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  • Sensibilidad Alimentaria: qué alimentos y sustancias inflaman tus células

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 24/08/2025 11:27

    Un análisis rápido y preciso permite identificar reacciones adversas a más de 150 alimentos y diseñar un plan nutricional personalizado. La sensibilidad alimentaria es un fenómeno creciente que afecta a cada vez más personas, aunque muchas veces pasa desapercibido ya que se produce a nivel celular. Si bien aún no se comprende del todo por qué algunos alimentos provocan reacciones más o menos intensas en ciertos individuos, existen factores que podrían incidir: una dieta poco variada, rica en azúcares, sal y grasas saturadas; el estrés crónico; y antecedentes como la ausencia de lactancia materna, que influye en el desarrollo de la microbiota intestinal y la respuesta inflamatoria del organismo. “Las reacciones adversas a los alimentos pueden manifestarse por ingestión, contacto o incluso inhalación, y también pueden estar relacionadas con aditivos como colorantes o saborizantes”, explica la Lic. Perla Manera, Licenciada en Nutrición de Alcat – Sensibilidad Alimentaria Especialista en Endocrinología y Diabetes. Estas reacciones comprenden alergias, intolerancias y sensibilidades, que se estima afectan a entre el 30 por ciento y el 60 por ciento de la población global. Tres niveles de reacción La alergia alimentaria es la forma más severa, ya que implica una respuesta del sistema inmunológico. “Es el caso del maní o ciertos pescados que liberan histamina, provocando síntomas como urticaria, dificultad para respirar o incluso shock anafiláctico”, detalla la Lic. Manera. Su diagnóstico se realiza mediante pruebas cutáneas que miden IgE específica. Si se detecta en la infancia, es posible una desensibilización. En adultos, el tratamiento se basa en la exclusión total del alimento. También pueden generar alergias alimentos como el huevo, la soja, el maní, el gluten, los mariscos, frutas secas y algunas frutas y verduras. Las intolerancias, en cambio, no suelen involucrar al sistema inmune. “Se trata de un mecanismo más bien ‘mecánicos’, cuyas manifestaciones principales son digestivas: dolor abdominal, gases, diarrea o constipación”, explica Manera. La más frecuente es la intolerancia a la lactosa o la intolerancia a la histamina por déficit de la enzima DAO. La enfermedad celíaca merece una mención aparte: afecta al uno por ciento de la población mundial y, aunque muchas veces se la confunde con una intolerancia, se trata de una enfermedad autoinmune. La ingestión de gluten (presente en trigo, avena, cebada y centeno) provoca una respuesta inflamatoria que puede dañar la mucosa intestinal y afectar el crecimiento en niños. Su diagnóstico requiere estudios específicos. Sensibilidad alimentaria: una reacción menos evidente, pero igual de importante La sensibilidad alimentaria se diferencia de las anteriores por no estar mediada por anticuerpos ni por mecanismos inmunológicos clásicos. “La célula reacciona directamente al contacto con ciertos alimentos, liberando mediadores inflamatorios que pueden afectar diferentes órganos y sistemas”, señala Manera. Esto puede derivar en síntomas crónicos e inespecíficos, como fatiga, dolor articular, migrañas, rinitis, trastornos digestivos, hipertensión o incluso dificultades para bajar de peso. ¿Puede la sensibilidad alimentaria estar detrás de síntomas como obesidad, artritis, migraña o asma? Sí, si bien estos cuadros pueden tener múltiples causas, algunas investigaciones indican que la inflamación de bajo grado asociada a la sensibilidad alimentaria puede contribuir a su aparición o persistencia. Un diagnóstico complejo: A diferencia de las alergias o intolerancias, que pueden detectarse con métodos convencionales, la sensibilidad alimentaria requiere evaluaciones específicas que analizan la reacción de las células frente a distintos alimentos y aditivos. “Se trata de estudios in vitro que, a partir de una muestra de sangre, permiten identificar qué alimentos pueden provocar reacciones adversas, incluso cuando los síntomas no son inmediatos ni siempre iguales”, explica Manera. Entre los síntomas que podrían motivar este tipo de análisis se incluyen: malestares digestivos, náuseas, vómitos, hinchazón, urticaria, rinitis, reflujo o confusión mental. La prueba simula en laboratorio el contacto del cuerpo con los alimentos y evalúa la respuesta celular. ¿Cómo se realizan estas pruebas? El procedimiento comienza con una entrevista clínica. Si el paciente está tomando corticoides, antihistamínicos o altas dosis de vitamina C (más de 1g diario), debe suspenderlos cinco días antes de la toma de la muestra. Estas pruebas no están indicadas durante el embarazo, la lactancia, ni en personas bajo tratamiento con inmunosupresores o antibióticos. Tampoco requieren ayuno. Los resultados se entregan en pocos días, organizados por colores según el nivel de reactividad: severa, moderada, leve, no reactiva. Se pueden analizar más de 100 alimentos y sustancias químicas, e incluso incluir paneles especiales para gluten, caseína, lactosa y cándida albicans. El estudio es explicado por un licenciado en nutrición. “Detectar a tiempo la sensibilidad alimentaria permite mejorar la calidad de vida y prevenir complicaciones a largo plazo. En Labmedicina realizamos este estudio con tecnología de vanguardia, lo que nos ayuda a brindar un diagnóstico preciso y personalizado para cada paciente”, concluye Manera.

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