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» Diario Cordoba
Fecha: 30/03/2025 05:08
Me causan un profundo dolor y tristeza aquellos que siempre están enfadados, quejosos de los demás, iracundos y permanentemente furiosos llevando cuentas del mal que el otro le ha podido causar de forma más o menos consciente; o los que tienen el alma oscura, incapaz de reconocer y entusiasmarse con el éxito de los demás. ¡Qué pena! Una vida anegada por la melancolía y la desolación. Una existencia violenta y desconsolada donde no se encuentra la paz y la serenidad de espíritu. Por ello, en este domingo animo a todos a mirar al Padre de la parábola. Nos muestra el camino para alcanzar la alegría del corazón. Un gozo que sólo pasa por la creatividad del perdón que hace nuevas todas las cosas. Un Padre que se ha dado por entero a sus hijos, y a uno y a otro, les enseña que el dolor, la incomprensión, la afrenta y hasta la muerte injusta, sólo se superan por la vía del perdón. Es más, un Padre que no espera pacientemente a que sus hijos restauren el amor herido, su misericordia va más allá, hasta el punto de ponerse Él en camino, salir a buscar a los cruces de las sendas hasta encontrar a los hijos, rodearles de su compasión, ternura e inefable pasión y devoción, y antes de que pronuncien una palabra de arrepentimiento, los colma con su inmensa misericordia. Contrariamente, el hombre de este tiempo espera para acechar y dar un rejón de muerte al enemigo, haciendo crecer la espiral de mal. Aquí quien triunfa es el demonio. El cielo se tiñe de púrpura cruenta y el corazón se alimenta de la hiel más amarga y mortal. Sólo podemos llegar a gozar de una vida esperanzadora si nos aventuramos a experimentar en nuestras vidas la paz y alegría que alcanza el corazón que está presto a perdonar en verdad, un perdón que no tiene memoria de los tormentos infligidos a causa del mal padecido. La liturgia de este día nos ofrece en el itinerario cuaresmal la oportunidad de elevar nuestros ojos al misterio pascual que muy pronto celebraremos y aprender de la sabiduría de la Cruz como el estandarte de la misericordia que nos abre el camino a gozar de la inmensa alegría de la vida eterna. Sólo quien vive la alegría del perdón tendrá una existencia gozosa y para siempre.
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