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Parana » Radio La Voz
Fecha: 19/10/2025 10:01
El cálculo es de la consultora LCG hasta fines de 2026. Para cubrir ese agujero, Caputo negoció el swap de monedas con EE UU y busca que un grupo de bancos le preste otros 20 mil millones de dólares. Hay casi 18 mil millones de razones por las que el gobierno de Javier Milei espera el auxilio financiero de Estados Unidos. Esa es, aproximadamente, la cantidad de dólares necesaria para cubrir la diferencia entre las obligaciones en moneda extranjera que debe enfrentar la administración libertaria hasta fines de 2026 y los recursos a su disposición. El cúmulo de deudas que se amontonan en los próximos 15 meses hace que el fortísimo respaldo concedido por Donald Trump tenga gusto a poco. Por eso, los gestos y los anuncios del secretario del Tesoro, Scott Bessent, no logran calmar la inquietud de los mercados ni la creciente dolarización de carteras. La cuenta sobre los casi U$S 18.000 millones necesarios la realizó la consultora LCG, que agrupó en una columna todas las obligaciones de los próximos 15 meses. Allí se incluyen la amortización e intereses de los Globales y Bonares (U$S 8714 millones en dos tandas, enero y julio de 2026), los pagos al Fondo Monetario Internacional (U$S 4520 millones) y a los organismos multilaterales, los Bopreales emitidos por el Banco Central y otras deudas. Todo eso suma U$S 23.969 millones. En la columna de los recursos, en tanto, se encuentran las divisas que el Tesoro tiene depositadas en el Banco Central (U$S 308 millones al momento del informe), los desembolsos pendientes del FMI y el previsible “rollover” de los organismos multilaterales. Eso suma unos U$S 6.379 millones. El “gap” a resolver es de U$S 17.590 millones. Semejante bache hace que el swap por U$S 20 mil millones que anunció el Tesoro estadounidense se vuelva insuficiente. Si se activara en la medida de lo necesario para pagar esos vencimientos, pasaría a ser un préstamo que dejaría a la administración Trump expuesta a un elevado riesgo crediticio. “La historia económica de Argentina genera preocupación de que Estados Unidos termine perdiendo dinero”, expresó esta semana un artículo del influyente New York Times. Por eso en los últimos días tomó cuerpo la posibilidad de un préstamo adicional de otros U$S 20.000 millones cash a cargo de un conjunto de bancos. Sería un “repo” con garantía de bonos soberanos y el aval de los Estados Unidos. En la prensa de ese país mencionan al JP Morgan, Bank of America, Goldman Sachs y Citigroup como dispuestos a participar del salvataje. Aun así, a pesar de la intervención directa que confirmó Bessent tanto en el mercado oficial de cambios como en el “blue chip swap” (el CCL en la jerga local), la volatilidad persiste. Un gráfico elaborado por la consultora 1816 muestra que los cambios de tendencia en la cotización del bono AL 30 están relacionados directamente con los tuits y anuncios del citado funcionario y con el mayor o menor grado de apoyo que de ellos se desprende. “Cuando un post en X o una declaración puede hacer que los bonos suban o bajen 10% o 20%, ya no tiene sentido mirar los fundamentos macroeconómicos. Al menos hasta el 27 de octubre, hay que operar esperando el próximo tuit”, señala un informe de esa consultora. Espectadores de lujo Esa apreciación ratifica que, para los mercados, la solución al intríngulis en que se metió el gobierno depende exclusivamente de su par estadounidense. El ministro de Economía, Luis Caputo, y el titular del Banco Central, Santiago Bausili, aparecen a los ojos de los operadores como espectadores de lujo de lo que decida la administración Trump. Radicados casi full time en Estados Unidos desde hace un par de semanas (realizaron una fugaz visita al país el fin de semana pasado), ambos intentan convencer a los inversores de Wall Street de que no habrá devaluación ni cambios sustantivos en la política económica después del próximo domingo, sea cual sea el resultado de las elecciones. Pero no tienen ningún poder de influencia o decisión sobre lo que sucede fronteras adentro. Lo curioso de toda esta situación es que la sostenida suba del dólar mayorista, que el viernes tocó los $ 1.476 (a sólo 13 pesos del techo de la banda), desplazó el debate sobre el retraso cambiario que dominó las discusiones de los últimos meses. Ahora el foco está puesto, decididamente, en si se podrá pagar la deuda. El último informe de coyuntura del CEPA (Centro de Economía Política Argentina) lo expresa con claridad: “No es una locura creer que nos encontramos en un nivel de tipo de cambio real multilateral adecuado, en el caso que el paquete de ayuda ‘blinde’ los pagos de deuda y encamine la baja del riesgo país (en nuestra opinión con un programa de acumulación de reservas) que permita alcanzar un rollover para los vencimientos de julio del año que viene”. Ese blindaje, queda claro, sólo dependerá de la voluntad política de los Estados Unidos. El FMI se corre, pero baja línea El Fondo Monetario Internacional sigue de cerca la situación en Argentina, aunque dejó entrever que por ahora no planea ningún paquete de ayuda adicional para el gobierno de Javier Milei, más allá de los U$S 20.000 millones que prometió en abril (de los cuales ya desembolsó el 70%). «Creemos que el apoyo del Tesoro estadounidense está ayudando a estabilizar los mercados y complementará el programa de ayuda del Fondo», sostuvo Nigel Chalk, designado director del Departamento para el Hemisferio Occidental, desde donde monitoreará la situación en Argentina. Chalk presentó esta semana la actualización del informe sobre Perspectivas Económicas Mundiales. Allí se reducen las proyecciones de crecimiento de la Argentina: bajaron al 4,5% para este año y 4% para 2026. El economista británico volvió a reclamar un «conjunto coherente de políticas macroeconómicas que incluyan reducir la inflación y la acumulación de reservas». Este último punto, varias veces reiterado por el FMI, fue desatendido sistemáticamente por Milei y Caputo.
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