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  • Conversaciones en la capilla

    » Diario Cordoba

    Fecha: 21/04/2025 01:44

    ¿Se puede tocar el cielo en Las Tendillas? Parece ser que, en las adecuadas condiciones de puntuación, victorias y ‘golaverage’, sí. E incluso impregnado de un cierto color blanquiverde muy característico. Pero estos días es más bien él quien asciende temprano por Claudio Marcelo, empujando al sol, para tocar de luz mañanera la centenaria plaza y el conjunto de construcciones que la caracterizan. En especial los ocho remates de sus edificios que podrían ser actualmente nueve de perdurar el que coronaba en los años treinta el edificio Casana Diéguez en su esquina a Morería. En cualquier caso, el inmueble con más galones y veteranía en la historia del lugar - hoy IES Góngora- se encarga de aportar ese noveno elemento. No a la línea de fachadas pero sí a la perspectiva del lugar a través de la elegante linterna que corona la capilla de la Asunción, recatada hasta en el modo de lindar con la calle Claudio Marcelo. Nadie diría que tras la escueta pared que las separa se esconde una pequeña joya del barroco. El recinto actual fue construido a principios del XVIII para que los colegiales «pidiesen luces para el estudio (…) y en cuya cripta se enterrarían rectores y maestros así como los alumnos que fenecieran durante el curso (…) hasta que los llamasen las trompetas del Juicio Final», si bien sus antecedentes se remontan al siglo XVI cuando Pedro López de Alba estableció, sobre el mismo lugar que hoy ocupa el instituto, el colegio de La Asunción para estudiantes pobres con vocación sacerdotal. Desde entonces se han sucedido transformaciones y avatares diversos que configuran una parte fundamental del devenir educativo de la ciudad. Ese discurrir hizo que al crearse la Universidad de Córdoba las instalaciones del rectorado se ubicasen en la zona del histórico edificio que hasta entonces albergaba el internado del colegio mayor. Y que al trasladarse aquellas a la antaño Facultad de Veterinaria, la UCO diese acogida en las dependencias vacantes a la Real Academia, visto el ruinoso estado actual de su sede. Todas esas confluencias hacen que estos días quepa rememorar cómo la capilla sirvió de marco un 19 de abril de 1977 a la toma de posesión del primer rector de la UCO democráticamente elegido, Alberto Losada Villasante, enriqueciendo con un nuevo capítulo la faceta universitaria del edificio, que también dio cobijo en su día a los estudiantes de Derecho y Medicina de la Universidad Libre de Enseñanza. Y que el bello recinto siga profundizando, todos los lunes, desde hace un mes, en esta relación con el saber a través del conjunto de actividades divulgativas y culturales dirigidas al gran público que la Real Academia viene programando desde el debate, la conferencia o el diálogo en materia de actualidad, arte, ciencia o humanidades. No es la Catedral (que en el caso de Vargas Llosa era un bar con ese nombre), pero sabe hacerse acogedora y propicia a la conversación y en su caso también a la música. Todo ello al atardecer y muy cerca de un cielo de Las Tendillas que de algún modo se guarece desde 1905 en el planisferio celeste que Francisco Garrido Hidalgo instaló en la hoy aula de música. En este caso, propiciando asimismo la conversación científica. Pero también podríamos convenir que ofrece destinos a la imagen de la Asunción, armoniza con las teorías pitagóricas de las proporciones musicales que rigen el movimiento de los cuerpos celestes y en caso necesario puede tocarse (con los dedos o a ritmo de vals y con permiso de Strauss). Aunque casi mejor buscar hacerlo en la plaza disfrutando, mientras se pueda, del suave sol mañanero. ( O de nuevas alegrías blanquiverdes). *Periodista

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