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  • Las 10 enfermedades más comunes que pueden repetirse en tu familia

    » Sin Mordaza

    Fecha: 28/11/2025 18:05

    ¿Hasta qué punto nuestra salud depende de nuestros hábitos y cuánto está escrito antes de nacer? La pregunta vuelve a escena tras una encuesta internacional que reveló que el 55% de los adultos desconoce si en su familia hubo cáncer, problemas cardíacos o diabetes, y casi la mitad no sabría informar a un paramédico qué medicación toman sus familiares en caso de emergencia. “Esto pone de relieve una preocupante brecha en el escaso conocimiento que muchas personas tienen sobre su propio historial médico y el de sus familias. Incluso detalles básicos, como enfermedades hereditarias o patrones de salud familiar a largo plazo, pasan desapercibidos”, plantea la médica británica Dra. Dawn Harper, reconocida especialista en salud pública. Pero, conocer esos antecedentes no busca generar alarma: busca anticipar. Como resume Harper: “Algunos creen que si algo está ‘en los genes’ no hay nada por hacer, pero el conocimiento es poder. Entender las predisposiciones ayuda a tomar control, adoptar hábitos preventivos y reducir riesgos”. La evidencia científica acompaña esa idea: un estudio publicado en la revista Nature identificó que tres de cada cinco mutaciones genéticas analizadas generan inestabilidad en proteínas esenciales, favoreciendo enfermedades neurológicas, musculares o incluso cataratas hereditarias. Según el investigador del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, Antoni Beltran: “Revelamos, a una escala sin precedentes, cómo las mutaciones causan enfermedades. Diferenciar si una mutación desestabiliza una proteína o altera su función permite diseñar tratamientos más precisos”. Qué enfermedades pueden heredarse con mayor frecuencia Hipertensión arterial. Suele no dar síntomas. Según la Dra. Harper:“La hipertensión es multifactorial, pero existe un claro componente genético. Si hay antecedentes, conviene controlarse antes de los 40”. Colesterol elevado. Sólo el 20% proviene de la dieta: el resto, del metabolismo individual. El especialista explica: “Existe una condición llamada hipercolesterolemia familiar, que aumenta significativamente el riesgo aun en personas activas y con buena alimentación”. Enfermedad cardíaca. El riesgo aumenta si hay antecedentes de infartos antes de los 55 años. En esos casos —afirman cardiólogos— el control debe iniciar temprano y con seguimiento regular. Diabetes tipo 2. No siempre es hereditaria, pero la predisposición genética es fuerte. Combinada con sedentarismo o sobrepeso, el riesgo crece. Cáncer. Algunos tumores —como mama, ovario, colon o melanoma— tienen patrones familiares. Detectarlos permite iniciar estudios antes de la edad habitual. Enfermedades autoinmunes. Artritis reumatoidea, lupus y tiroiditis de Hashimoto son ejemplos frecuentes donde hay componente hereditario. Enfermedades metabólicas raras. Los estudios recientes sobre el llamado dominioma humano —un catálogo molecular de mutaciones— permiten comprender cómo pequeñas alteraciones pueden desencadenar condiciones musculares, visuales o neurológicas poco frecuentes. Afecciones oculares. El estudio publicado en Nature mostró que el 72% de las mutaciones asociadas a cataratas hereditarias producen proteínas inestables, lo que aumenta la probabilidad de aparición temprana. Enfermedad renal. Algunas nefropatías tienen patrones familiares y requieren control anticipado de presión, glucosa y función renal. Enfermedades neurodegenerativas. Como alzhéimer o ciertas enfermedades neuromusculares. La predisposición no implica diagnóstico inevitable, pero sí vigilancia temprana. Un punto en común: saber para actuar Aunque la genética influye, no determina por completo. La evidencia coincide en un concepto clave: los antecedentes familiares son una herramienta, no una sentencia. El profesor James Ohene-Djan, especialista en sistemas de salud digital, resume: “Esta encuesta muestra una brecha alarmante en lo que sabemos sobre nuestra salud. Registrar antecedentes familiares permite intervenir antes, no después”. Los expertos recomiendan tres acciones simples: Hablar con familiares y registrar información clave. Hacer controles preventivos según edad y riesgo. Consultar precozmente si hay síntomas persistentes. Fuente: Con Bienestar

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