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Gualeguay » Debate Pregon
Fecha: 23/11/2025 01:21
También hemos oído lamentables testimonios padres de familias que fueron perdiendo autoridad tanto gritar a sus hijos para intentar corregirlos de tal manera que la violencia verbal o física hizo desaparecer el poder paternal en esa casa. Hannah Arendt (1906-1975)- filósofa y teórica política alemana de origen judío, conocida por su análisis del totalitarismo y la “banalidad del mal”- afirmaba que hay que distinguir claramente la violencia del poder. Ella decía: “La violencia aparece donde el poder se halla en peligro; pero abandonada a su propio impulso, conduce a la desaparición del poder” y que quien tiene verdadera autoridad no necesita gritar, manipular o someter sino solamente algo así como “hacer presencia” con palabras y gestos. Según la IA ella sostenía que el poder es entendido, así, como acción concertada y buscado por sí mismo para el ejercicio de las libertades, mientras que la violencia utiliza los instrumentos y abarca los procesos de la coerción física o psicológica, cuya meta es la sumisión de los individuos que conforman una comunidad. En este sentido se puede entender lo que dice actualmente también un pensador italiano: “la ira es el sentimiento de quien se siente impotente”. Además, hay quienes piensan que hoy en gran parte el “continente digital” (que habita en internet) tiene una forma de violencia muy sutil pues cada vez que uno interviene está siendo “estudiado” por la red como un cautivo posible, como un consumidor masificado y manipulado por propagandas invisibles pero contundentes. Estamos llamados a reaccionar con poder, pero sin violencia, como nos lo sugería Hannah. Así la frase “bienaventurados los mansos” para el célebre polemista inglés llamado Gilbert Chesterton, no es un llamado a la pasividad, sino a una vida de humildad, mansedumbre y confianza en Dios, que libera al individuo del egoísmo y la expectativa de la gloria terrenal. Esta postura, en lugar de debilidad, es una forma de fortaleza que permite al manso recibir la “tierra” como herencia, en forma de paz, alegría y una perspectiva más profunda de la vida. El que cultivó “la esperanza que no defrauda”, no necesita gritar para hacerse valer y para hacerse oír. En nuestras parroquias estos días celebraremos la Fiesta de Cristo Rey; según las Escrituras podemos decir que Jesús de Nazaret unió su poder a la mansedumbre, su autoridad a la paciencia y la humildad: nadie más debilitado y nadie más poderoso que ÉL. En su última cena no eligió un acontecimiento deslumbrante para que hagamos memoria de su entrega y de su reinado: susurró un gesto tan sencillo como contundente como fue la Fracción del Pan. Nada más pequeño y a la vez más sabio a la vez que seguir reinando hoy en ese vuelo de dos alas que es el de la cruz y el del Pan Consagrado. Ads Ads
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