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» Diario Cordoba
Fecha: 01/04/2025 07:23
Pablo García Casado (Córdoba, 1972) vuelve a la arena pública con un exquisito poemario, escrito a lo largo de diez años, en el que consigue de nuevo el milagro de convertir lo cotidiano en universal y lo universal en cotidiano. -El periodista José María Martín define ‘Cada uno es mucha gente’, que sale mañana a la venta, como un catálogo de humanidades con un punto voyeur. ¿Cómo definiría usted a su nueva criatura? -Estamos acostumbrados a que un libro de poesía sea la voluntad de una sola persona, la voz de su autor. A mí me gusta escribir de otra manera. Yo pongo en marcha muchas voces. En el libro, hablan personas que tienen que ver conmigo, pero casi nunca soy yo. Cuando uno escribe un libro de poesía, por lo menos en mi caso, hay muchos yoes, hay yoes que son mujeres, otros son hombres, hay un yo que soy yo, otro que soy yo cuando era joven... De ahí viene el título de Cada uno es mucha gente, que además es un verso de Fernando Pessoa que fue quien inventó el concepto del heterónimo. -¿Le resulta fácil meterse en la piel de otra gente para escribir? -No es fácil, pero para mí es una obligación intentar salir de mí mismo y ponerme en el lugar del otro. No me importa escribir con voz de mujer o de hombre. Eso nos lo enseñó el teatro y el cine, estoy pensando en Shakespeare, cuando escribió el papel de Lady Macbeth o el de Otelo. En la poesía, también es posible esa visión coral. El poeta tiene que huir del yo, ponerse en la piel de otro para comunicar. En su obra, hay siempre referencias a cosas concretas, la marca de un detergente, el barrio de Santa Rosa, al Mercadona... lo que hace sus textos muy visuales. Cuando escribe, ¿visualiza la acción como si fuera el guión de cine? -Me gusta ser muy visual en mi poesía porque creo que todo escritor debe aspirar a la plasticidad, a que el lector vea lo que está pasando. Eso no es solo por mi afición al cine, creo que tengo la obligación de situar al lector, que quien lea el poema esté en Santa Rosa inmediatamente. En el caso de Balada de Santa Rosa, yo vivo allí y me pareció interesante hablar de la filósofa Jane Jacobs, que decía que había que vivir los barrios, habitarlos, pasearlos. Esa vida de barrio que yo vivo es la que yo quería plasmar en el texto. Igual que se pasa el arroz, los poemas se pasan si los cocinas, si los rumias demasiado" -Cuando leo sus poemas, le imagino con una cámara de fotos o una libretita apuntando detalles. ¿Cómo es su proceso de escritura? -No llevo libreta ni cámara, paseo y voy acordándome de cosas, rumiando ideas hasta que sé lo que tengo que decir y hago un primer borrador. Mientras un novelista va párrafo a párrafo conformando sus textos, avanzando como un ejército, yo hago ese borrador y voy cambiando cosas, como una guerra de guerrillas. Balada de Santa Rosa habré estado escribiéndolo seis años, pero no seis años seguidos, lo dejas reposar, lo vuelves a mirar, lo cambias y vas un poco a tientas porque no hay reglas. La poesía tiene esa ventaja, las reglas te las tienes que inventar tú y decidir cuándo un poema está acabado. Todo es siempre un misterio, pero hay un sexto sentido que te dice «déjalo ya, no lo toques más que lo vas a estropear». Se parece mucho a cocinar, a buscar ese equilibrio, acertar con la dosis justa de sal, no pasarte con las especies... Igual que se pasa el arroz, los poemas se pasan si los cocinas, si los rumias demasiado. -Sus poemas tienen principio, nudo y desenlace como los microrrelatos. ¿Es por eso que elige escribirlos sin formato de versos? -El poema en prosa se lee mejor, alguien que no esté muy versado en poesía le tiene menos miedo. Al final, lo que quiero es que la gente me lea, eso es lo que todos los escritores queremos, que nos lean. Además, si pones el poema en prosa es como si lo metieras en una caja de presión y eso genera ritmo, tensión rítmica. Es cierto que se acerca mucho al microrrelato y que la diferencia entre un poema como el mío y un microrrelato son terminológicas, no son a veces reales. A mí lo que me preocupa más es que se llame como se llame sea eficiente y efectivo en el lector, que tú lo leas y te sientas dentro. Este libro tiene una cita importante, que es la de mi maestro Pedro Roso, que murió hace poco y que decía que la asignatura pendiente del poeta es recuperar al lector. Lo contaba el otro día Manuel Vila en una charla, que los poetas han perdido el contacto con los lectores y eso es un problema. Para mí lo es porque yo quiero que me lean y que me escuchen. Este libro tiene una cita importante, que es la de mi maestro Pedro Roso, que murió hace poco y que decía que la asignatura pendiente del poeta es recuperar al lector -¿Se considera a sí mismo escritor o poeta? -Un poeta, eso es algo que decidí hace muchos años. Lo explicaba también Roso. Él decía: «Vosotros tenéis que tomar la decisión de ser poeta, hay gente que escribe versos, pero hay un día en el que tienes que tomar la decisión de ser poeta, y esa decisión es voluntaria, tienes que pasar la vergüenza decir públicamente que eres poeta y que ser poeta no significa ser una persona extraña, ni tienes ninguna tara intelectual. -Es una forma de militancia. -Esa es otra cosa que reivindicaba el maestro, que decía que los poetas tenemos la obligación de que la poesía sea algo civil, normal, de uso diario, que esté presente en la vida diaria, esa es nuestra asignatura pendiente. Para mí ese fue el éxito de Cosmopoética, que la poesía sea algo que ocurre de manera natural en Córdoba, que no quede en el ámbito académico o entre los poetas raros. Lo más importante es volver a tener gente que quiera leerte. Lo que sí hay que intentar es escribir bien. Esto parece una obviedad, pero cuando uno hace un mal poema o un poema que no funciona, no se puede echar la culpa al lector que no se entera. La culpa es tuya, que es quien lo ha escrito. Hay gente que va a leer este libro con los que no hablaré nunca y quieres que esa gente que compra el libro no lo use para ponerlo debajo de un sofá que cojea" -Tiene muy presente a Pedro Roso, ¿qué cree que le diría de este libro? -No me diría nada, me daría un abrazo y lo recomendaría a todo el mundo. -Cuando sale un libro nuevo, ¿siente pudor, miedo escénico? -Hace 10 o 15 años, diría que no, pero mentiría. Ahora tengo 52 años y no tengo la sensación de estar de vuelta, al contrario, tengo la sensación del debutante. Me siento como si fuera mi primer libro porque creo que todos los poetas empezamos de nuevo con cada libro. Es como empezar de nuevo, la sensación es la misma, de estar un poco desencajado, no saber si va a gustar, si has acertado en el tono. Hay gente que va a leer este libro con los que no hablaré nunca y quieres que esa gente que compra el libro no lo use para ponerlo debajo de un sofá que cojea. -El libro aborda grandes temas como la paternidad o su visión de los jóvenes. ¿La poesía le ayuda a mantener vivo el niño que lleva dentro? -Yo creo que la paternidad o la maternidad, igual que la conciencia de ser hijo, son sensaciones que se adquieren con la madurez, cuando tus padres se hacen mayores y ves que los padres de amigos desaparecen y te sientes en lo que yo llamo la primera línea de fuego. Esa sensación de estar en la mitad de la vida, de no tener tiempo para rehacer tu vida de cero hace que mires a ese que tú eras cuando con 17 años, que no eres ya, pero del que tienes algo que se refleja a su vez en el hijo, en esa relación paterno-filial que siempre es compleja y que te obliga a mantener esa relación dialéctica con el joven que fui y el abuelo que quizás seré. Para mí el patriotismo implica estar con el diferente, que el diferente se sienta dentro de nosotros" -En This is your land, habla del sentido de la patria. ¿A quién va dirigido ese poema? -A todos aquellos con los que no estamos de acuerdo. Para mí el patriotismo implica estar con el diferente, que el diferente se sienta dentro de nosotros. Viene de una canción de Pete Seeger que viene a decir que un país no es propiedad de nadie, es una llamada de atención para recordar que estamos juntos en esto y que no solo no sobra nadie, sino que podemos compartir muchas cosas. -Cosmopoética está a punto de cambiar de dirección después de varios años y de críticas de los poetas de Córdoba en la última edición por su escasa presencia. ¿Hacia dónde le gustaría que caminara el festival en próximos años? -Creo que el festival debe mantener la seña de identidad y que lo ha llevado a ser el mejor festival de poesía española que existe. Eso es indudable. La fórmula funciona tan bien que está siendo imitada en otros lugares, y esa fórmula es el planteamiento de traer aquí lo mejor de la poesía internacional. Ese tiene que ser el horizonte, ser lo más internacional posible, porque eso hace que nuestra poesía, la local crezca. También creo que siempre habrá presencia cordobesa porque Córdoba es la ciudad que más y mejores poetas da a nivel nacional desde hace tiempo y es normal que cuenten con los poetas de aquí, pero porque sean cordobeses sino porque son buenos. -En los últimos años, se ha abierto a otros géneros, ¿cree que debe seguir por ahí? -Creo que no podemos estar costreñidos a la lírica poética porque la poesía también está en otros géneros. Pero evidentemente lo central tiene que ser la poesía. La música ayudó mucho a que el festival fuera muy conocido y ha venido muy bien para conectar con el público. Si los escritores o los narradores o los de estos vienen a sumar, no tengo ningún inconveniente. Suscríbete para seguir leyendo
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