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Parana » Uno
Fecha: 19/10/2025 12:10
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Paraná dictó una sentencia con más peso humano que punitivo. Angélica Viviana Godoy, conocida como “Vivi”, fue condenada el 6 de octubre por transportar un kilo de cocaína desde Formosa, pero el tribunal entendió que su historia era más compleja que el mero delito: era una historia de soledad y "dinero fácil" para mejorar la situación económica familiar. El fallo, si bien condenatorio, no la envió a la cárcel. Se le impuso una pena condicional y la obligación de abandonar el país. Según se desprende de la sentencia a la que accedió UNO, "Vivi" no es una narcotraficante típica. Tiene 42 años, es paraguaya, madre soltera, y desde los 16 se ganaba la vida como vendedora ambulante de yuyos para mate y tereré en San Antonio, una localidad cercana a Asunción. Con estudios primarios incompletos, sin red familiar ni pareja, criaba sola a sus dos hijos adolescentes (de 14 y 17 años). El primero de sus viajes, según ella misma relató, fue motivado por la promesa de 1.000 dólares —una suma sideral para su realidad—. Si bien afirmó que no recibió pago alguno, el Tribunal consideró que sí lo hizo. El segundo viaje terminó con su detención en Entre Ríos el 17 de diciembre de 2024. En el juicio, la mujer relató que fue contactada por un hombre que solía comprarle yuyos. Le preguntó si le interesaría “hacer un viajecito” que le iba a dejar plata. En principio se negó, pero tras varios encuentros y ante la proximidad de las fiestas de fin de año, aceptó. El plan: cruzar el río en canoa desde Alberdi hasta El Mangal, en la provincia de Formosa. De allí, con los ojos vendados, fue llevada a una casa donde le entregaron un paquete. Ese primer viaje la llevó hasta la terminal de Retiro, en Buenos Aires. Todo salió bien, nadie los detectó. Entonces vino la segunda propuesta en la que terminó detenida. La atraparon en un control de Gendarmería Nacional sobre la Ruta 14, cerca de Concordia. En su bolso con estampado de flores rojas y azules llevaba un “ladrillo” de un kilo de cocaína de alta pureza. El test de campo confirmó que se trataba de clorhidrato de cocaína con una concentración del 72%, lo que equivale a más de 7.000 dosis, con un valor económico estimado en u$s15.000. También encontraron en su celular mensajes comprometedores. En juicio, el fiscal Dardo Barreto fue claro: pidió cuatro años de prisión efectiva y una multa de $4.680.000. Sostuvo que la imputada actuó libremente, motivada por la ganancia económica, y que ya había realizado un viaje anterior con el mismo propósito. La defensa, a cargo del Defensor Público Mauricio Zambiazzo, planteó otro enfoque: el de la desesperación de una madre sin recursos, víctima de un entorno social desigual. Godoy declaró que aceptó el primer viaje por necesidad, con la ilusión de “darle algo mejor a sus hijos”. Pero que el segundo lo hizo bajo amenaza: afirmó que los narcos le dijeron que sabían dónde vivía y que su casa podía amanecer incendiada. Además, relató que en los meses que estuvo detenida en la provincia sus hijos habían dejado de ir a la escuela y comían gracias a las raciones de una iglesia. La decisión judicial El tribunal, integrado por las juezas Noemí Marta Berros (presidenta), Mariela Emilce Rojas y Roberto López Arando, reconoció la responsabilidad penal de Godoy, pero consideró que la respuesta estatal no podía ignorar el impacto desproporcionado que tendría una pena de prisión efectiva sobre sus hijos. “No sé qué sería de mí si me llegaran a condenar”, afirmó angustiada. En primer lugar, el Tribunal consideró que la mujer no tenía una necesidad económica tan grabe para terminar en el transporte ilegal de droga: "A mi criterio, se ha probado sobradamente y más allá de toda duda razonable que el transporte objeto de las presentes no lo hizo por necesidad y/o porque era la única opción a su disposición para 'ganar dinero a fin de mejorar la situación económica familiar' –como, sin prueba que lo avale, lo afirmó el defensor- pues, es dable colegir con certidumbre -según vimos-, que había cobrado 1.000 dólares del otro viaje en el que confesó haber transportado otro kilo de cocaína a la C.A.B.A. realizado apenas una semana antes, lo que da cuenta que envalentonada por el ‘éxito’ de su accionar ilícito precedente y el dinero fácil obtenido optó libremente por volver a transgredir la norma-mandato y emprender el transporte que aquí se juzga. Conclusión ésta que –a mi criterio- se deduce sin mayor esfuerzo de sus propias palabras en debate cuando afirmó que 'está muy arrepentida de haber caído en la tentación'”. Abandonar el país El fallo destacó que una pena efectiva violaría el principio de mínima trascendencia de la pena y el interés superior del niño. Por ello, se la condenó a tres años de prisión en suspenso y al pago de una multa de $1.170.750, equivalente a diez unidades fijas. Como condición, debió abandonar el país y no podrá volver a ingresar por cuatro años. También deberá fijar residencia en su domicilio de San Antonio y abstenerse de consumir o vincularse con estupefacientes. "Imponer a Angélica Viviana Godoy una pena de prisión de cumplimento efectivo -aunque sea la mínima de la escala, como lo pidió el MPF- y mantenerla privada de su libertad intramuros a más de 900 kilómetros de sus hijos menores, no solo redundaría en una clara afectación al derecho de éstos a ser cuidados en infracción al ‘interés superior del niño’, sino que vulneraría el principio de intrascendencia o –mejor- de mínima trascendencia de la pena, pues ésta excedería el marco de lo razonable y se erigiría en una sanción inconstitucional para sus hijos menores, en violación adicional al principio de personalidad de la pena", concluyó el tribunal. Inmediata libertad Finalmente, se ordenó su inmediata libertad, que se hizo efectiva el 6 de octubre desde la Unidad Penal N° 6 de Paraná. Además, se notificó a los consulados paraguayos de Buenos Aires y Rosario para que tomen intervención. Godoy fue declarada autora del delito de transporte de estupefacientes, pero su historia no terminó con barrotes. Terminó con un regreso obligado a su país, con el desafío de reconstruir su vida y la de sus hijos.
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