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  • Volver a Malvinas: "Viví mucho tiempo con la culpa del sobreviviente"

    » Radiosudamericana

    Fecha: 21/04/2025 22:45

    Lunes 21 de Abril de 2025 - Actualizada a las: 20:31hs. del 21-04-2025 QUINTO VIAJE Ángel Esteban “Coqui” Flores, excombatiente y coordinador de los viajes a Malvinas y el ex combatiente Guillermo Miño, visitaron Radio Sudamericana para hablar de su experiencia en este viaje. Este lunes un nuevo contingente de excombatientes correntinos regresó de las Islas Malvinas. Es la quinta vez que un grupo de veteranos de guerra de la provincia vuelve a pisar ese suelo donde, 43 años atrás, dejaron cuerpo, alma y compañeros. La bienvenida fue cálida y emotiva, no solo por parte de autoridades, sino de toda una comunidad que reconoce el valor de estos hombres que siguen reconstruyéndose. Ángel Esteban “Coqui” Flores, excombatiente y coordinador de estas travesías, encabezó este nuevo viaje y junto a Guillermo Miño, quien sirvió en el Regimiento de Mercedes visitaron Radio Sudamericana para compartir sus vivencias en esta reciente experiencia. Ambos dejaron entrever que, aunque hayan vuelto físicamente, lo que verdaderamente regresó fue otra cosa: un alma un poco más liviana. Sanar en territorio sagrado Coqui Flores describió el viaje como profundamente emotivo, similar a los anteriores, pero con nuevas vivencias que vuelven a remover emociones. “Vamos con una cara y volvemos con otra. El rostro cambia, la mirada se vuelve más suave, el corazón más abierto”, explicó. Uno de los momentos más significativos, dijo, es estar en el cementerio de Darwin. Allí, algunos veteranos pudieron pedir perdón a compañeros caídos, cerrar heridas y liberar culpas que los acompañaron por más de cuatro décadas. “Un compañero se arrodilló frente a una tumba y dijo: ‘Por fin me alivio de esta carga que tenía’”, contó, visiblemente conmovido. “Yo también viví mucho tiempo con la culpa del sobreviviente. No es algo que uno elija, pero el cerebro funciona así, te dice ‘¿por qué yo sí y ellos no?’ Y eso duele, te consume”, compartió Coqui. Recordó nombres, rostros, compañeros que quedaron en el camino. “A veces pensaba que Ferreira, Diego, Juan Carlos Dávalo tal vez le hubieran servido mejor a la sociedad que yo. Pero con el tiempo entendí que estoy acá por algo. Tal vez mi misión era ésta: ayudar a los otros, ser el lazarillo del grupo”, reflexionó. Esa culpa se fue transformando en propósito, en guía, en sostén. Y cada viaje a Malvinas no solo reconstruye la historia, sino también el alma de quienes volvieron. "Me di cuenta que las cosas que pase fueron de verdad" Guillermo Miño, en silla de ruedas debido a secuelas de la guerra, fue uno de los 21 excombatientes que formó parte del contingente. “Mi objetivo era pisar Malvinas, ir al cementerio y despedirme. No pensé que me iba a hacer tan bien”, confesó. A pesar de su limitación física, logró llegar a dos posiciones donde combatió. “Lloré cuando salíamos de Malvinas. No sé por qué, pero lloré. Fue como aflojar después de 43 años”, relató. Durante el viaje, también pudo confirmar hechos que su mente había querido olvidar. “Vi cosas que pensé que había imaginado. Estando allá, me di cuenta de que era todo cierto”. Guillermo también recordó cómo fue su regreso en 1982: sin recibimiento, sin transporte, sin información oficial para su familia. “Mi madre me esperaba con una bandera y un cajón, pensaba que estaba muerto. Nadie le informó nada”, relató con tristeza. Una deuda que se empieza a saldar Cada centro de excombatientes de la provincia selecciona un total de 20 veteranos mediante sorteo. “Este año fuimos 21, más dos periodistas. Preferimos que viajen los del interior, los que menos posibilidades tienen de hablar de lo que vivieron”, explicó Flores. “En las islas, por fin pueden desnudar el alma”. La experiencia compartida entre compañeros fue clave. “Nos ayudamos entre nosotros porque durante mucho tiempo no hubo ayuda profesional. En los centros de combatientes nos contábamos nuestras historias, éramos nuestros propios psicólogos”, dijeron. El impacto de estas visitas va más allá de lo personal. Sanan memorias, resignifican vivencias y devuelven dignidad. “Se despierta el chico de 19 años que fuimos. Y ahí vamos, caminando kilómetros por las islas, con las piernas mojadas, igual que antes, pero esta vez para sanar”, describieron. Un regreso distinto A diferencia del desolador regreso del 82, esta vez fueron recibidos con honores en Río Gallegos y luego en Corrientes. Hubo guardia de honor, banda de música y muchas lágrimas. “Esta vez fue distinto. Esta vez nos recibieron como merecíamos”, cerró Coqui.

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