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  • El grito de los pobres

    » Diario Cordoba

    Fecha: 16/11/2025 10:13

    Hoy celebramos la Jornada Mundial de los pobres, instituida por el papa Francisco, para escuchar la «voz de los sin voz», o en palabras de León XIV, «el grito de los pobres». El Papa subraya con fuerza que «la condición de los pobres representa un grito que, en la historia de la humanidad, interpela constantemente nuestra vida, nuestras sociedades, los sistemas políticos y económicos, y especialmente a la Iglesia. En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes y, por tanto, el mismo sufrimiento de Cristo». A la entrada del convento de las Hermanitas de Sor Ángela de la Cruz, resalta esta frase sobre una pequeña losa de mármol: «Ricos de la tierra, mirad al cielo». Son muchas las «clases» de pobreza: Aquella de los que no tienen medios de sustento material; la pobreza del que está marginado socialmente y no tiene instrumentos para dar voz a su dignidad y a sus capacidades; la pobreza moral y espiritual, la pobreza cultural, la pobreza del que se encuentra en una condición de debilidad o fragilidad personal o social, la pobreza del que no tiene derechos, ni espacio, ni libertad. Vivimos en una sociedad que a menudo privilegia algunos criterios de orientación de la existencia y de la política, marcados por numerosas desigualdades y, por tanto, a las «viejas pobrezas» de las que hemos tomado conciencia, se agregan otras nuevas, en ocasiones más sutiles y peligrosas. Desde este punto de vista, es encomiable el hecho de que las Naciones Unidas hayan puesto la erradicación de la pobreza como uno de los objetivos del Milenio. Este año, la Jornada Mundial se celebra en el marco del Jubileo de los Pobres, que culmina hoy en Roma. En su Mensaje, el papa León XIV nos recuerda que los pobres están en el corazón de la vida y misión de la Iglesia, porque en ellos Dios nos llama a .vivir el Evangelio con esperanza y solidaridad. El Papa nos lanza este bellísimo mensaje: «Es una regla de la fe y un secreto de la esperanza que todos los bienes de esta tierra, las realidades materiales, los placeres del mundo, el bienestar económico, aunque importantes, no bastan para hacer feliz al corazón. Las riquezas muchas veces engañan y conducen a situaciones dramáticas de pobreza, la más grave de todas es pensar que no necesitamos a Dios y que podemos llevar adelante la propia vida independientemente de Él. Vuelven a la mente las palabras de san Agustín: «Sea Dios toda tu presunción: siéntete indigente de Él, y así serás de Él colmado. Todo lo que poseas sin Él, te causará un mayor vacío. La ciudad de Dios, en consecuencia, nos compromete con las ciudades de los hombres». A continuación, el Papa nos invita a «afrontar y eliminar las causas estructurales de la pobreza». Y va señalando «realidades concretas»: «Cada vez más, los signos de esperanza son hoy las casas-familia, las comunidades para menores, los centros de escucha y acogida, los comedores para los pobres, los albergues, las escuelas populares: cuántos signos, a menudo escondidos, a los que quizá no prestamos atención y, sin embargo, son tan importantes para sacudirnos de la indiferencia y motivar el compromiso en las distintas formas de voluntariado». En esta Jornada, nos viene a la memoria la silueta de san Lorenzo, diácono en Roma, en el pontificado del papa Sixto II, titular de una de nuestras parroquias en la capital cordobesa, quien al ser obligado por las autoridades romanas a entregar los tesoros de la Iglesia, al día siguiente trajo consigo a los pobres. Cuando le preguntaron dónde estaban los tesoros que había prometido, les mostró a los pobres, diciendo: «Estos son los tesoros de la Iglesia». Al narrar este episodio, san Ambrosio pregunta: «¿Qué mejores tesoros tendría Cristo que aquellos en los que Él mismo dijo que estaba?». Cuando el papa Francisco instituyó esta Jornada Mundial de los pobres, quiso hacernos conscientes de una palpable realidad: «Dios ha creado el mundo, pero los humanos lo destruyen. Así el mundo pierde su sentido y camina hacia el caos». Hoy es un buen día para recitar los versos entrañables de Dámaso Alonso: «Dime, dí que me buscas. / Tengo miedo de ser náufrago solitario, / miedo de que me ignores / como al náufrago ignoran los vientos que le baten, / las nebulosas últimas, que, sin ver, le contemplan». *Sacerdote y periodista

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