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  • Misionando por el mundo

    » Elterritorio

    Fecha: 10/08/2025 06:53

    En tiempos de hate y grietas hay quienes eligen acercar, viajar kilómetros y kilómetros para asistir, ayudar, tender una mano. La vocación de servicio impregnada en el espíritu de una provincia que la ensalza en su propio nombre y no deja de exportar empatía domingo 10 de agosto de 2025 | 6:06hs. Cada tanto, en un mundo dominado por la inmediatez, las urgencias del yo, el confort como meta, emerge una fuerza contraria, silenciosa pero persistente: la voluntad de servir, la vocación de ayudar a otro sin esperar nada a cambio más que un fortalecimiento genuino del alma. La vocación del servicio rara vez figura en los discursos políticos ni se viraliza con facilidad, suele estar más asociada a los reductos espirituales y las búsquedas místicas. Y en Misiones, haciendo alarde de su nombre, de la acepción de su gentilicio, cientos de misioneros se lanzan a misionar. A tender una mano a quien más lo necesite, aquí, en otra provincia o por qué no, en distantes y disímiles países. Con mochilas despojadas de prejuicos y cargadas de emoción, la tierra roja se exporta en los abrazos que no piden nada a cambio. De esta manera, en este informe de domingo reunimos historias distintas pero unidas por un hilo invisible: el deseo genuino de hacer algo por los demás. Personas comunes -jóvenes en su mayoría, adultos, misioneros en cuerpo y alma- que decidieron aventurarse hacia el servicio. Algunos se subieron a un avión rumbo a África o Alemania. Otros tomaron el colectivo que los lleva a una escuelita rural de Misiones. Hay quienes encontraron en la fe su impulso transformador; otros se movieron por un recuerdo de la infancia, por la necesidad de sanar heridas propias ayudando a otros. Distintas motivaciones, un mismo motor: la empatía. Paula Martin por ejemplo viajó como misionera a Sudáfrica y volvió siendo otra según relató. Entre escalas de aeropuertos y emociones aún en ebullición habló de entrega, de una transformación profunda. “Pensé que iba a dar, pero recibí muchísimo más”, alegó (página 5). De la misma manera, la jardinense Nataly Brugger, llegó hasta Alemania y en el trabajo con niños de distintas culturas, entre refugiados y lenguas múltiples, aprendió que la empatía trasciende idiomas y religiones. Que ayudar va más allá de toda creencia, es un puente humano que derrumba prejuicios y acerca corazones. (página 7) En tanto, María Marta Hoppen, hizo de la resiliencia personal un camino de servicio. Desde Buenos Aires, lidera el grupo “Misioneros Juntos por una Sonrisa”, que viaja todos los años a escuelas rurales de Misiones llevando juguetes, meriendas y alegría en forma de disfraces, canciones y abrazos. Lo que comenzó como una necesidad infantil se transformó en acción concreta: el deseo de que ningún niño tenga que caminar descalzo en invierno (página 8). Luciana Machuca, desde su lugar como voluntaria en Cruz Roja y su pasión como estudiante de enfermería, habla de la formación vital, del trabajo silencioso que se vuelve clave en momentos críticos.Y como más allá del RCP, la contención emocional y una mirada amiga, pueden cambiar el día o la vida de cualquier persona (página 6). Lejos de idealizar o romantizar el esfuerzo, la idea es acercar las historias de quienes a fuerza de pulmón logran un pequeño cambio, dar visibilidad a esa otra forma de estar en el mundo. Como Fiorella Pesoa Kovalchuk, por ejemplo, que supo encontrar el momento y las habilidades justas o estas la encontraron a ella quizás, para poder asistir hoy en Ucrania, a niños que quedaron huérfanos tras la guerra (página 4). El mensaje se repite en cada página, no es compasión sino piedad en su correcta etimología, conciencia, empatía, tender esa mano, ese abrazo que todos podemos necesitar en un momento vulnerable. En tiempos en que tanto se habla de grietas, divisiones y desencanto, estas historias llegan como oasis que construyen puentes. Son ejemplos humanos de que no sólo el hate se reproduce, escuchar, ayudar, asistir y otras pequeñas acciones se sostienen no sólo para poder elevar la vida de los otros sino también la propia. Compartí esta nota:

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