El proceso que desembocó en el derrumbe del muro surgió de una combinación de presión social, reformas políticas en la Unión Soviética y negociaciones interalemanas. La perestroika y la glasnost impulsadas por Mijaíl Gorbachov debilitaron el aparato de control del bloque oriental, mientras que marchas y protestas masivas en ciudades de la RDA exigían aperturas políticas inmediatas. Cuando la frontera cedió aquella noche de 1989, el símbolo de la división global se derrumbó en medio de abrazos, lágrimas y fragmentos de hormigón convertidos en recuerdo. La caída del muro abrió paso a un proceso acelerado de reunificación: el 3 de octubre de 1990 Alemania volvió a ser un solo país y, poco después, el colapso de la Unión Soviética marcó el final definitivo de la Guerra Fría. Hoy, algunos restos de la pared permanecen en Berlín y en ciudades del mundo como piezas de memoria colectiva, recordando cómo un símbolo de control absoluto terminó transformándose en un ícono universal de libertad.
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