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Concepcion del Uruguay » La Calle
Fecha: 28/09/2025 11:25
En el fragor de la campaña electoral, la pregunta resurge con fuerza: ¿el país vive un verdadero enfrentamiento de ideologías? Los hechos demuestran que el escenario es más complejo. La alta tasa de impaciencia social no ha desaparecido; se ha metamorfoseado. Ya no es solo el motor de una protesta anti-sistema, sino que parece estar canalizándose hacia una búsqueda pragmática y hasta angustiada de estabilidad, lo que algunos llaman el “voto útil”: un acto menos de convicción que de contención ante el abismo. Incompleta La democracia incompleta y el malestar que explica la crudeza política siguen intactos. Sin embargo, el ciclo del “outsider” como protesta pura parece estar agotándose tras convertir la promesa de un cambio disruptivo en la cruda realidad de un ajuste que recae desproporcionadamente sobre quienes menos tienen. La ciudadanía ya no juzga solo las promesas, sino los resultados. La legitimidad de ejercicio —la capacidad de gobernar para todos, generando certidumbre y aliviando el dolor social— se ha erigido en el campo de batalla definitivo. El rechazo a la política tradicional que abrió las puertas al experimento libertario hoy convive con la evidencia de que el remedio puede ser peor que la enfermedad, instalando la pregunta crucial: ¿qué tipo de estabilidad anhelamos? ¿Aquélla que se construye sobre el desmonte de lo público, o la que se edifica desde la protección de la dignidad esencial La sociedad se encuentra en una encrucijada: por un lado, una fuerza que apela a “no volver al pasado” y pide más tiempo para una terapia de shock que aún no muestra frutos concretos para la mayoría; por el otro, una oposición que se ha reorganizado bajo la premisa de ofrecer un “puente” hacia la normalidad, apelando a un pragmatismo que mitigue la hemorragia social. Lo mediático Lo que queda claro es que el invento mediático ya no basta. Las redes sociales y los influencers económicos siguen teniendo peso, pero la urgencia de la gente —la necesidad de llegar a fin de mes, de que haya medicamentos o de que los chíos vayan a la escuela— ha puesto un freno de realidad a la guerra cultural. La gente ya no vota solo con la bronca, sino también con el miedo y, quizás, con un cansancio aún mayor. El choque ya no es entre la bronca y la esperanza, sino entre el temor a un retroceso irreversible y la necesidad imperiosa de una contención inmediata. Esta elección ha dejado de ser una contienda sobre proyectos utópicos para convertirse en un plebiscito sobre la gestión de la crisis humana. El problema, como siempre, es la gente. Y hoy la gente está exhausta. Las generaciones que han “pasado las de Caín” ven cómo se esfuman décadas de conquistas sociales, mientras los jóvenes sienten que el futuro se les cierra. El futuro El futuro inmediato no se construye sobre grandes relatos, sino sobre la capacidad de generar acuerdos mínimos que eviten el colapso. La falsa promesa de un bienestar individual en un mar de desigualdades ha mostrado su límite. La pulseada electoral actual es la expresión de esta disyuntiva: ¿privilegiamos la ortodoxia económica a cualquier costo social o priorizamos la cohesión aunque signifique negociar con los fantasmas del pasado? Ante este panorama, la ciudadanía no está eligiendo un sueño, sino un administrador de la emergencia. Pero en ese acto de aparente pragmatismo, late una chispa de esperanza. El verdadero desafío post-electoral será, más allá del resultado, reconstruir la confianza y la proximidad. La gente está más que impaciente: está herida. Y su voto, esta vez, es un acto de supervivencia que contiene, quizás sin saberlo, una semilla de futuro. Pensar el futuro, en este contexto, significa, primero, asegurar el presente. La esperanza La verdadera esperanza no reside en perpetuar un modelo que profundiza la fractura, sino en reconocer que el camino de la exclusión no tiene vuelta atrás sino para hundirnos más. La esperanza está en que este cansancio extremo nos una en la comprensión de que la única salida viable es colectiva. La historia argentina demuestra que nuestra resiliencia nace de los momentos más críticos. De esta crisis, que ha dejado al descubierto la insostenibilidad de los atajos, puede nacer la convicción madura de que el progreso genuino se construye con inclusión, con diálogo y con una mirada puesta en las próximas generaciones, no en el próximo indicador financiero. La mejor opción nunca es la que nos divide entre ganadores y perdedores, sino la que nos convence de que el único triunfo posible es el que nos incluye a todos. Lo nuestro es la gente, no lo olvidemos. Y en la gente, agotada pero aún en pie, reside la última palabra y la fuerza para un nuevo comienzo. (*) Abogado. Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente del Bloque Concejales PJ 2023-2027. Apoderado del Consejo Departamental PJ Uruguay. Congresal Provincial PJ ER. Secretario de Gobierno 2019-2023. Concejal 2015-2019. Presidente del Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-
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