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Parana » AnalisisDigital
Fecha: 23/11/2025 11:19
Algunos funcionarios de Javier Milei tendrán que respirar hondo y tensar el puño al momento de firmar, en las próximas semanas, decisiones trascendentales para la Argentina. Uno de ellos es el ministro de Salud, Mario Lugones, que por su itinerario profesional pasó parte de su vida en contacto con los laboratorios locales y ahora deberá ir en contra de ellos. El denominado Informe 301, base de las críticas comerciales de Estados Unidos a la Argentina, cuestiona los problemas que tienen las empresas internacionales para patentar medicamentos en el país. Detrás de esa dificultad hay una norma de 2012, de Débora Giorgi (era la ministra de Industria) y de Juan Manzur, durante su paso por Salud, en tiempos de Cristina Kirchner. Es lo que deberá caer por la acción de Lugones. También tendrá que hacer su trabajo el INPI, que regula la propiedad industrial y está a cargo de Carlos Gallo, quien responde a Pablo Lavigne, uno de los más activos por el lado de Economía al momento de negociar el acuerdo con la administración de Donald Trump. Mario Lugones, ministro de salud. Deberá firmar una resolución trascendental para adaptar al país a un requerimiento de EE.UU. Los cambios en ciernes son tan importantes que incluso hay funcionarios cercanos a Javier Milei que aún desconfían de que vayan a ocurrir y esperan ver esa transformación para creerla. Quienes estuvieron cara a cara con los negociadores de Washington, sin embargo, aseguran que es un hecho. Gallo tendrá más actividad. De su firma depende poner en marcha la primera parte de las modificaciones para cumplir con los pedidos norteamericanos con respecto a la patentabilidad y la aceleración en la tramitación de patentes de semillas, publicó el diario La Nación. En ambos casos son reformas que implican un giro histórico a favor de lo que reclama la Casa Blanca. Nada de eso se implementará, sin embargo, antes de que el propio Milei y el presidente norteamericano anuncien en conjunto la firma del acuerdo —ya está completamente redactado—, en el que se difundirán los compromisos específicos de cada país. Podría ocurrir el próximo 5 de diciembre, cuando el libertario viaje a Washington para el sorteo de la Copa del Mundo de fútbol del año próximo. El detalle del acuerdo con EE.UU. podría anunciarse el próximo 5 de diciembre. Desde ese momento, la Casa Rosada implementará todo lo que pueda por la vía administrativa —lo que deberán hacer Lugones y Gallo, aunque hay más ejemplos—, pero luego deberá pasar por el Congreso. Integrantes de diversos ministerios (Economía, Desregulación) ya iniciaron los contactos para discutir cuestiones que se tratarán luego de urgencias como el presupuesto 2026 y las reformas estructurales. El recorrido parlamentario para cumplir con Trump está lleno de curiosidades. Una de las más interesantes es que traerá al presente una negociación que se hizo en el epílogo del menemismo, quedó a mitad de camino y ahora quiere cerrar el gobierno de Javier Milei. En 1998, el Senado le dio media sanción al proyecto de adhesión al PCT (tratado de cooperación en materia de Patentes), un acuerdo internacional que permite presentar una única solicitud de patente para buscar protección en varios países al mismo tiempo. Más de 150 naciones adhirieron, pero la Argentina eligió permanecer afuera de ese grupo. Eran tiempos de relaciones carnales con Estados Unidos. Algunos recuerdos tienen mucha actualidad: el titular de la Cámara Alta era Eduardo Menem, hermano del presidente Carlos Menem y padre de Martín, hoy jefe de la Cámara de Diputados. La Casa Rosada prevé darle sanción completa al trámite que pide Estados Unidos retomando lo hecho a fines de los 90, porque considera que no perdió estado parlamentario. De manera que Martín Menem podría terminar ahora el trabajo que inició su padre 27 años atrás. El Gobierno está atendiendo punto por punto los pedidos de Estados Unidos. No tiene motivos para no hacerlo, ya que hasta ahora esa relación ha sido de gran utilidad para la Casa Rosada y sus efectos provechosos fueron realzados tras el triunfo electoral del oficialismo, señaló el diario La Nación. La relación con el Norte es tan central que el Presidente amplió su terceto fundamental. A las tres anclas de su programa económico —la fiscal, la monetaria y la cambiaria—, le agregó la geopolítica (es decir, la relación con Trump) y un elemento menos matemático: la política. Todas conforman el nuevo Libro Rojo de Javier Milei. Las dos últimas van juntas. Washington envió el mensaje de la necesidad de acuerdos ampliados y la Casa Rosada respondió con vinculaciones amistosas con los dirigentes que antes maltrataba. La transformación en ese punto es asombrosa y generará muchas novedades en los próximos tres meses. Detrás de esa lógica política se despliega Diego Santilli, un personaje sobresaliente de la nueva época libertaria. Habla de forma directa con toda la política, sin distinción de jerarquías y más allá de las fronteras oficialistas. Atiende desde un diputado que lo llama para resolver un tema menor y hasta puede calzarse el casco de seguridad para visitar una provincia que sufre una catástrofe natural, algo que pasará en los próximos días. Diego Santilli es recibido por la ministra de Justicia, Matilde O'Mill, al llegar a Santiago del Estero para reunirse con el gobernador Gerardo Zamora. El ministro del Interior despliega una especie de hiperactividad política con la promesa de llevarles soluciones a los gobernadores que influyen en el Congreso. Una ecuación completa, algo que le faltó a su antecesor, Guillermo Francos, cuyas conversaciones no eran refrendadas por el acompañamiento de fondos del Tesoro. El ministro tiene el terreno preparado para colocarse su primera medalla. Será el facilitador para la aprobación del presupuesto de 2026, el primero en la gestión de Javier Milei, ya que no logró ese acompañamiento legislativo en los dos primeros años de gobierno. La administración de las ansiedades políticas tiene a otra figura metamórfica. Es el ministro de Economía, Luis Caputo, a quien sus viejos críticos le reconocen una actitud nueva. El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, atravesó las cuatro estaciones con la Casa Rosada. Entre los puntos más importantes de ese recorrido se destacan la pelea con Milei, quien lo acusó de “pobre chico que no puede leer ni un contrato”, hasta la firma, el último martes, de un acuerdo para que el Gobierno eliminara las retenciones a la exportación de petróleo tradicional, un lastre sobre la actividad privada creado por Eduardo Duhalde tras la crisis de 2001. El camino que condujo a esa medida es una señal de cómo funciona el Caputo 2.0. Torres visitó a Daniel González —coordinador del área energética designado por el ministro— en la semana del 10 de noviembre y se pusieron de acuerdo en la medida. El gobernador, ansioso, le pidió hacer el anuncio cuanto antes y llamaron a Caputo en ese momento. Dio el visto bueno sin vueltas. Es una situación casi impensada en el contexto anterior a las elecciones de septiembre y octubre pasados, publicó el diario La Nación. El Gobierno hizo otros cambios que van mucho más allá de la velocidad y las formas. Esta semana, el Banco Central, que conduce Santiago Bausili, bajó las tasas de interés. No es un recorte común. Los especialistas en números todavía están haciendo las cuentas para saber si esa decisión hará que la rentabilidad de las inversiones en pesos supere la suba prevista de precios. De lo contrario, algunas herramientas financieras que brillaron en el pasado reciente ya no serían tan interesantes. Toda una revelación: por primera vez, el equipo económico libertario toma la opción por la recuperación de la actividad, pese a los problemas que eso le pueda traer en la pelea contra la inflación. Al igual que en la primera parte de la gestión libertaria, el modo parte de la raíz: el propio Milei. Uno de los mejores ejemplos prácticos es lo que hizo con Jorge Macri. Hace 182 días, el Presidente le negó el saludo en la Catedral porteña. Esta semana, lo felicitó públicamente por la colocación porteña de deuda a tasas convenientes. Milei sabe que el éxito de Macri es el suyo propio. En un punto, porque el ingreso de divisas de los Estados subnacionales mediante operaciones de crédito mejora las reservas del Banco Central y estilizan la contabilidad pública en un punto que recibe críticas de los especialistas. Habrá grandes novedades en ese terreno debido al apetito de las provincias por recibir dólares. De hecho, la casilla de correo electrónico de la Jefatura de Gabinete (Manuel Adorni), al que llegan los pedidos de autorización, había recibido 61 requerimientos hasta el 3 de noviembre pasado. También porque anticipa el movimiento que Caputo está delineando desde el primer día que llegó a Hacienda y aún no pudo concretar: que el mundo privado les preste dinero a tasas razonables. La Argentina espera volver a los mercados internacionales de deuda en la primera parte del año próximo, cuando, según el plan, la puesta en marcha de algunas reformas —como la laboral y la impositiva— reduzcan más el riesgo país. La Casa Rosada cree que las negociaciones por préstamos relativamente caros para cubrir los vencimientos de enero próximo, por encima de los US$4000 millones, serán una anécdota tras la vuelta del país a los mercados internacionales. En el medio solo queda convivir con los sinsabores cotidianos del poder. Varios gobernadores que ya decidieron acompañar a Milei en el Congreso insisten con conocer cuanto antes aquello que van a votar. Y uno de los cinco mayores empleadores del país se pregunta por qué nadie le consultó acerca de la reforma laboral en la que se está trabajando. Son, al final de cuentas, tensiones frecuentes en la política que el tiempo desactiva por la capacidad de los dirigentes para desplazar enconos pasados por nuevas conveniencias. Más incertidumbre generan, en cambio, procesos de desenlace incierto, como las averiguaciones que puedan surgir alrededor del caso que comenzó con los audios de Diego Spagnuolo, con capacidad de dañar la imagen del Gobierno o, en los términos del Libro Rojo libertario, la denominada “ancla” política.
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