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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/04/2025 04:49
La satisfacción sexual suele asociarse con el rendimiento genital, sin embargo, esta visión ignora dimensiones emocionales, cognitivas y comunicacionales fundamentales en el bienestar íntimo (Imagen Ilustrativa Infobae) Es frecuente escuchar “estoy satisfecha/o” o mi sexualidad es “normal”, sin pensar demasiado en la respuesta. A veces, se dice para salir del apuro y otras para definir lo que en realidad la persona cree. Tanto la palabra satisfacción como normalidad sexual intentan reflejar lo que se debería sentir o bien que las prácticas sexuales están dentro de lo conocido, permitido, normativizado por las creencias impuestas socialmente. Si bien la sexualidad es un aspecto mucho más amplio que el sexo, pareciera que los buenos resultados en el sexo genital (excitación, erección, orgasmos, eyaculación) son los más valorados. La satisfacción sexual no debe definirse solo por el rendimiento genital, ya que esto ignora aspectos importantes como sentimientos, emociones, comunicación y expectativas personales. Definir la satisfacción por el rendimiento genital es perdernos una parte importante de la experiencia sexual. Qué es la satisfacción sexual La satisfacción sexual no es la mera falta de disfunciones ni la condición de obtenerla con otras personas, ni que esté sesgada por el sexo heteronormativo (es decir prácticas marcadas por el erotismo heterosexual), ni el resultado solo del sexo genital. "Se está más atento al miedo a la infidelidad que a hacer cosas para que la pareja se beneficie con acciones nuevas", dijo el doctor Ghedin (imagen ilustrativa infobae) Se define la satisfacción sexual como la experiencia subjetiva global resultante de la evaluación individual del grado en que las necesidades, deseos y expectativas personales del individuo y de su(s) pareja(s) con respecto a la sexualidad se satisfacen a través del sexo y la sexualidad, provocando placer, alegría, bienestar o felicidad a nivel físico, emocional y cognitivo. Un funcionamiento sexual genital apropiado o exitoso, así como la mera ausencia de disfunciones, no es, por lo tanto, suficiente para garantizar la satisfacción sexual, que incluye experiencias positivas de gratificación, satisfacción y plenitud. Esta definición está en consonancia con la Declaración de Placer Sexual de la Asociación Mundial de Salud Sexual de la Asociación Mundial de Sexología (WAS) y las orientaciones de investigación y práctica inspiradas en ella. (Imagen Ilustrativa Infobae) Decir “estoy satisfecho sexualmente” muchas veces no refleja lo que sucede en la relación en niveles más profundos. En estos casos, el sexo es placentero cuando se mantiene dentro de lo conocido y no se introduce nada nuevo, significa no innovar, no hacer nada nuevo ¿para qué cambiar si esto funciona? Comunicar gustos, explorar prácticas, expresar fantasías, incluir juguetes sexuales, suele ser un problema para quien desea romper con la monotonía. Supone que el otro no lo va a aceptar y no lo dice. Y en este punto son las mujeres las más se callan: “va a pensar que no me complace o que ya no me atrae”, “no me va a creer si le digo que es por mi deseo, va a pensar que alguien influyó en mi propuesta”, etc. Qué tener en cuenta para lograr satisfacción sexual La intimidad no es solo sexual, requiere tiempos compartidos, desconexión del estrés cotidiano y voluntad de encuentro, especialmente en parejas con hijos o convivencias prolongadas donde la rutina se impone (Imagen Ilustrativa Infobae) 1. La autoimagen corporal. La imagen del cuerpo incluye los aspectos físicos, así como las sensaciones que provienen del interior. El foco está puesto en la figura, peso, movimientos, posturas, cicatrices, olores, genitales (tamaño del pene, lubricación, sequedad vaginal, eyaculación, erección, etc.). La atención también registra el nivel de deseo, placer o displacer, dolor, etc. Las personas que han pasado por experiencias sexuales traumáticas o han sufrido disfunciones sexuales estarán más alertas a las señales del cuerpo. La autoexploración es fundamental para conocer el cuerpo y las señales eróticas que despierta al tocarlo. 2. La intimidad. Generar momentos de encuentro no significa que el objetivo es exclusivamente sexual. Hoy en día, se hace difícil salir del estrés cotidiano para entrar en la dimensión erótica, falta tiempo, se posterga, se deja para el momento ideal, y, aunque no esté agendado, quedará para algún día del fin de semana. Las parejas de años, convivientes, con hijos, son las que tienen más dificultades para encontrarse, sin embargo, cuando los hijos crecen, siguen con la misma modalidad, les cuenta reencontrarse como pareja. 3. La comunicación. “Hablando se entienden las personas”, dice el dicho, o “lo que no se habla se supone o se actúa”, sobre todo cuando se trata de temas sexuales. Se está más atento al miedo a la infidelidad que a hacer cosas para que la pareja se beneficie con acciones nuevas. El pensamiento basado en preconceptos o en suposiciones gana lugar cuando las verdades se ocultan. Las personas se responden las preguntas que le harían al otro, como si lo conocieran tanto que ya pueden prever sus reacciones. También se callan esperando a que el otro se dé cuenta de lo que se demanda, como si fuera un adivino de las conductas ajenas “Yo esperaba que te dieras cuenta”, es la frase de cabecera. La ansiedad sexual reduce el disfrute porque interfiere en la entrega, impide la relajación y genera expectativas desmedidas que afectan el desempeño y el placer en el encuentro íntimo (Imagen ilustrativa Infobae) 4. El modelo de relación de pareja. La esencia de la relación sexoafectiva es la simetría y la responsabilidad es mutua. Se pueden distribuir las tareas, el manejo de presupuesto, la crianza de los hijos, compartir los gustos sexuales, etc., mas la base tiene que ser la igualdad. Ambos dos deben enriquecerse con la relación. Cuando las parejas dejan esa simetría caen en el modelo de complementariedad. Es tan frecuente escuchar “nos complementamos perfectamente”, esta idea alude a una falta que el otro completa, cuando de ninguna manera tendría que ser así. La complementariedad endurece al vínculo, lo convierte en un modelo inamovible que siempre se debe ajustar al otro, perdiendo la autonomía de cada miembro de la pareja. 5. La percepción subjetiva del propio funcionamiento del participante. La autoexploración es fundamental para saber qué nos pasa en el plano erótico y en la valoración personal (autoestima). La satisfacción sexual repercute en la estima, en la sensación de bienestar que nos aporta el cuerpo y las sensaciones de placer. Si la persona desconoce su cuerpo, si no sabe lo le que provoca estimularlo, estará esperando que el otro active esos puntos de excitabilidad. 6. La frecuencia de ciertas conductas sexuales. Existen prácticas que son muy satisfactorias para uno, pero no tanto para la pareja. Las diferencias en gustos pueden provocar insatisfacción, no tanto por la falta, sino por la postura del otro de no hacerlo porque no le gusta. No siempre hay acuerdos, sin embargo, es posible consensuar, buscar otras maneras o alternar con otras prácticas que sean placenteras para ambos. Incluir nuevas experiencias potencia el vínculo cuando hay respeto, confianza y una comunicación abierta sobre los límites de cada persona (Imagen Ilustrativa Infobae) 7. La ansiedad sexual. La ansiedad es enemiga del erotismo, se mete en la cama haciendo de las suyas: aumenta las expectativas, tensa el cuerpo, no deja paso al placer, se anticipa mal a lo que va a venir, nos hace estar demasiado atentos a lo que hacemos, estamos pendientes del accionar del otro, en fin, no permite que los cuerpos y las mentes de los participantes de la escena sexual se relajen y disfruten. 8. La calidad percibida. No importa la frecuencia, importa la calidad de los encuentros. Cuando la relación sexual es placentera las sensaciones persisten en el cuerpo, se busca repetir la experiencia para lograr el mismo efecto, por el contrario, cuando es rápida, actúa como una descarga de tensión. 9. El valor y el agrado atribuidos a la relación sexual con la pareja. La valoración de la calidad sexual se extiende a todo lo que sucede en la relación. Cuando hay satisfacción sexual verdadera no se usa la cama para dirimir conflictos (en ese caso actúa como una descarga de la tensión vincular), muy por el contrario, mejora la comunicación en otras áreas y ayuda a la pareja a afrontar mejor las circunstancias vitales. 10. La compatibilidad e interés en la relación. Ser compatibles, no estar pegados el uno con el otro, es establecer códigos de acuerdo sin perder la individualidad. Muchas parejas se aman, pero no pueden establecer códigos o pautas de acuerdo para llevar adelante la vida vincular. El equilibrio entre la individualidad y lo que se comparte es una fina línea móvil que alterna entre las decisiones personales y las compartidas. Hay personas que postergan sus intereses personales en pos de acompañar al otro en sus proyectos o para dedicarse a la familia, decisión que puede traer replanteos o crisis existenciales en un futuro, cuando los hijos crecen o cuando la pareja se separa. *El doctor Walter Ghedin (MN 74.794) es médico psiquiatra y sexólogo
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