01/04/2025 14:31
01/04/2025 14:30
01/04/2025 14:30
01/04/2025 14:30
01/04/2025 14:30
01/04/2025 14:30
01/04/2025 14:30
01/04/2025 14:30
01/04/2025 14:30
01/04/2025 14:30
» La Capital
Fecha: 30/03/2025 20:48
El actor, autor, director y docente teatral rosarino David Gastelú, de vasta trayectoria también en Funes, Rafaela y Buenos Aires, vive entre Barcelona y Rosario y trabaja en una obra de teatro para bebés David Gastelú: "El gran salto o la gran bisagra en mi profesión fue en 2021, pospandemia, cuando iniciamos Faer, el Festival de Artes Escénicas de Rosario" El actor, autor, asistente, director y docente teatral y gestor cultural rosarino David Gastelú , de una vasta trayectoria desarrollada entre nuestra ciudad, Funes, Rafaela y Buenos Aires, vive y trabaja entre Rosario y Barcelona, en una obra de teatro para bebés, que recorrerá este año nuestro país. Remera roja, vaquero, zapatillas y barbita, a los 38 años recién cumplidos el Flaco Gastelú se sienta en el amplio y antiguo salón de reuniones de La Capital a contar durante media hora larga su extensa recorrida por el mundo del teatro, en la que se ha transformado en un trotamundos de esa magia misteriosa de las tablas. Nacido el 17 de enero de 1987 en el barrio Belgrano, David es hijo de la costurera Marta y del camionero Hugo -“ambos casildenses”-, con quienes vivió “en una familia obrera donde no habían arte ni teatro ni libros”. “Soy de barrio Belgrano: toda la vida en las Cuatro plazas. Viví hasta los 14 años en barrio Belgrano, después me mudé y viví en Pichincha y en el centro, mis viejos se fueron a Casilda y viví en Rosario hasta los 21 años” presenta sus credenciales de barrio. -¿Te sentís rosarino? -A ful. Me como las eses y me encanta Rosario. -¿Cómo fue tu infancia en barrio Belgrano? -Tengo los mejores recuerdos del barrio Belgrano y de mi infancia. Era una época de plaza, del Club Nueva Era, del Club Estrella Azul, de las Cuatro plazas, la Escuela San Antonio de Padua. El barrio era para caminar libre, andar en bicicleta, encuentros, la calle, las escondidas. Todo sucedía en la calle. -El autor de cuentos de fútbol Damián Andreoli contaba en su nota del otro domingo que “la patria es el lugar de la infancia donde uno fue feliz”. ¿Así era tu barrio Belgrano? -Totalmente. Tengo ese recuerdo de la felicidad plena, que era la libertad plena de un pibe. -¿Podías estar en la calle sin que tus viejos supieran dónde? -No sabían nada. Y había veranos en los que nos quedábamos hasta las 12 de la noche o la 1 de la mañana, en los que no volvíamos hasta que tus viejos salieran a gritarte. Y no soy tan viejo: tengo 38 recién cumplidos, y pensá que todo esto pasó hace 30 años. "Ser mozo es el primer trabajo de un actor" -¿Cómo empezó tu vínculo con el teatro? -Empecé a trabajar de muy chico: a los 14 años tuve mi primer trabajo como mozo en un restorán de vinculación familiar, de los padres de mi cuñado, que se llamaba “100 por ciento Casero”, en San Luis entre Callao y Rodríguez, bien de pasta, que ya no está más. Ahí tuve mi primer trabajo, empecé como ayudante y conocí a mi primera gran referente del teatro local, y me enamoré del teatro, que fue Romina Mazzadi Arro, que es una gran directora de acá. -¿Cómo la conociste? -Eramos todo mozos en esa época. -¿Ser mozo es buen trabajo para empezar? -Es el trabajo del artista. ¿Quién no pasó por ser camarero si es actor o músico o cantante o bailarín? Y sobre todo teatrero. Y ahí la conocí a Romina, a un grupo de gente, entre ellas Carolina Hall y Carmen Márquez, quienes conformaban “Hijos de Roche”, mi primer grupo de teatro que me alojó en Rosario. -¿Roche por el laboratorio farmacéutico? -Sí. Es una historia muy graciosa: estaban todos medicados. Fue el primer grupo que me albergó y el primero de amigos mayores porque yo era muy pibito, tenía 15 o 16, y ellos bastante más, eran gente que ya venía haciendo teatro en Rosario y que ya venía moviéndose. Ahora son docentes y gente muy destacada: Romina lleva adelante la sala Espacio Bravo junto con Paula García y Elisabet Cunsolo. Carolina (Hall) llevó adelante el grupo La Tramoya y una escuela con una gran cantidad de alumnos en Rosario y en Funes hasta que se fue a vivir a España. Ellas son mis primeras referentes del teatro local. >>> Leer más: De Funes a España: "Los hacedores de la cultura del teatro mantenemos el fueguito prendido" -¿Hubo un día en el que te diste cuenta de que el teatro era lo tuyo? -Mi primer recuerdo es ver teatro desde muy chico, pero la obra que más me impactó fue en 2005 “Hasta la exageración”, una obra de dos actrices amigas queridas -Elisabet Cunsolo y Bárbara Peters-, dirigida por Romina Mazzadi Arro, y cuando la vi dije: “Yo quiero hacer eso, yo quiero actuar”. Siempre de chico sabía que quería actuar, hacer esto. -¿Siempre participabas en los actos escolares? -No tanto. Siempre fue muy extrovertido de pequeño, pero mi casa no era una casa cultural ni estaba llena de arte ni tengo un tío cantante o una tía bailarina así que no sé de dónde vino mi primera atracción, pero recuerdo de chico que siempre quería actuar. En ese momento las únicas referencias que teníamos eran la televisión y el teatro infantil, que nos llevaban a ver. "Hasta hoy mis viejos no entienden muy bien lo que hago" -¿Y tus viejos qué te decían cuando les contabas que te gustaba este camino? -Creo que mis viejos hasta el día de hoy no entienden muy bien lo que hago. “¿Qué hacés: viajás para todos lados, te movés de acá para allá, volvés?”. Y bueno, un poco a la fuerza fueron entendiendo tantas obras de teatro. Cuando vivía en Rafaela participé del grupo de teatro La Máscara, viajaron a verme en algunas obras, cuando vivía en Buenos Aires también viajaron a verme en una obra. -¿Te fuiste a Rafaela por la potencia de su movida teatral? -Sí, en 2021 fui a mi primer festival y conocí a mi primera pareja también. -¿La movida teatral rafaelina es muy fuerte en relación al número de habitantes? -Totalmente. La ciudad tiene 100 mil y pico de habitantes y el Festival de Teatro de Rafaela, que es uno de los más reconocidos y renombrados de la Argentina. Tuve la oportunidad de trabajar ahí cuatro años y fue descubrir lo que se podía generar en una sociedad con una decisión política en ese caso, pero también con un trabajo sostenido por parte de los hacedores. -¿Tiene alguna explicación el fenómeno teatral rafaelino? -Es una buena pregunta. Primeramente considero que el fenómeno teatral se da por una decisión política. En 2005 se hizo la primera Fiesta Nacional del Teatro, organizada por el Instituto Nacional de Teatro, que va rotando por las provincias. Y a raíz de eso, por una decisión política, dijeron: “Esto salió muy bien, hay que sostener un encuentro anual para la gente en esta ciudad”. Lo hizo su intendente en ese momento y se empezó a sostener con una persona a cargo, Marcelo Alasino, que era el director del festival, que empezó en 2006, nunca murió y la gente se lo apropió inmediatamente. De la noche a la mañana causó furor porque estuvo muy bien pensado, muy bien organizado, y porque realmente es un festival que está pensado para toda la ciudadanía. -¿Cómo siguió tu carrera en el mundo del teatro? -Yo estoy muy contento. Hoy en día puedo decir que vivo absolutamente del mundo del teatro y de todos sus devenires: en el teatro somos todos un poco gestores, un poco actores, directores... -¿Tenés que tirar el centro y entrar a cabecear? -Totalmente. Somos hacedores en general, después si das clases, si actuás, todo es por pedidos y todo tiene que ver con muchos factores: económico, social, en qué momento de la historia te encontrás, qué estás haciendo, pero hoy dirijo un festival internacional de teatro, trabajo en España y también en la Argentina, tengo producciones mixtas, y sé que mi carrera gira en torno al teatro. david 2.jpeg Leo Vincenti / La Capital -Trabajaste como actor, autor, director, asistente y hasta diste un seminario de artes marciales aplicadas al manejo del cuerpo. ¿Qué sos de todo eso? -Primeramente soy actor. Cuando me preguntan a qué te dedicás digo que soy actor, pero también soy gestor cultural, también soy docente y tengo una formación en artes marciales en base al movimiento y fui investigando en estos últimos 10 años de mi carrera, en los que tengo un compromiso más físico con la profesión. Entonces ahí llegué también al yoga. -¿Cómo llegaste del teatro a las artes marciales? -A las artes marciales llegué de muy chico, cuando hacía taekwondo, a los 10 años. Después de grande, cuando vivía en Rafaela, me empezó a interesar el yoga, me empecé a formar en yoga y después me gané una beca del Fondo Nacional de las Artes para ir a un centro de formación en Dinamarca, en 2019. En 2020, antes de me agarrara la pandemia, estaba en Dinamarca haciendo un curso de formación de un mes en Othin Teatre, donde una de las formaciones era Kalaripayattu, una palabra muy larga que es un arte marcial. Le dicen el arte marcial más antiguo del mundo, que nació en el sur de la India. -¿Y en qué consiste? -El arte marcial tiene cuatro fases: la primera es la indagación y el autoconocimiento de tu cuerpo: la segunda es lucha con armas de madera; la tercera es lucha con armas de metal, y la cuarta es lucha a cuerpo limpio. En realidad, como la mayoría de las artes marciales, inician como una manera de defenderse, de lucha, pero en el teatro se utiliza muchísimo también como una formación física, donde no solamente te entrenás físicamente sino que también autopercibís el entorno y te manejás de una manera orgánica y organizada. -¿Cómo llegaste a España? -A España viajé por primera vez con un grupo que fue a hacer "Un pollo rojo", que fue una obra que giró por todo el mundo. Me quería ir de viaje, había juntado una plata, en ese momento se podía viajar, y justo en ese momento estos compañeros iniciaban una gira por Europa. Nos encontramos en París, después terminé en España, donde me quedé un tiempo y ellos siguieron de gira y no volvieron más. -¿España fue un salto en tu carrera? -No, fue una referencia de que hay otra forma distinta de ver: cuando salís un poquito de tu zona, de tu barrio, empezás a ver que pasan otras cosas, que la gente se movía de otra manera, que había otras posibilidades. No era nada nuevo: cuáles son las posibilidades de un lado y del otro, ya lo sabemos. Y dije que en algún momento me gustaría venir a trabajar acá. Lo de España fue más una vinculación para viajar y ver. -¿Actuabas en nuestro país pero no vivías del teatro? -No vivía del teatro, pero había tenido la posibilidad de trabajar en varios lugares oficiales: la comedia de teatro municipal, otro trabajo para el Teatro Nacional Cervantes, en dos oportunidades. Entonces como actor o como asistente de dirección trabajaba durante algún tiempo y ahí trabajás solamente de eso: tenés un sueldo, pero es por un tiempo limitado hasta que se termina. Tuve épocas en las que viví sólo de la actuación. "El gran salto en mi profesión fue en 2021, cuando iniciamos Faer" -¿Cuál fue el gran salto en tu carrera? -El gran salto o la gran bisagra en mi profesión fue en 2021, pospandemia, cuando iniciamos con Faer, un festival internacional de arte escénica. -¿Cómo surgió el Faer? -El Faer surgió desde la militancia, desde la lucha, desde la desidia, desde lugares bastante contrapuestos a los que generan un festival porque en ese momento pospandemia muchos compañeros del ámbito teatral no podían trabajar ni generar ingresos, y arrancamos con una agrupación que se llamaba “Artistas en red”, con Andrea Fiorino -una gran amiga que murió hace un mes-, Romina Mazzadi Arro, Carolina Hall, Carlos Chapero, Clauda Schujman, el Mumo Oviedo, Claudio Perrín, Sofía González, no éramos muchos pero éramos un grupo que lo llevábamos adelante: pedíamos donaciones y hacíamos rifas para entregar cada semana una cantidad de bolsones, que eran cada vez más y más, a todo el sector que no podía trabajar, entre ellos nuestra colega y amiga Andrea Fiorino, que trabajaba sólo de la actuación y que en pandemia perdió su departamento. A raíz de eso se armó una multisectorial muy grande de trabajadores del arte y la cultura, donde nos encontramos con algunos compañeros militando para que la provincia o la Municipalidad escuchen los reclamos del sector, y ahí se empezaron a generar encuentros, peleas y discusiones, y cuando pasa todo eso generalmente los grupos se disuelven. Me encontré con Maira Sánchez -ahora una querida amiga a quien entonces apenas conocia- y dijimos: “Con todo esto hagamos algo”. Y surgió la idea de hacer un festival de teatro de Rosario. david 3.jpeg Leo Vincenti / La Capital -El filósofo Darío Sztrajnszrajber dijo que “la pandemia fue un catalizador: hizo al copado más copado y al hijo de puta más hijo de puta”. ¿Pasó eso? -Y sí. Sin más. Tuvimos que arremangarnos para darles una mano a los compañeros que no tenía trabajo. Y los que lo teníamos -yo en ese momento tenía un trabajo fijo porque trabajaba en una escuela como docente de teatro- tuve la suerte de tener un suelo fijo, pero la mayoría de nosotros no lo tenemos y nos autogestionamos nuestra obra de teatro. Algunos de nosotros le pudimos poner más tiempo porque teníamos esa posibilidad y otros también lo hicieron por necesidad. El festival nace así: con ese espíritu de lucha, de resistencia, y estamos haciendo ahora la quinta edición y no lo puedo creer porque digo: “Mirá de dónde empezó y mirá lo que tenemos”. Que para algunos no será mucho, pero para mí es un montón. -¿Cuándo harán el próximo Faer? -El Festival, que este año va por la quinta edición, será del 26 al 30 de septiembre, pero a raíz de empezar a generar proyectos alrededor del festival abrimos ahora la Fundación Faer, que es una plataforma cultural que tiene por un lado el Festival Internacional de Artes Escénicas, por otro lado un Mercado, que es un encuentro de profesionales del sector que vienen a Rosario y se vinculan con artistas locales, y después tenemos un Programa de residencias comunitarias, en el que invitamos a coordinadores a desarrollar un trabajo con una comunidad específica todos los años. -¿Por ejemplo? -El año pasado tuvimos a un artista catalán que vino a trabajar con la comunidad VIH positivo, gente que tenía alguna vinculación con el tema de la condición política de vivir con VIH y se desarrolló un material performático en el Centro Cultura Parque España. Y después tuvimos una residencia destinada específicamente a la creación de arte para la primera infancia y el derecho de la primera infancia al arte. Y este año vamos por dos más: un trabajo con mujeres presas y otro trabajo con adolescentes que tienen vinculación con víctimas del terrorismo de Estado, que son bisnietos de desaparecidos. -¿Cuál fue tu trabajo teatral en Funes? -Viví dos años en Funes antes de trabajar como docente de Teatro en la Escuela Raúl Arino. Con Carolina Hall tenemos una compañía que se llama La Tramoya, que en su momento tuvo su sede en Funes, dimos clases e hicimos obras. "Presentamos en Funes un espectáculo para bebé y la primera infancia" -¿Qué es el espectáculo para bebés? -La semana pasada presentamos en Funes un espectáculo para bebés y la primera infancia. -¿Tiene relación con la obra de teatro para bebés escrita y dirigida por Carla Rodríguez? -Ella es la gran referente del teatro para bebés en Rosario, no es la única pero es una de las compañías que crea teatro para la primera infancia con más rigurosidad y dedicación en Rosario y en Funes. -¿Están emparentados con esta obra de Carla Rodríguez? -En realidad no, esto nació en el Programa de residencias de Faer, en una intervención que hicimos en un festival internacional de España, el Petit Festival, de Barcelona, que trabaja específicamente con creaciones artísticas para la primera infancia.Desde Faer hicimos una vinculación con el Petit y tuvimos el año pasado un grupo del Petit trabajando en Rosario con un grupo de 20 rosarinos, que estuvieron pensando y diseñando una instalación escénica para la primera infancia. >>> Leer más: Funes: cómo es la obra de teatro para bebés que ganó un Estrella de Mar -¿Cómo es la obra para bebés? -Es una instalación en un espacio seguro, donde los bebés exploran en libertad, siempre acompañados por dos intérpretes, que los van llevando por la performance durante el tiempo que dura. Es muy bonito, lo presentamos el año pasado y ahora lo vamos a presentar en una gira nacional con funciones desde ahora hasta diciembre: las próximas funciones serán en San Nicolás, en el Teatro La Comedia de Rosario en las vacaciones de invierno y tenemos una grilla extensa. Todo esto, que es un montón, está en la página faer.ar. -Me llamó la atención la frase de la obra “Un día de poder”, cuando la protagonista principal dice: “Dame un día de poder, pongo una bomba y mato a estos negros de mierda”. ¿Fue premonitoria? -Esa es la gran irreverencia de Andrea Fiorino, una amiga querida y una gran referente del teatro local. Esa fue la última obra que estrenamos juntos, en las que dirigí a ella y a Mabel Machín. La obra se llamaba “Un día de poder” y el texto es de Fiorino. En el Faer 2024 tuve la idea de hacer una obra en el Petit Salón de la Sala Lavardén, donde la gente se sentaba a una gran mesa como esta y Andrea llevaba el hilo de una historia completamente irreverente -como era ella-, con humor, pero con mucha crítica social. Ella se puso a desarrollar ese texto, yo me puse a pensar en la puesta, en los actores -actrices en este caso porque eran ella y Mabel- y estrenamos “Un día de poder”.
Ver noticia original