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» Elterritorio
Fecha: 10/08/2025 06:53
El grupo “Misioneros juntos por una sonrisa” se formó en Buenos Aires por coprovincianos que vuelven para traer donaciones y alegría a los chicos domingo 10 de agosto de 2025 | 6:05hs. Mar celebró su cumpleaños con amor y solidaridad. Foto: Carina Martínez Con raíces en San Pedro, nació el grupo “Misioneros juntos por una sonrisa” integrado por misioneros que actualmente residen en Buenos Aires, a quienes les unió la conmovedora infancia de su fundadora, una sampedrina, que al ver los pies agrietados de su madre por andar descalza en el frío, pedía a Dios una zapatilla. La dura realidad de cientos de familias trae al grupo una vez al año a la tierra colorada en concordancia con el mes del niño para entregar donaciones y compartir momentos de sonrisas y emoción. La iniciativa surgió hace diez años, inspirada en la difícil infancia de María Marta Hoppen (50), a quien todos llaman Mar. Ella nació en una familia de muy bajos recursos en Terciados Paraíso, San Pedro, donde vivió hasta los 6 años e iba a la Escuela Nº 341. “Caminaba mucho con mis hermanos, descalzos en invierno o con unos zapatos de plástico que nos cambiábamos en el camino si íbamos a turnos diferentes”, recordó María Marta. Luego su familia se mudó a Bernardo de Irigoyen. Esa experiencia, junto con la imagen de su madre lastimada por el frío, a quien “le lavaba los pies por las tardecita mientras le pedía a Dios un par de zapatos para ella”, tal cómo expresó, la marcó profundamente. Un día, unas personas llegaron a la Escuela Nº 212 ubicada en Gramado de San Pedro, y les regalaron zapatillas. “Las mías eran blancas, ¡inolvidables!”, rememoró. Después de muchos años, el destino la llevó a Buenos Aires, pero nunca olvidó sus orígenes. “Aquí conocí a un grupo de gente de diferentes localidades de Misiones que, como yo, viven en Buenos Aires. En una reunión les conté sobre mi último viaje a visitar a mi familia y mencioné que la escuela no tenía bandera”, detalló sobre el puntapié para esta iniciativa. Esa charla quedó en el aire hasta que propuso la posibilidad de formar un grupo y ayudar a las escuelas rurales de Misiones. “Elba (administradora del grupo) me respondió con un rotundo ¡sí!”, resaltó evocando aquel momento que cambió sus vidas y de cierta manera vino a sanar aquellos recuerdos de la infancia. A partir de ese momento, llegan a los lugares más alejados de la provincia, lo que demanda organización, y actividades para recaudar donaciones. “Hacemos rifas, vendemos remeras, Elba hace mermelada y todo el equipo trabaja sin descanso”, refirió y añadió que, “hoy somos cinco administradores, recibimos donaciones de todo tipo, las acondicionamos y las enviamos a Misiones a través de la empresa de transporte Alem”. Los integrantes tienen sus orígenes en Misiones al igual que María Marta. Así, Oscar López nació en los Helechos; Jorge Duarte es de Hipólito Yrigoyen; Elba Barros, de Aristóbulo del Valle y María Barros es de Campo Grande. Las donaciones son enviadas a varias personas que en la provincia las reciben y se encargan de hacerlas llegar a quienes más necesitan, como el caso de Sofía Giménez en Pozo Azul, pero para ellos el momento más esperado es el viaje a la tierra colorada. “Una vez al año, para el Día del Niño, elegimos cinco escuelas y vamos a festejar con los chicos. Durante todo el año, personas maravillosas donan juguetes que nosotros acondicionamos y guardamos. Hacemos una rifa para comprar golosinas y armamos una bolsita para cada niño”, precisó el grupo al hacer referencia a cómo organizan sus actividades. Misión cumplida Este año el viaje se adelantó porque el 27 de julio fue el cumpleaños número 50 de su fundadora y quiso celebrar con sus amigos y familia en Pozo Azul. El 28 de julio, bajó una intensa lluvia, llegaron a la primera escuela en ser visitada en este viaje; la Escuela Bilingüe que funciona en la comunidad mbya Alecrín de la Capital de la Araucaria, donde los niños los recibieron con una canción. A la comunidad llegaron disfrazados de personajes que encantan a los niños, además de juegos y donaciones. Cada momento fue una caricia al alma. “Tenemos a nuestro payaso, yo me disfrazo de Rapunzel, nos pintamos la cara, pintamos sus caritas, jugamos, llevamos muchos globos para darle alegría al momento”, dijo María Marta. “Todo lo que hacemos es de corazón y a pulmón”, enfatizaron los misioneros. Sobre las sensaciones detrás del esfuerzo para llegar, destacaron que “siempre es una sensación de volver a ser niños otra vez”. Además de la escuela de Alecrín visitaron en esta ocasión a la Escuela Nº 529 de La Cachuera de Aristóbulo del Valle, 425 Salto Encantado de Aristóbulo del Valle, 575 de Campo Grande y la escuela bilingüe Santa María, El Chapá. Compartí esta nota:
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