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Fecha: 27/12/2025 07:12
Días antes de que la Policía ingresara a una casa familiar en el condado de Essex, en el este de Inglaterra, nadie imaginaba que detrás de una fachada silenciosa se escondía uno de los crímenes más perturbadores de los últimos años en el Reino Unido. Cuando los agentes cruzaron la puerta, se encontraron con el horror: Virginia McCullough había asesinado a sus padres y había convivido con sus cuerpos durante años, mientras sostenía una rutina aparentemente normal. Leé también: Un delivery de pizzas, el robo a un banco y una bomba: el macabro plan que terminó con la muerte de un hombre El caso conmocionó al país no solo por la brutalidad de los hechos, sino por la frialdad con la que la acusada logró ocultarlos durante tanto tiempo. Más tarde, la investigación reveló una secuencia prolongada de engaños, maniobras financieras y mentiras sostenidas, que recién se rompieron cuando una alerta externa puso el foco sobre una familia que llevaba años sin dar señales de vida. Una familia rota Virginia McCullough vivía con sus padres, John y Lois, en una casa ubicada en Great Baddow, un tranquilo suburbio de Chelmsford. Allí, los tres llevaban una vida reservada y no tenían un contacto fluido con los vecinos o allegados. Esa falta de vínculos cercanos fue uno de los factores que permitió que la desaparición de los adultos mayores pasara inadvertida durante años. John tenía 70 años y Lois, 71. Ambos estaban jubilados y dependían de los ingresos previsionales. Según se determinó más tarde, murieron en 2019. Sin embargo, sus muertes no fueron denunciadas ni registradas en ningún organismo oficial. Para el Estado británico, seguían con vida. La primera señal de alarma no llegó por una denuncia de desaparición, sino por cuestiones administrativas. Con el paso del tiempo, comenzaron a surgir irregularidades en el cobro de la jubilación y en la actividad bancaria. Aun así, los movimientos no descartaron sospechas inmediatas: los pagos continuaban, las cuentas estaban activas y no había reclamos formales. El parricidio La investigación judicial determinó que Virginia McCullough comenzó a planificar el asesinato de sus padres varios meses antes de cometer los crímenes. Según el expediente, desde marzo de 2019 acumuló grandes cantidades de medicamentos recetados y, en mayo, compró un cuchillo y herramientas para triturarlos. La fiscalía sostuvo que el plan inicial era envenenarlos a ambos. El 17 de junio de 2019, McCullough preparó un cóctel de fármacos triturados y se los dio a sus padres. En el caso de John, mezcló la medicación con una bebida alcohólica, lo que provocó una sobredosis letal. Lois, que no consumía alcohol, no ingirió una cantidad suficiente como para morir. A la mañana siguiente, Virginia encontró a su padre muerto en la cama. De acuerdo con la reconstrucción oficial, al temer que su madre descubriera lo ocurrido, decidió matarla ese mismo día. Lois fue atacada mientras estaba acostada en su cama, escuchando la radio. McCullough la golpeó y luego la apuñaló hasta provocarle la muerte. Durante el ataque, la acusada se cortó una mano. Tras el doble homicidio, Virginia McCullough acudió a su médico de cabecera para recibir atención por la herida, sin revelar el origen de la lesión. Más tarde fue hasta la ciudad de Chelmsford, donde compró guantes de plástico y sacos de dormir con la tarjeta de crédito de su padre. Al regresar a la vivienda familiar, comenzó a ocultar los cuerpos. El cadáver de John fue colocado en una habitación de la planta baja y tapado con bolsas de dormir y bloques de hormigón, en una estructura que la fiscalía describió como un sepulcro improvisado. El cuerpo de Lois, en cambio, fue envuelto y escondido dentro de un placard en el piso superior de la casa. Desde ese momento, McCullough continuó viviendo en la propiedad junto a los restos de sus padres. Nunca dio aviso a las autoridades ni a su entorno cercano. Esa convivencia se extendió durante casi cuatro años. Lejos de desaparecer o aislarse, Viginia sostuvo una rutina que, hacia afuera, parecía normal. Utilizó las cuentas bancarias de sus padres y siguió cobrando sus pensiones, con las que financió su estilo de vida. De acuerdo con el expediente, el dinero fue utilizado para gastos personales, compras y el mantenimiento de la casa. Para evitar sospechas, inventó excusas sobre la ausencia de sus padres: a vecinos y conocidos les decía que estaban enfermos, que se habían mudado o que no podían recibir visitas. También se comunicó con organismos oficiales en nombre de ellos para reforzar la ficción de que seguían vivos. El caso dio un giro definitivo en septiembre de 2023, cuando una intervención policial permitió acceder a la casa. Al ingresar, los agentes se encontraron con una escena que confirmaba las peores sospechas: los cuerpos de John y Lois McCullough estaban dentro de la casa, en un estado avanzado de descomposición. Inmediatamente, Virginia fue detenida en el lugar y terminó reconociendo su responsabilidad en los asesinatos. La fiscalía destacó que, incluso después de su detención, la acusada mostró una actitud distante y sin signos de arrepentimiento. Leé también: Estuvo preso por error, salió en libertad y años después lo condenaron por un crimen: el caso de Steven Avery El proceso judicial El juicio se llevó a cabo en 2024 y estuvo centrado en reconstruir la secuencia de los hechos y el perfil psicológico de Virginia McCullough. La fiscalía presentó pruebas forenses, registros bancarios, comunicaciones oficiales y testimonios que demostraron cómo la acusada sostuvo el engaño durante años. La defensa no negó los asesinatos, pero intentó argumentar que la mujer actuó bajo un contexto de conflictos familiares y problemas de salud mental. Sin embargo, los peritos convocados por el tribunal concluyeron que era plenamente consciente de sus actos y de sus consecuencias. El tribunal consideró especialmente grave la prolongación del delito en el tiempo: no solo por los homicidios, sino por el uso sistemático del dinero de las víctimas y el ocultamiento de los cuerpos. También se tuvo en cuenta la vulnerabilidad de los padres. Leé también: La masacre navideña de Covina: se disfrazó de Papá Noel, fue a la casa de su exmujer y mató a toda la familia Finalmente, Virginia McCullough fue condenada a prisión perpetua. El juez fijó un mínimo de 36 años de cumplimiento efectivo antes de que pueda solicitar una revisión de su pena. En su sentencia, sostuvo que se trató de un caso de extrema gravedad, marcado por la planificación, el engaño y la ausencia de empatía hacia las víctimas.
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