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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 16/03/2025 03:13
Desde la década de 1930 la economía argentina ha estado marcada por una constante frustración en sus ciclos de crecimiento (Foto: Uitba -Unión Industrial Provincia de Buenos Aires-) A principios del siglo XX, Argentina era un país prometedor. La abundancia de recursos naturales, el destino de la inmigración europea y su clima templado eran señales de un futuro brillante compartido con otros países de asentamiento reciente, como Australia, Nueva Zelanda, Canadá e incluso Estados Unidos. Sin embargo, desde la década de 1930 la economía argentina ha estado marcada por una constante frustración en sus ciclos de crecimiento. Una sucesión de recuperaciones económicas seguida de profundas depresiones, algunas equivalentes a las devastadoras crisis de 1929 o 2008 en los países desarrollados. Ciclos concatenados con sólo tres a cinco años de respiro, antes de que la economía caiga nuevamente en otra profunda crisis. Este patrón cíclico, fuente de decepción para los argentinos respecto de su economía, representa un magno desafío para los responsables de la política económica. Este patrón cíclico, fuente de decepción para los argentinos respecto de su economía, representa un magno desafío para los responsables de la política económica La última actualización de la base Arklems+Land, proyecto argentino que dirijo, para la medición de la productividad, competitividad y fuentes del crecimiento económico, con contraparte entre otras de la Universidad de Harvard, Groningen y Valencia, resulta oportuna para evaluar las principales fuentes del decepcionante crecimiento económico argentino entre los años 1950 y la actualidad. El PBI per cápita durante la onda larga que transcurre entre principios del siglo XX hasta el presente, creció a una tasa anual de sólo 0,8% anual. En cambio, Australia que compartía el mismo horizonte prometedor que nuestro país de similares características, creció al doble, 1,7% anual. Australia necesita sólo una generación y media (35 años) para duplicar su nivel de vida, mientras que Argentina requiere tres generaciones (87,5 años). El PBI per cápita durante la onda larga que transcurre entre principios del siglo XX hasta el presente, creció a una tasa anual de sólo 0,8% anual, en contraste con 1,7% en Australia El diferencial en la tasa de crecimiento del PBI per cápita el último siglo permitió a Australia mantenerse entre los primeros puestos en el ranking de PBI per cápita, mientras que Argentina colapsó desde el puesto 6 en 1897, al 67 en 2022. El diferencial en la tasa de crecimiento del PBI per cápita el último siglo permitió a Australia mantenerse entre los primeros puestos en el ranking de PBI per cápita, mientras que Argentina colapsó desde el puesto 6 en 1897, al 67 en 2022 Un análisis gráfico de la serie del PBI de Argentina en relación con Australia puede ser útil para obtener los puntos de inflexión a partir de los cuales se produce la divergencia en las trayectorias de ambos países. El PBI por habitante de la Argentina se achica respecto del PBI per cápita de Australia Habiendo tenido un ingreso per cápita equivalente al 95% de Australia, hoy es sólo el 29%, un nivel de vida relativo inferior al de sus padres y abuelos. Argentina vive un largo período de divergencia desde fines de la década de 1940, que ya lleva ocho décadas, y se extiende hasta el presente. Contabilidad del crecimiento La base Arklems+Land permite obtener la “contabilidad del crecimiento” y con ello identificar los factores que explican el crecimiento de una economía en el largo plazo. Por ejemplo, una economía puede crecer gracias al crecimiento poblacional o a una ola migratoria que suma fuerza laboral (en la “contabilidad de crecimiento” estos factores se denominan “factor trabajo”). Una economía puede crecer gracias al crecimiento poblacional o a una ola migratoria que suma fuerza labora También la economía puede crecer gracias a inversiones que permiten sumar maquinaria (factor capital). O bien, la economía puede crecer gracias a ganancias de productividad, ya sea del factor trabajo como del factor capital, o ambos (factor productividad). Ahora bien, recordemos que desde 1974, el ingreso per cápita creció solo un 0,3% anual, de tal manera que el PBI per cápita del año 2023 era sólo un 15% superior al de 1974. Desde 1974, el ingreso per cápita creció solo un 0,3% anual El magro crecimiento económico en el período (1974-2023) implica que un argentino que nació luego de 1974 necesita esperar un equivalente a 233 años (siete generaciones) para duplicar su nivel de vida. Pero el estancamiento del bienestar de los argentinos producto del pobre crecimiento económico se evidencia también con la serie de productividad laboral. Un argentino que nació luego de 1974 necesita esperar un equivalente a 233 años (siete generaciones) para duplicar su nivel de vida En efecto, la productividad laboral está estancada hace décadas y viene cayendo en picada desde 2011. A punto tal que en 2023 fue prácticamente igual a la de 1973 (50 años atrás). La productividad laboral está estancada hace décadas y viene cayendo en picada desde 2011 Pero la productividad laboral es parcial. Un análisis de la contabilidad del crecimiento que permita medir la contribución al PBI de los factores productivos, permitirá obtener la verdadera productividad de la economía: La productividad total de los factores (PTF). La PTF expresa la eficiencia productiva de la economía argentina comparando la producción no sólo con el factor trabajo, sino también con el stock de capital. El siguiente gráfico demuestra que, a pesar de la contribución de incorporar capital y empleo al crecimiento del PBI, la clave que explica el reducido crecimiento económico de Argentina es la poca productividad de ambos factores en el período. La productividad total de los factores expresa la eficiencia productiva de la economía argentina comparando la producción no sólo con el factor trabajo, sino también con el stock de capital Del cuadro se advierte que durante los “años dorados” del régimen ISI (industrialización por sustitución de importaciones), de 1950 a 1974, el crecimiento del PBI fue del 3,6% anual, estuvo explicado principalmente por inversiones en capital que resultaron ineficientes ex post. Ahora bien, la productividad total de los factores (PTF), creció un 0,6% anual en el período, por lo que sólo contribuye con el 16,7% del crecimiento del PBI, quedando opacado el ISI por su poca productividad. Después de la crisis del régimen de industrialización por sustitución de importaciones a mediados de la década de 1970, el PBI se desaceleró bruscamente a la mitad Después de la crisis del régimen de ISI a mediados de la década de 1970, el PBI se desaceleró bruscamente a la mitad, 1,5%, mientras que cayó la productividad (PTF) a un ritmo del 0,4% anual. Mirando los últimos 73 años, es decir durante el período 1950-2023, sólo hubo una destacada contribución gracias a ganancias de productividad (PTF) durante la década de 1990. En efecto, la PTF creció un 1,1%, casi el doble del régimen ISI, contribuyendo con un tercio del crecimiento económico. Por último, vale destacar que fue nula la contribución de ganancias de productividad durante el período del super ciclo de precios internacionales de las materias primas en el nuevo milenio: la PTF disminuyó al 0.2% anual. Tendencia declinante El análisis permite advertir que el perfil de crecimiento del PBI de Argentina estuvo más ligado a la “transpiración” vía incorporación de capital y empleo, más que en “inspiración” vía ganancias de productividad macroeconómicamente relevantes. El perfil de crecimiento del PBI de Argentina estuvo más ligado a la “transpiración” vía incorporación de capital y empleo, más que en “inspiración” vía ganancias de productividad macroeconómicamente De hecho, la productividad de la economía argentina se ha mantenido estancada durante varias décadas (salvo en los ´90) y ha registrado un declive en los últimos años. No hay ganancias de productividad a largo plazo cuando la inestabilidad macroeconómica impera. El siguiente gráfico resulta es elocuente. La productividad total de los factores del año pasado, en 2023 fue 10% inferior a la de 1950, una magnitud similar a la observada tras el colapso de la hiperinflación o durante la extensa cuarentena. No hay ganancias de productividad a largo plazo cuando la inestabilidad macroeconómica impera Hubo algunas ganancias de productividad transitorias y positivas durante las recuperaciones de corto plazo del PBI, pero no fueron sostenibles en la tendencia de largo plazo. La falta de un patrón de crecimiento constante no resulta sorprendente si se considera que nuestra sociedad vive cada 6 años una crisis sistémica equivalente a la que los países desarrollados experimentan cada 80 años. El atraso relativo desde fines de la década de 1940, y el estancamiento absoluto desde 1974 -con excepción del hiato de la década de 1990- reflejan la vigencia común del populismo corporativo, que impide el crecimiento, aplasta la productividad y desperdicia las ventajas productivas que el país sin duda posee. No se puede mejorar la calidad de vida sin un fuerte crecimiento del PBI per cápita en las próximas décadas El desafío es enorme. Reducir la divergencia con Australia en una generación requiere que el país alcance necesita crecer a tasas casi coreanas del 5% per cápita en forma continua y sostenida durante 30 años. No se puede mejorar la calidad de vida sin un fuerte crecimiento del PBI per cápita en las próximas décadas. Acumular capital, incrementar el empleo registrado, mejorar la calificación de la fuerza de trabajo y optimizar el uso de los recursos naturales son condiciones imprescindibles para el crecimiento sostenido, pero no son suficientes. La clave es la productividad, condición indispensable para la competitividad de la economía argentina, que sólo se puede lograr con estabilidad y profundas reformas económicas. El autor es profesor en UBA y en la Universidad de San Andrés (Udesa), director Centro de Estudios de la Productividad
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