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    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/02/2025 05:21

    El presidente de Estados Unidos, Donald Trump Hace 80 años finalizaba la Segunda Guerra Mundial. EEUU, URSS y Gran Bretaña se repartían el mundo (Tratado de Yalta); iniciaban sus actividades las Naciones Unidas; comenzaba el proceso de descolonización; las bombas nucleares caían sobre Hiroshima y Nagasaki y se iniciaba la Guerra Fría. También ese año, precisamente un 17 de octubre, nacía el Peronismo. Poco queda de todo aquello, salvo recuerdos. El panorama geopolítico actual muestra un mundo multinodal, donde si bien sobresalen por su fortaleza, EEUU, China y Rusia, coexisten otras potencias como la India, Turquía, Irán, Arabia Saudita, Israel, Sudáfrica, Vietnam, Indonesia, Brasil y otras; las que no pueden ser ya ignoradas en las negociaciones regionales o industriales. Europa sigue dividida y en declive; en estos días ha quedado realmente aturdida y sin poder definir un rumbo claro. Es muy baja la influencia real de los organismos multinacionales como la UN; las soberanías nacionales se hayan afectadas por el control cibernético de las redes, en poder de las élites ultratecnológicas. Con la irrupción de Trump en la Casa Blanca se inicia un cambio histórico. Su accionar concreto debe analizarse poniendo la mirada sobre tres procesos simultáneos e interrelacionados: el desmantelamiento de la burocracia estatal (¡no de las políticas de Estado!); los cambios de la orientación geopolítica de los EEUU; y la situación interna norteamericana (reindustrialización, emigrantes, inflación). El desmantelamiento de la burocracia estatal. El objetivo teórico es mejorar la eficiencia del Estado, pero en realidad eso es un eufemismo para realmente reducir la burocracia y el enorme e ineficiente gasto público, proceso necesario para evitar una crisis fiscal. Para ello han creado el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), que no está conformada por expertos en mejora administrativa, para hacer más eficientes los procesos y transformar el modelo organizativo del empleo público. El reducido grupo de jóvenes son empleados del propio Elon Musk y carecen de conocimientos sobre la administración pública; solo se dedican a recortar gastos y despedir personal. El efecto práctico final sería muy pobre numéricamente (de dos billones prometidos, es probable que sólo alcance a 50.000 millones). Por realizarse con criterios arbitrarios de la empresa privada, terminará politizándose con una agenda revanchista, que debilitará aún más el accionar de la ya pobre burocracia federal. Pareciera que Trump desea implementar un modelo ultra presidencialista, consistente en defender la politización y no la profesionalización aséptica de la Administración Pública; modelo ya utilizado anteriormente en EEUU. Un tema relacionado, de implicancia internacional, es el recorte que se impondría a la cooperación internacional (USAID), un organismo dedicado a financiar organismos internacionales, en temas humanitarios (CARITAS por ej.), pero también útil para influir políticamente sobre países, organismos, ONG y otras acciones non sanctas. Pero no todo es armonía dentro del equipo de Trump. El ex estratega Steve Bannon, un nacionalista popular, que representa al trumpismo fundacional, critica abiertamente a Elon Musk, que representaría una renovación anti establishment liderada por “emprendedores”. Serían varias las alas políticas desplegadas por Trump, con fines diversos, pero concentrados en una sola estrategia: MAGA. Elon Musk y Donald Trump en la Casa Blanca Los cambios de la orientación geopolítica de los EEUU podrían resumirse en el mensaje: “soberanistas del mundo, uníos” (contra el globalismo). Esta visión se fundamenta en que cada región debe hacerse cargo de sus propios desafíos, y enfrentar sus propias realidades sin la “protección” de los EEUU, que según la tesis de los soberanistas norteamericanos se tiene que concentrar en los desafíos industriales y tecnológicos que actualmente le plantea China y en particular ocuparse principalmente de la seguridad internacional en Asia y en la zona del Indopacífico. Un tema adicional es la zona que baña el Océano Ártico, que rodea al Polo Norte y se extiende al norte de Europa, Asia y América. De allí las referencias a Canadá y a Groenlandia. Trump retoma anteriores tesis de círculos nacionalistas que demoraron la entrada de EEUU en las dos Guerras Mundiales y que rechazaban sujetarse a normas establecidas por organismos multinacionales o supranacionales como la Sociedad de las Naciones (creada en 1919 como organismo del Tratado de Versalles) o las Naciones Unidas (1945). Precisamente ambos fueron momentos históricos de grandes cambios estratégicos, como el actual. Claramente Trump quiere resolver el tema de Ucrania. Comienza negociando con Rusia el marco de cooperación general y de confianza mutua, donde entra Ucrania, pero también el estatus del Océano Ártico, en el cual los rusos tienen ventajas. Tal vez ambos estén en la búsqueda de equilibrios con concesiones mutuas en otros espacios, para ir resolviendo el complejo rompecabezas actual. Las negociaciones directas entre EUU y Rusia ponen en crisis interna a la Unión Europea, que se siente muy molesta por tener que soportar el viento gélido del maltrato trumpista. Ni hablar del desprecio expresado por Trump sobre Zelensky, “un comediante de éxito modesto, que hizo gastar a EEUU unos USD 350.000 millones en una guerra que básicamente nunca podía ganar“. Además, lo descalifica por no explicar claramente donde fueron a parar esos fondos enviados por EEUU a Ucrania (sospechas de corrupción) y por no ser representativo del pueblo ucraniano, ya que su imagen popular es muy baja y por no haber renovado su mandato presidencial mediante elecciones internas. Europa seguramente participará más adelante de un esquema de seguridad multipolar, que deberá acordarse entre todos, proceso que no será tan rápido. Lo ha dicho claramente Marco Rubio "el objetivo es poner fin a este conflicto de una manera que sea justa, duradera, sostenible y aceptable para todas las partes"; “las naciones europeas tendrán que participar en las conversaciones para poner fin a la guerra en Ucrania, porque ellos también tienen sanciones contra Rusia”. Para lograr una solución duradera y viable, Moscú indicó que deben considerarse las garantías de seguridad mutua, lo cual requerirá “una reorganización de los acuerdos de defensa de Europa, ya que la presencia de fuerzas de la OTAN en las mismas fronteras de Rusia es vista como una amenaza existencial“. En la reunión de Ryad, Marco Rubio y Serguéi Lavrov, no solo hablaron de cómo debe debatirse el proceso de paz en Ucrania, sino que también se conversó de todo el panorama global, por lo que no debe descartarse que los que ayer confrontaban pasen a cooperar en asunto de interés geopolítico mutuo, como lo es el Ártico, donde podría renovarse proyectos conjuntos de energía. ExxonMobil estaba asociada con la estatal rusa Rosneft para explorar hidrocarburos en el alto Ártico, pero se retiró en 2018 por las sanciones occidentales a Rusia. También se tocó la candente problemática de Medio Oriente. El cambio climático ha reavivado el interés por el Ártico, que pasa a ser una región clave por la lucha de los recursos globales y además porque el Paso del Noroeste es una ruta marítima que reduciría significativamente los tiempos de navegación entre Europa y Asia, sin los costos derivados de los problemas estratégicos de seguridad internacional que implican los cuatro grandes ejes del comercio marítimo mundial actual: Canal de Suez, Canal de Panamá; Estrecho de Ormuz, y el Estrecho de Málaca. Rusia ya ha reforzado su presencia militar y coopera con China, mientras EEUU busca no quedarse afuera. Rusia cuenta con doce buques rompehielos, muchos de propulsión nuclear. EEUU tiene sólo tres, por lo que Trump ya ordenó comprar “40” rompehielos. El Ártico de Rusia ya contribuye con el 10% de su PBI, incluido el 17% de las ventas de petróleo, el 80% del gas natural y un tercio de toda la pesca. Alaska representó solo el 0,2% del PIB de EEUU (2023), y los territorios del norte de Canadá representaron menos del 1% de su actividad económica. EEUU no tiene puertos de aguas profundas en el Ártico que puedan recibir portacontenedores pesados. La mayor parte de Alaska no tiene carreteras ni líneas ferroviarias, lo que complica el acceso al extremo norte. Definitivamente Trump está determinado a cambiar su enfoque geopolítico global: minimizar su presencia en Europa, y especialmente en Ucrania y concentrarse en la zona caliente de Asia y del Ártico, donde la presencia de China está creciendo. Su ideal sería el de Kissinger: que Rusia se acerque más a Occidente que a China. Después del conflicto en Ucrania esto último parece poco probable. Pero al menos lo intentará. En cuanto a la situación interna, aún es prematuro sacar conclusiones. Desde la asunción del presidente Donald Trump en enero de 2025, se han llevado a cabo unas 300.000 deportaciones. De estas, un tercio correspondieron a personas con antecedentes penales. México fue el país con más deportados, con unos 90.000 casos. Todos los países de la región aceptaron, aún a regañadientes, los operativos de deportación. Panamá decidió rápidamente retirarse de la Ruta de la Seda propuesta por China. Hasta Venezuela entró en negociaciones con EEUU, liberando presos y acordando que la empresa norteamericana Chevron prosiga las operaciones petroleras, sin fijarle ya fechas de renovación de contrato; lo que significará que entrará más dinero a las arcas del gobierno chavista. La geopolítica tiene razones que la ideología no comprende.

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