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» LM Neuquen
Fecha: 28/12/2025 15:24
La visita de la actriz en los años 60 marcó un antes y un después en este pueblo de pescadores que hoy es uno de los principales destinos turísticos de Brasil. La historia de Búzios, uno de los balnearios más emblemáticos de Brasil, está íntimamente ligada al nombre de Brigitte Bardot. A comienzos de la década de 1960, cuando la localidad era apenas un pequeño pueblo de pescadores del estado de Río de Janeiro, la actriz francesa llegó al lugar en busca de refugio del acoso mediático que sufría en Europa. Bardot se instaló en Búzios en 1964 junto a su entonces pareja, el músico brasileño Bob Zagury, y permaneció allí durante varias semanas. Su presencia atrajo la atención de la prensa internacional y despertó el interés turístico por la región, que hasta ese momento era prácticamente desconocida fuera de Brasil. Escultura en honor a Brigitte Bardot Desde entonces, la actriz se convirtió en un símbolo del lugar. En su honor, una de las principales costaneras lleva su nombre, la Orla Bardot, y también una escultura de bronce. La escultura fue realizada en bronce por la artista brasileña Christina Motta e inaugurada en 1999, la obra muestra a la actriz sentada, descalza y con el cabello suelto, en una postura relajada y contemplativa frente al mar. La figura transmite sencillez y cercanía, lejos del glamour del cine, y evoca el espíritu con el que Bardot llegó a Búzios. Integrada al paisaje urbano y marítimo, la escultura simboliza el vínculo histórico entre la actriz y el balneario, y se ha convertido en uno de los puntos más fotografiados y representativos del destino. Con el paso de los años, Búzios creció y se consolidó como un destino turístico de proyección internacional, pero la huella de Brigitte Bardot permanece como parte central de su identidad. Para los habitantes y visitantes, la relación entre la actriz y la ciudad representa el punto de inflexión que marcó su transformación y su ingreso definitivo al mapa turístico mundial. Actualmente, la huella de Brigitte Bardot sigue presente en Búzios y forma parte de su identidad cotidiana. Restaurantes, hoteles, calles y hasta farmacias llevan el nombre de la actriz francesa, como una forma de homenajear a quien marcó para siempre la historia del balneario. La carrera cinematográfica de Brigitte Bardot Conocida mundialmente, la actriz rodó medio centenar de películas, impuso un estilo de vestir simple y sensual, y forjó la leyenda de Saint-Tropez, en Francia, y de Buzios, en Brasil. Estoy muy orgullosa de la primera parte de mi vida, que ha sido un éxito y que ahora me permite tener una fama mundial que me ayuda mucho en la protección de los animales, declaró la estrella en 2024. Otra vez le preguntaron qué actriz podía encarnarla en una película. Ninguna. No hay ni una sola capaz de hacerlo respondió sin dudar. ¿Qué les falta? Mi personalidad. Y fue aquella personalidad fuera de lo común la que le confirió el aura especial que desbordaba ampliamente su carrera cinematográfica. Bardot irrumpe en la pantalla en 1956, con 22 años, en una película realizada especialmente para ella por su marido, el cineasta Roger Vadim: Y Dios creó a la mujer. En ella, la actriz, descalza y con el pelo suelto, baila un mambo apasionado sobre una mesa, con la falda abierta hasta la cintura. La escena escandaliza. Francia la recibe inicialmente con frialdad, en Estados Unidos cautiva. La actriz, que las jóvenes de la época buscan imitar, contribuye a la liberación sexual de una sociedad todavía muy rígida. Incluso Simone de Beauvoir queda subyugada. Anda descalza, ignora deliberadamente la ropa sofisticada, las joyas, los perfumes, el maquillaje, todos los artificios (...) Hace lo que le da la gana, y eso es lo que perturba, escribe la intelectual y principal referente del feminismo. Fue el ídolo de toda una generación de mujeres, una referencia importante, resume la periodista Marie-Dominique Lelièvre, autora de una biografía sobre la actriz. El cantante brasileño Jorge Veiga le dedica una samba en 1960, luego versionada por numerosos artistas. En la vida real, Bardot muestra la misma libertad que su personaje. Una chica de su época, liberada de todo sentimiento de culpa, de todo tabú impuesto por la sociedad, asegura el propio Vadim. Perseguida por hordas de fotógrafos, Bardot perdió toda su privacidad incluso durante el parto de su hijo en 1960. La histeria que me rodeaba era una locura. La sala de partos instalada en mi casa, los fotógrafos detrás de las ventanas, los que se disfrazaban de médicos, contó años después. Asocié el nacimiento de mi hijo con ese trauma, confesó, refiriéndose a la relación con su único hijo, Nicolas, criado por su padre, el actor Jacques Charrier.
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