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Concordia » Diario Junio
Fecha: 20/04/2025 12:35
Hemos llegado a un estado de cosas tal que hasta lo más simple pero profundo, como lo es el canto del Himno Nacional, se ha convertido en el cumplimiento de un protocolo de Cancillería. Porque habla de algo que no existe. Del sagrado grito de libertad, «del ruido de rotas cadenas» (que volvemos a retomar), y del trono de una nueva y gloriosa Nación (que no existe) y que juramos con gloria morir. ¿Cuántos de nuestros «próceres» de hoy estarían dispuestos a morir por esta Patria que se desangra por una entrega humillante? ¿Dónde está la Democracia tan declamada, vaciada, extraviada, esquilmada a la luz del día, mientras la ignominiosa Justicia duerme el sueño de los justos, acunada en los vaivenes del Poder? Por eso hoy, en este marco de burbujas cognitivas, violencia política sobre la sociedad, agravadas por las torpezas propias de un presidente impávido, dubitativo y cruel, que festeja como un triunfo un acuerdo económico que suma otro nudo más al cuello de nuestra deshilachada República, que va dejando jirones en el camino de esta entrega miserable del «hábitat» que nos legaron nuestros ancestros. La narrativa del neoliberalismo es absolutamente incompatible con la democracia social. Bien lo sabían las sectas neoliberales de mediados del siglo XX, tanto en su vertiente austríaca como anglosajona: solo auguraban algún éxito económico para sus planes macabros en escenarios de crisis aguda, shock o dictaduras. Entendían perfectamente, e incluso no dudaban en explicitarlo casi como una confesión, que cuando una economía se abre, desregula sin ton ni son, libera y se flexibiliza, se torna imprescindible instituir un orden autoritario a través del miedo y la represión. Nuestra República, una vez más, acaba de convertirse en un triste y renovado laboratorio de otros poderes, al cual les brindamos sumisión y obediencia debida. Estamos copiando a la perfección el esquema de aquella ortodoxia monetaria, que es la postulación de una crisis de dimensiones bíblicas, señalando al déficit fiscal como el único responsable de todos los males económicos y la aversión por la representación política, entrega de la gestión gubernamental a las corporaciones económicas y financieras, más, por supuesto, la aplicación de políticas shockeantes capaces de disimular, aturdir, aterrorizar y disciplinar para bloquear la resistencia. Por supuesto que los encargados de instrumentar, de un modo planificado, semejante fachada infame, son conscientes de la «resignación» popular y del sentimiento de culpa instalados por las privaciones y humillaciones que suponen dichas recetas. No es en absoluto casual que esta simbiosis entre una política reducida a su vertiente policial y una economía colonizada por el arbitrio de las grandes corporaciones y de la «Embajada», se muestre como un «neofascismo neoliberal», que en una escalada planetaria quiere involucrarse en el nuevo orden mundial. ¡Argentinos, la lucha es una sola: resistencia, lucha y organización!
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