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  • Adiós Francisco: esperanza, dignidad, rebeldía y ternura

    » Data Chaco

    Fecha: 21/04/2025 19:13

    Desde Católicas por el Derecho a Decidir Argentina, despedimos con profundo dolor y pesar al Papa Francisco. Como católicas feministas que hemos vivido una fe en disidencia, basada en la libertad de conciencia, en las teologías feministas y en la defensa de los derechos humanos, reconocemos en Francisco a un líder de nuestro tiempo. Profundamente humano, capaz de interpelar a la Iglesia y al mundo desde una espiritualidad comprometida con la justicia social, Francisco ha marcado una agenda pública en favor de los más postergados. Denunció la guerra, el extractivismo ambiental, el capitalismo salvaje y el abandono de los pueblos. En un mundo cada vez más hostil y desigual, se animó a tender puentes con el compromiso de construir una Iglesia más plural, abierta y compasiva. Su papado abrió posibilidades profundamente transformadoras. Impulsó con fuerza la realización del Sínodo 2021/2024, convencido que la Iglesia debía construirse desde la escucha, el discernimiento colectivo y la participación de todo el pueblo de Dios. Desde esa mirada, expresó públicamente una posición clara y coherente: su opción por una Iglesia pobre para los pobres, su cercanía con las personas excluidas y su disposición al diálogo marcaron un estilo pastoral distinto. En Evangelii Gaudium manifestó: "Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades." También permitió, en el marco del Jubileo de la Misericordia, que las mujeres que habían abortado pudieran recibir la absolución de cualquier sacerdote, sin necesidad de recurrir a un obispo. Esto no sólo implicó una apertura pastoral, sino también un reconocimiento simbólico hacia las mujeres que durante siglos fueron condenadas al silencio, la culpa y exclusión en estos temas. Celebró misas en cárceles, lavó los pies de jóvenes y mujeres privados/as de su libertad, mantuvo una postura de abierta denuncia acerca de las condiciones políticas que expulsan a miles de personas refugiadas de sus hogares. Recibió en el Vaticano a trabajadoras sexuales, migrantes, pueblos indígenas y personas trans. En cada uno de estos encuentros, reafirmó que no es posible vivir la fe de espaldas a quienes más sufren, y que una iglesia verdaderamente evangélica es aquella que se arrodilla ante el dolor, no ante el poder. Una de esas oportunidades de encuentro se dio cuando convocó a jóvenes de distintas partes del mundo a participar del documental "Amén, Francisco responde". En aquel grupo de jóvenes estaba nuestra compañera Milagros Acosta, una catequista santiagueña integrante de nuestra organización. Fue en ese espacio donde, de su mano, el Papa recibió generosamente nuestro símbolo de lucha: el pañuelo verde. Aquel gesto simple y profundo representó un momento de reconocimiento, no solo hacia ella, sino hacia miles que, desde la fe y desde los feminismos, seguimos luchando por una vida digna para todes. Frente a la avanzada de los fundamentalismos y las extremas derechas que promueven discursos de odio, alimentan la violencia y atacan directamente nuestras luchas, reafirmamos nuestra opción ética, política y creyente por la justicia social, la igualdad y la libertad. Pero no cualquier libertad: no la que se nombra para avalar explotación, exclusión, represión, sino una libertad que se ejerce colectivamente, desde abajo, y que solo es posible si se respetan los derechos, la diversidad y la dignidad de todos los seres y pueblos. Sabemos que la lucha por el derecho a decidir no está aislada de otras causas urgentes: la justicia climática, el reconocimiento de los pueblos originarios, el antirracismo, la defensa de las democracias y la paz. Francisco trabajó para iniciar un camino que deje huella: la de una Iglesia que no teme involucrarse, que denuncia la violencia, que está al lado de quienes padecen el odio, la exclusión y la guerra. Ayer, en su última aparición pública, condenó el genocidio en Palestina, como lo hizo tantas veces ante otras formas de injusticia y crueldad. Su palabra fue refugio, denuncia y guía. Seguiremos "haciendo lío" junto a las voces proféticas feministas de una iglesia que anuncia el mundo que queremos, el futuro que soñamos. Porque creemos en una fe que camina con el pueblo. Que la memoria de Francisco nos convoque a seguir luchando con esperanza, dignidad, rebeldía y ternura. Comunidado oficial de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina. www.catolicas.org.ar Notas Relacionadas

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