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» Diario Cordoba
Fecha: 01/04/2025 06:58
En el Mesón Minero, en Caboalles de Abajo (Villablino), la tristeza y la pesadumbre eran patentes en la tarde de ayer, tanto en la terraza como en el exterior. Ahí paraban a menudo varios de los fallecidos. Quizá más frecuentemente Jorge Carro André, vecino de Sosas de Laciana, y Rubén Souto Robla, cuya madre vive muy cerca, un poco más arriba, en una casa amarilla de dos pisos emplazada al lado del consultorio médico del pueblo. Muchas familias del municipio de Villablino, al igual que el conjunto del valle de Laciana, están diezmados por la mina. Uno de los clientes del bar muestra un dedo al que le falta un fragmento notable: "Aquí la mayor parte, a quien más a quien menos...", esboza. No completa la frase, pero se entiende perfectamente. "¿Qué vas a decir? Eran buena gente y quedaron en ese agujero...", comenta otro. Una vecina de Souto elogia la calidad humana de la familia y lamenta su tragedia: "Les dije a mis hijos que no trabajaran en la mina y afortunadamente me hicieron caso". En la casa –también amarilla, también de dos plantas y también muy cuidada– de Jorge Carro, en Sosas de Laciana, la desolación se lleva en silencio. Sólo lo rompe una mujer, tal vez su madre: "Sólo os digo una cosa: era la mejor persona bajo las estrellas". Jorge Carro comenzó a trabajar en la minería en Cerredo cuando se reanudaron los trabajos y deja un hijo pequeño. Rubén Souto seguía muy vinculado a Caboalles, pero vivía con su familia en Villaseca. En años pasados trabajó en la mina de Tormaleo (Ibias) antes de llegar a Cerredo. Con anterioridad había estado vinculado a subcontratas en las minas de La Escondida y Cerredo. Con 49 años, "le quedaba poco para jubilarse y estaba a punto de ser abuelo de nuevo; ya tenía planes para cuando llegase la jubilación, quería comprarse una caravana y viajar por Europa, no quería saber nada más de la mina y se quedó a las puertas", lamenta su vecino Faustino Iglesias, quien señala que todos los fallecidos eran conocidos porque "los pueblos están todos muy cerca unos de otros". Amadeo Bernabé Castelao, de Villaseca, también había estado vinculado siempre a la minería a través de empresas subcontratadas. En Cerredo trabajó en la mina de cielo abierto. Recientemente, había estado en la mina de Tormaleo, de donde llegó a Cerredo con su compañero Rubén Souto. Su compañero de trabajo en Ibias, José María Pérez, asegura que ambos "tenían un currículum minero impresionante, eran mineros de profesión y siempre que tuvieron la oportunidad de trabajar en la mina lo hicieron". Iván Radio, de Orallo, también llevaba toda una vida vinculado al sector. En la mina de Cerredo ya había estado trabajando como vigilante. David Álvarez Núñez tenía 33 años. Siempre había trabajado en la construcción, pero a principios de este año había cambiado de sector. La tragedia de la mina de Cerredo concentra el dolor en un territorio acostumbrado a base de golpes. En el Ayuntamiento de Villablino, las banderas ondeaban ayer a media asta. El polideportivo municipal de la localidad acogerá hoy, martes, mañana la capilla ardiente de cuatro de los cinco mineros leoneses fallecidos ayer. El alcalde de Villablino, Mario Rivas López, explicó que las familias han considerado que una capilla ardiente en el polideportivo era "lo más oportuno para que todos puedan despedirse como corresponde". Los cadáveres han de ser trasladados desde el Instituto de Medicina Legal de Asturias (Oviedo) y se espera que lleguen a Villablino en torno al mediodía, hora en la que está previsto que se abra la capilla ardiente. El delegado del Gobierno en Castilla y León, Nicanor Sen, lamentó una "tragedia" que "ha vuelto a sacudir a la familia minera", a un valle como el de Laciana, que tanto ha aportado y tanto ha entregado" a este sector. "La tristeza nos vuelve a embargar a todas las comarcas mineras. Vuelve a nuestra memoria todo el sufrimiento que se ha padecido demasiadas veces en las cuencas. Sólo nos queda estar con ellos, acompañarles, para que no estén solos en estos momentos difíciles", indicó Sen.
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