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  • Francisco: un papado marcado por la pugna entre conservadores y reformistas

    » Diario Cordoba

    Fecha: 21/04/2025 21:35

    El papa Francisco recibió de Benedicto XVI una herencia envenenada por los casos de pederastia, la erosión de la imagen de la Iglesia católica a causa del escándalo y la resistencia que afloró enseguida en el sector más conservador de la curia vaticana ante el moderado reformismo del Pontífice. Si en 1989 el exsacerdote Peter de Rosa escribió en 'Vicarios de Cristo' que "el papado es una realidad compacta, como una roca en la historia", a partir de 2014, apenas un año después de la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio, aparecieron grietas en la silla de Pedro. El Movimiento Internacional Somos Iglesia lo resumió con una frase breve y precisa: "No hay consenso entre los católicos en el seguimiento del magisterio". No solo por la forma en que se abordó en el Vaticano la multiplicación de los casos de pederastia en tiempos de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, sino porque sigue en punto muerto la actualización de las políticas del cuerpo –aborto, inseminación artificial, homosexualidad, eutanasia–, se mantiene la oposición del gobierno de la Iglesia a la ordenación de mujeres y al celibato opcional, y se levantan muros infranqueables cada vez que gana terreno el debate sobre la administración del ingente patrimonio de la Iglesia. Competencia entre facciones Los prolegómenos de la elección de un nuevo Papa han exacerbado la competencia entre facciones, que en muchos sentidos se atiene a las pautas propias de una lucha por el poder y la tutela del dogma. Más allá de los esfuerzos de Francisco para mantener la balanza equilibrada, la división en el orbe católico no deja de ser un reflejo de la polarización ideológica derivada del auge ultraconservador en Europa y Estados Unidos. De una forma u otra ha arraigado en una parte sustantiva del 'establishment' vaticano la idea de que no debe repetirse “una sorpresa como la de Bergoglio”. Ha arraigado en una parte sustantiva del 'establishment' vaticano la idea de que no debe repetirse "una sorpresa como la de Bergoglio" El enfoque dado por Francisco al último sínodo ha contribuido a difundir esa idea. Al convocar a laicos y consagrados (hombres y mujeres), diáconos y presbíteros, una parte de la curia receló del resultado de la asamblea. Cuando el 2 de octubre del año pasado mencionó el Papa la necesidad de identificar "en los tiempos oportunos" las diferentes formas de ejercicio "colegial y sinodal" de los obispos, se entendió que Francisco pretendía acotar la naturaleza excepcional del Pontífice en tanto que gobernante absoluto elegido por los cardenales menores de 80 años. Tres grupos en disputa A riesgo de simplificar, cabe distinguir tres facciones principales en el universo católico: la que encabeza el catolicismo alemán, de perfil reformista; la que tiene como referencia la orientación de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, y la que persigue mantener el 'statu quo' en la curia vaticana, conservadora en la doctrina, pero moderada en las formas. Esos tres entornos se manifestaron en el sínodo mundial de obispos, pero no fue esta la primera ocasión en la que rechinaron los engranajes: por ejemplo, la decisión de Francisco de prologar en 2015 el libro 'Iglesia pobre y para los pobres', que firmaron el teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez y el cardenal Gerhard Ludwig Müller, dio pie a cierto desasosiego en parte de la jerarquía. Pierde velocidad de crucero la posibilidad de que suceda a Francisco un representante de las iglesias emergentes de África o de Asia Por lo demás, la iniciativa de los obispos alemanes de abrir los trabajos de su asamblea a los laicos, conocido como camino sinodal, dio pie a conclusiones que alteraron el pulso a los conservadores. Porque el camino sinodal es ajeno a lo prescrito por el derecho canónico y porque las propuestas que salieron de él alarmaron a los custodios de la ortodoxia: revisión por el Papa del celibato obligatorio, aceptación de las parejas del mismo sexo, creación de un código de disciplina para sacerdotes incursos en abusos sexuales y autorización del diaconado femenino, entre otras propuestas. Doctrina versus aperturismo No faltaron entonces las voces que recordaron la filiación alemana de la reforma protestante (siglo XVI). Tampoco faltó la socarronería porteña del Papa: "Ya hay una muy buena iglesia evangélica en Alemania. No necesitamos dos". Ni faltó la reacción ponderada, pero sin dejar margen a la interpretación, del secretario de Estado, Pietro Parolin: "El camino sinodal toma decisiones que no se corresponden exactamente con la doctrina actual de la Iglesia". Asimismo, no echó en falta seguidores Timothy Broglio, arzobispo castrense y presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos desde 2022, que cerró la puerta a cualquier 'aggiornamento': "La doctrina de la Iglesia, que emana de la revelación divina, no puede cambiarse". El enfoque aperturista dado por el Papa al último sínodo tensionó a las facciones conservadoras Tal contundencia doctrinal no deja de ser un mecanismo encubridor del acercamiento de la jerarquía católica estadounidense a la siembra política de Donald Trump, que ha fructificado entre los evangélicos. A partir de la presidencia de Barack Obama (2009-2017), el episcopado se siente confortado al lado de los republicanos, y el hecho de que el demócrata Joe Biden fuera un católico practicante no modificó tal comportamiento. De hecho, desde que en 2002 quedó al descubierto la multiplicación de casos de pederastia mediante un trabajo de investigación del diario 'The Boston Globe' –véase la película 'Spotlight'–, los obispos estadounidenses han hecho más visible su conservadurismo. Mayoría en EEUU Los católicos ya son mayoría en Estados Unidos porque la comunidad protestante está dividida en muchas etiquetas. El 70% del crecimiento de la grey se da entre la población hispana recién llegada o de segunda generación, un caladero de votos de primera magnitud en plena mutación de sus comportamientos políticos. Y al contrario de lo que sucede en Europa, la práctica religiosa y el poder de convocatoria de las iglesias sigue siendo muy alto, no solo en ambientes conservadores. Así, mientras el 44% de los católicos alemanes considera fundamental que el paso previo para abordar la crisis de los abusos sexuales debe ser la renuncia de los obispos que los ocultaron, según una encuesta del periódico 'Die Tagespost', el episcopado estadounidense siente que ha superado la frase crítica del escándalo. Gestionar la división El convencimiento de que, en el ocaso de su pontificado, Francisco solo pudo aspirar a gestionar la división, abre un ámbito de debate de gran trascendencia: ¿cuál puede ser la procedencia de su sucesor? Quizá la curia vaticana se sentiría reconfortada si se cerrara el ciclo de papas 'extranjeros' con la elección de un cardenal italiano; quizá la corriente conservadora piense que es la hora de elegir a un Papa estadounidense. En cambio, pierde velocidad de crucero la posibilidad de que suceda a Francisco un representante de las iglesias emergentes de África o de Asia. El eminente teólogo suizo Hans Küng publicó en 2002 'La Iglesia católica', donde argumenta la necesidad de un Concilio Vaticano III que "lleve el catolicismo romano a un verdadero catolicismo", en el sentido de universal. Siete años más tarde declaró, en un rasgo de optimismo, dijo: "El Papa [Benedicto XVI] tendrá un trabajo más fácil que el presidente de Estados Unidos [Obama] para adoptar un cambio de rumbo". Lo cierto es que a Josef Ratzinger se le acumularon los problemas por los escándalos de pederastia y por su relación no siempre fluida con otras confesiones, y cuando renunció dejó abiertos en la mesa de Francisco todos los expedientes con aristas.

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