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Parana » Asdigitalnews
Fecha: 04/09/2025 23:30
En los últimos años, diversas investigaciones han explorado cómo los perros procesan el afecto hacia sus dueños, comparando su respuesta frente a recompensas sociales y alimenticias. Los hallazgos son sorprendentes y confirman lo que millones de personas intuían: tu perro te ama más que a la comida. Los avances en neurociencia, junto con estudios de comportamiento, revelan que los perros activan las mismas regiones cerebrales de recompensa que los humanos al interactuar con quienes aman. Esto explica por qué los perros aman más a su dueño y se vuelven locos de felicidad con su regreso. El vínculo perro-humano y la oxitocina La relación entre humanos y perros es tan especial que ha sido comparada con la de madres e hijos. Un estudio publicado en Science demostró que la mirada entre perros y sus dueños desencadena la liberación de oxitocina, la hormona del apego. Los investigadores encontraron que cuando un perro mira a su dueño, ambos presentan un aumento significativo en los niveles de oxitocina. Este fenómeno genera un círculo positivo de afecto: cuanto más contacto visual existe, más se fortalece el lazo emocional. Curiosamente, los lobos domesticados no presentan esta reacción, lo que sugiere que esta capacidad surgió durante la domesticación. Este hallazgo explica por qué tu perro no solo busca tu compañía, sino que además necesita tu atención. La interacción cotidiana, como hablarle o acariciarlo, no solo lo hace feliz: también fortalece una conexión biológica compartida. El cerebro canino frente al amor y la comida Uno de los experimentos más reveladores fue realizado en la Universidad de Emory. En este estudio, se utilizaron resonancias magnéticas en perros entrenados para permanecer despiertos y quietos dentro del escáner. Los resultados mostraron que el núcleo caudado, región asociada a las recompensas, se activaba con igual o mayor intensidad cuando los perros recibían elogios de sus dueños que cuando recibían comida. En trece de quince perros, la activación fue más fuerte frente a la voz de su dueño que frente a la comida. Además, en un segundo experimento, cuando se les retiraba el elogio prometido, la reducción en la actividad cerebral era clara, lo que confirmaba el valor emocional de la interacción social. Finalmente, en una prueba de elección entre comida o su dueño, las respuestas cerebrales predecían la preferencia del perro en la vida real. El poder del olfato y la memoria afectiva El sentido del olfato es otra clave en esta historia. Un estudio publicado en Behavioural Processes demostró que los perros reaccionan con mayor intensidad cerebral al olor de un humano conocido que al de otros perros o personas extrañas. Este hallazgo indica que el cerebro canino no solo reconoce, sino que también valora emocionalmente el olor de su dueño. Incluso sin presencia física ni estímulos adicionales, el simple aroma activa áreas relacionadas con la recompensa, lo que revela un apego genuino.
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