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  • Cómo ayuda la hormona leptina a que el cerebro supere la ansiedad para comer, explorar y descansar

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 21/10/2025 08:46

    Científicos identifican en el hipotálamo un circuito cerebral que vincula ansiedad y alimentación (Freepik) Un reciente hallazgo en neurociencia revela una conexión directa entre las emociones y la alimentación. Investigadores de la Universidad de Colonia en Alemania identificaron un circuito cerebral que ayuda a entender por qué, en situaciones de ansiedad, algunas personas pierden el apetito mientras otras desarrollan conductas compulsivas. Más allá de la sensación de hambre o saciedad, este avance indica que el cerebro posee un mecanismo capaz de priorizar necesidades vitales frente al miedo, lo que abre la puerta a nuevas alternativas terapéuticas para trastornos complejos como la anorexia nerviosa. El estudio, desarrollado a partir de experimentos en modelos animales y llevado a cabo en el hipotálamo lateral, una zona profunda del cerebro encargada de regular funciones esenciales, permite explorar tratamientos innovadores para condiciones en las que se entrelazan emociones y nutrición, como la anorexia nerviosa. El rol clave de la leptina en el hipotálamo lateral La investigación, publicada en Nature Neuroscience, estuvo liderada por Tatiana Korotkova, directora del Instituto de Fisiología de Sistemas de la Universidad de Colonia e investigadora principal en el CECAD Cluster of Excellence on Aging Research. La leptina, hormona clave, regula el hambre y el equilibrio energético a través de neuronas en el hipotálamo lateral (Imagen Ilustrativa Infobae) El estudio se enfocó en la leptina, una hormona producida principalmente por la grasa corporal. Esta hormona informa al cerebro sobre las reservas energéticas del organismo, actuando sobre neuronas con receptores especiales en el hipotálamo lateral. En términos simples, la leptina ayuda a regular el hambre y mantiene el equilibrio del gasto y la entrada de energía en el cuerpo. Los investigadores se propusieron entender por qué, aunque sentir ansiedad puede ayudar a evitar peligros, a veces este sentimiento se convierte en un obstáculo para satisfacer necesidades básicas como alimentarse o descansar. Esto, en casos extremos, contribuye a comportamientos perjudiciales, como el ejercicio excesivo en la anorexia nerviosa. El equipo empleó ratones de laboratorio y tecnología de microscopía avanzada, lo que les permitió observar la actividad de neuronas individuales en tiempo real, mientras estos animales exploraban diferentes ambientes y se enfrentaban a situaciones potencialmente estresantes. Ratones con comportamiento similar a la anorexia muestran menos hiperactividad al activar neuronas sensibles a la leptina (Imagen Ilustrativa Infobae) Un puente entre la ansiedad y los trastornos alimentarios Rebecca Figge-Schlensok explicó que, durante los experimentos, observaron cómo ciertas neuronas sensibles a la leptina se activaban en los ratones justo en el momento en el que lograban superar la ansiedad y se animaban a explorar espacios nuevos o a acercarse a la comida en zonas abiertas. Este fenómeno indica que dichas neuronas ayudan a vencer el miedo a lo desconocido cuando existen necesidades básicas, como la alimentación. El equipo decidió estimular artificialmente ese circuito cerebral. Como resultado, los ratones dejaban atrás su miedo y se mostraban con mayor disposición para explorar y alimentarse, incluso en situaciones que normalmente habrían evitado. Esto demostró que este mecanismo cerebral actúa como un “interruptor” que permite anteponer necesidades vitales a la ansiedad. La corteza prefrontal puede bloquear el circuito de la leptina, dificultando el control de la ansiedad en situaciones de estrés (Imagen Ilustrativa Infobae) Por otra parte, los investigadores notaron que los ratones más ansiosos recibían señales más potentes desde la corteza prefrontal del cerebro. La corteza prefrontal es la zona que regula el pensamiento complejo y el autocontrol. Cuando esta área enviaba muchas señales, llegaba a bloquear la función del circuito de la leptina que ayuda a tranquilizarse, impidiendo así que se redujera la ansiedad. Anne Petzold señaló que la actividad de estas neuronas no solo reflejaba el nivel de ansiedad, sino que incluso permitía anticipar qué animales serían más temerosos en situaciones difíciles. Esto quiere decir que la interacción entre la corteza prefrontal y el circuito de la leptina podría explicar por qué algunas personas no logran controlar su ansiedad con facilidad. Un modelo experimental esclarecedor En la siguiente fase, el equipo estudió la relación de este mecanismo con la anorexia nerviosa, un trastorno donde la restricción de alimentos suele ir acompañada de una ansiedad intensa y un aumento drástico de la actividad física. Para investigarlo, utilizaron ratones con acceso limitado a la comida, y que además podían usar una rueda para correr cuando lo desearan. Esta combinación provocó en los animales un comportamiento similar al observado en pacientes con anorexia: mucha ansiedad y ejercicio físico excesivo, a pesar de la falta de recursos energéticos. El estudio demuestra que estimular ciertas neuronas ayuda a superar la ansiedad y priorizar necesidades vitales como la alimentación (Imagen Ilustrativa Infobae) El experimento clave consistió en estimular las neuronas sensibles a la leptina en el hipotálamo lateral de estos ratones. Como resultado, la hiperactividad disminuyó a niveles normales y los animales conservaron mejor su energía. Esto demuestra que es posible intervenir en el cerebro para separar la ansiedad del impulso de moverse en exceso, lo que tiene un impacto positivo tanto en la regulación emocional como en la conservación del equilibrio energético. Tatiana Korotkova subrayó la relevancia de estos avances, recordando que la anorexia nerviosa es el trastorno psiquiátrico con mayor tasa de mortalidad y que existe una gran necesidad de nuevos tratamientos médicos efectivos. Según la Universidad de Colonia, identificar un área del hipotálamo que responde a la leptina y puede frenar la actividad física descontrolada causada por ansiedad, sin afectar el movimiento habitual, ayuda a comprender cómo se relacionan las emociones y la regulación de la energía en el cerebro. De cara al futuro, el grupo planea explorar si es posible modificar la actividad de este circuito mediante fármacos, para así ofrecer nuevas alternativas en el tratamiento de la ansiedad y los trastornos alimentarios. Si estos ensayos tienen éxito, regulando el equilibrio entre las emociones y las necesidades físicas, podría abrirse una vía prometedora para quienes hoy no cuentan con opciones de tratamiento satisfactorias.

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