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» Diario Cordoba
Fecha: 26/03/2025 13:09
La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es un insecto lepidóptero que genera preocupación en muchas regiones de España y otros países mediterráneos debido a los riesgos que representa para la salud humana y, especialmente, para la de las mascotas. Sin embargo, esta oruga tiene una cara B: a pesar de sus efectos perjudiciales, también desempeña un papel ecológico relevante dentro de los ecosistemas forestales. Los propietarios de mascotas saben que, con la llegada del tiempo primaveral, deben tener cuidado con las procesionarias u orugas del pino, pues su ataque puede tener consecuencias fatales para los animales. El buen tiempo llega habitualmente en marzo, aunque el cambio climático está adelantando el alza de las temperaturas. De hecho, el año pasado, las procesionarias se dejaron ver en España ya en pleno mes de enero. El cambio climático está adelantando el alza de las temperaturas; el año pasado, la procesionaria se dejó ver en España ya en pleno mes de enero De hecho, ni siquiera hace falta tocarlas: cuando se sienten amenazadas, son capaces de lanzar como si fueran dardos sus pelos urticantes. Unos 500.000 que recubren su cuerpo y contienen una toxina llamada thaumatopina y que pueden provocar desde un simple escozor, hasta intensas reacciones alérgicas e incluso la muerte. Qué hacer si resultamos afectados Las personas con mayor riesgo de sufrir un cuadro grave por ataque de procesionaria son las que sufren problemas respiratorios o cardíacos, que deben acudir de inmediato al servicio de urgencias y no rascar ni frotar la piel afectada, ya que extendería la afección, ni llevarse las manos a los ojos, a los oídos, a la boca o a la nariz. Una forma de aliviar los picores, tanto para humanos como para animales, es echar agua sobre la piel, pero sin frotar ni rascar. Las mascotas corren riesgo de muerte, en especial, si tragan una oruga. En ese caso, debe actuarse con extrema urgencia y acudir a un veterinario, pues el animal puede morir en solo una o dos horas. Bolsón invernal de procesionarias del pino. / Pixabay El mejor consejo para evitar problemas es evitar paseos con perros u otras mascotas por zonas en las que haya pinos. Además de todo lo dicho anteriormente, la procesionaria defolia los árboles, y si la población es muy elevada, pueden llegar a afectar a toda la masa foliar. Aunque los pinos no mueren, pero se reduce su capacidad de fotosíntesis y los hace más vulnerables a plagas secundarias y enfermedades. Indicador del equilibrio ecológico del bosque Hasta aquí las amenazas. Pero la procesionaria del pino, fase larvaria de una especie de mariposa autóctona, también genera beneficios ambientales, tal y como ha revelado en un artículo la bióloga Anna Ramón Revilla, responsable de comunicación del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF). Por un lado, la procesionaria es alimento durante todas las fases de su ciclo de vida de numerosos animales, que han desarrollado adaptaciones para consumirlas sin verse afectados por sus pelos urticantes. Tal y como explica Anna Ramón, los huevos sirven de alimento para hormigas y avispas; las orugas tempranas, para aves insectívoras, como el carbonero común, el herrerillo común o el cuco; las orugas en estados avanzados, para aves como el mirlo, la abubilla o el cuervo; y las polillas, para murciélagos y lirones. Además, sus restos tras la metamorfosis aportan nutrientes al suelo y contribuyen al reciclaje de materia orgánica en los bosques. Por otro lado, su presencia en determinados entornos indica el estado de salud de los bosques y su equilibrio ecológico. En condiciones naturales, la procesionaria forma parte de la dinámica forestal, regulando la densidad de pinos jóvenes y evitando su proliferación excesiva, lo que a su vez puede prevenir incendios forestales al reducir la acumulación de biomasa inflamable. Pinos afectados por la procesionaria. / Alerta Forestal Esta oruga es sensible al frío y las temperaturas bajas pueden ser letales para ella. Pero el cambio climático está propiciando inviernos con temperaturas más suaves, lo que provoca que sobrevivan muchas más procesionarias que hace solo unos años. Esta circunstancia, a su vez, provoca un mayor impacto en los árboles. La combinación de mayores poblaciones de procesionaria con las sequías, el aumento de las temperaturas y la alteración de sus hábitats naturales, están provocando el debilitamiento de la salud de los pinos y "puede impedir su recuperación", recoge la bióloga en su artículo. La erradicación no es recomendable Dado que la erradicación total de la procesionaria del pino no es viable ni ecológicamente recomendable, se requieren estrategias de manejo sostenible que minimicen sus impactos negativos sin alterar el equilibrio natural de los ecosistemas. La procesionaria del pino pasa por distintas fases en su ciclo de vida. Las mariposas adultas emergen entre los meses de junio y septiembre, dependiendo de las condiciones climáticas. Tras la cópula, las hembras depositan sus huevos en las acículas de los pinos, de los que nacen las larvas que comienzan a alimentarse de las hojas del árbol hospedador. Estas larvas, que son las responsables de los principales daños, atraviesan varias mudas y desarrollan los pelos urticantes. Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es Cuando alcanzan su última fase larval, las orugas descienden al suelo en formación de fila india, en un comportamiento característico que les ha valido su nombre común. En el suelo, excavan galerías donde se entierran para completar su metamorfosis y emerger meses después como mariposas adultas. Ejamplar de procesionaria del pino. / EFE Entre los métodos más utilizados para mitigar el impacto de las procesionarias se encuentran el uso de trampas de feromonas para capturar a los machos adultos, la aplicación de tratamientos biológicos con Bacillus thuringiensis, un insecticida natural que ataca a las larvas sin dañar a otras especies, y la instalación de barreras físicas en los troncos para evitar que las orugas lleguen al suelo. El control mecánico, mediante la retirada y destrucción de bolsones en los árboles, es una medida efectiva en pequeñas superficies, aunque requiere una intervención manual intensiva. En algunas zonas, también se han empleado depredadores naturales, como algunas aves insectívoras y murciélagos, para regular sus poblaciones de manera natural.
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