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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 15/11/2025 06:35
El portaaviones USS Gerald R. Ford, el más grande del mundo, avanza hacia aguas cercanas a Venezuela en el mayor despliegue militar estadounidense en el Caribe en más de tres décadas (dvidshub.net) La inminente llegada del portaaviones USS Gerald R. Ford a aguas cercanas a Venezuela marca un nuevo capítulo en la escalada militar de Estados Unidos en el Caribe, en el marco de la operación denominada ‘Lanza del Sur’, una iniciativa que combina tecnología robótica, despliegue naval y presión diplomática sin precedentes en la región en décadas. El anuncio formal de la Operación ‘Lanza del Sur’ por parte del secretario de Defensa, Pete Hegseth, este jueves, representa la culminación de una serie de movimientos estratégicos que se remontan al 28 de enero, cuando la Cuarta Flota de la Armada de Estados Unidos anticipó la puesta en marcha de esta misión en el área de responsabilidad del Comando Sur. Esta jurisdicción abarca más de treinta países de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe, y el objetivo declarado es fortalecer la vigilancia y la presencia en zonas marítimas consideradas de “importancia estratégica y económica”, así como mejorar la cooperación regional y la toma de decisiones. Una operación sin precedentes en el Caribe La operación ha cobrado fuerza en los últimos meses, en paralelo con la intensificación de la política estadounidense contra el narcotráfico y el señalamiento directo al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, al que Washington vincula con el denominado Cartel de los Soles. Caracas rechaza categóricamente estas acusaciones. En octubre, Hegseth anunció la creación de una fuerza de tarea conjunta antinarcóticos, bajo el paraguas del Pentágono, destinada a desarticular cárteles en el mar Caribe, también bajo la órbita del Comando Sur. La operación ‘Lanza del Sur’ combina buques de guerra, tecnología robótica y aeronaves no tripuladas para reforzar el control marítimo y aumentar la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro (dvidshub.net) El almirante Alvin Holsey, comandante del Comando Sur, explicó en ese momento que la formación de una Fuerza de Tarea Conjunta en torno al cuartel general de la II Fuerza Expedicionaria de Marines permitiría “mejorar la capacidad para detectar, desarticular y desmantelar las redes de narcotráfico ilícito con mayor rapidez y profundidad, junto con los homólogos estadounidenses y de naciones aliadas”. Esta declaración, recogida tras el despliegue naval iniciado el 19 de agosto, coincidió con una serie de ataques contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico, que se han extendido incluso al Pacífico, cerca de las costas sudamericanas. Hasta la fecha, se han registrado al menos veinte ataques de este tipo, el más reciente el lunes 10 de noviembre, según confirmó un funcionario del Pentágono a la agencia Reuters el jueves. El saldo es de al menos setenta y nueve personas muertas, y en uno de los incidentes, dos heridos fueron repatriados a sus países de origen. Además, autoridades mexicanas intentaron un rescate en el mar tras uno de estos episodios. El despliegue militar estadounidense en el Comando Sur incluye buques de guerra, cazas F-35, aeronaves de reconocimiento y otros recursos, lo que ha incrementado la presión sobre Nicolás Maduro, a quien Washington califica de “líder ilegítimo”. La Operación ‘Lanza del Sur’ contempla el uso de buques de superficie robóticos de larga duración, lanchas interceptoras robóticas y aeronaves no tripuladas de despegue y aterrizaje vertical, que operarán junto a los guardacostas estadounidenses para suministrar inteligencia a los centros de operaciones de la Cuarta Flota y la Fuerza de Tarea Conjunta Interinstitucional Sur. Analistas advierten que la presencia del portaaviones envía un mensaje político contundente a la región, en medio de tensiones crecientes entre Estados Unidos y Venezuela (dvidshub.net) El comandante Foster Edwards, director de la Flota Híbrida de la Cuarta Flota, describió la iniciativa como un avance significativo en la evolución de la Campaña de Flota Híbrida, orientada a “apoyar la detección y el monitoreo del tráfico ilícito, a la vez que se extraen lecciones para otros escenarios”. En un comunicado, la fuerza castrense detalló que “la Cuarta Flota pondrá en funcionamiento estos sistemas no tripulados mediante su integración con los buques de la Guardia Costera de EEUU en alta mar y los centros de operaciones de la Cuarta Flota y la Fuerza de Tarea Conjunta Interinstitucional Sur. Los resultados de la Operación Lanza del Sur ayudarán a determinar las combinaciones de vehículos no tripulados y fuerzas tripuladas necesarias para proporcionar una vigilancia coordinada del dominio marítimo y llevar a cabo operaciones antinarcóticos”. El contraalmirante Carlos Sardiello, comandante del Comando Sur de las Fuerzas Navales de EEUU y de la Cuarta Flota, subrayó: “La Operación Lanza del Sur es el siguiente paso en nuestra Campaña de Flota Híbrida (...) Las operaciones de la Flota Híbrida incrementan nuestra colaboración con socios en la región, al tiempo que perfeccionan las tácticas, técnicas, procedimientos y procesos de la Armada”. Tensiones crecientes en la región La reacción de los países de la región ha sido dispar. Venezuela y Colombia rechazan de manera tajante las acciones estadounidenses, mientras que Panamá, pese a realizar ejercicios militares conjuntos con Estados Unidos, ha asegurado que no respaldará “ningún acto hostil” contra Caracas. El gobierno de Trinidad y Tobago ha defendido el despliegue naval, aunque familiares de pescadores de ese país denuncian muertes en ataques estadounidenses en aguas regionales. En Puerto Rico, Estado libre asociado a EEUU, la administración Trump ordenó el despliegue de diez aviones de combate F-35 para operaciones contra cárteles de droga, según informaron dos fuentes oficiales a Reuters en septiembre. El USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque, que ingresaron al área de control del Comando Sur el 11 de noviembre, se aproximan a aguas venezolanas, según un reporte de la agencia AP. Este despliegue, que incluye más de cuatro mil marineros y decenas de aeronaves, se suma a otros buques de guerra, un submarino de propulsión nuclear y cazas ya presentes en la zona, constituyendo la mayor presencia militar estadounidense en el Caribe desde la primera Guerra del Golfo (1990-1991). Washington sostiene que el operativo apunta a desarticular redes de narcotráfico; Caracas lo denuncia como una maniobra de intimidación militar (dvidshub.net) Expertos consultados por medios estadounidenses discrepan sobre la posibilidad de que aviones de guerra estadounidenses despeguen del USS Gerald R. Ford para atacar objetivos en Venezuela y aumentar la presión sobre Maduro. No obstante, la sola presencia de este buque de cien mil toneladas envía un mensaje inequívoco. Elizabeth Dickinson, analista principal del International Crisis Group para la región andina, afirmó que “esto representa la esencia de lo que significa tener nuevamente presencia militar estadounidense en Latinoamérica (...) Y ha generado mucha inquietud en Venezuela, pero también en toda la región. Creo que todos observan esto con gran expectativa para ver hasta qué punto Estados Unidos está dispuesto a usar la fuerza militar”. El despliegue se produce en un contexto de tensiones diplomáticas y militares crecientes. El 8 de agosto, el presidente Donald Trump autorizó el uso de la fuerza militar contra cárteles latinoamericanos, designados por su administración como organizaciones terroristas. El 2 de septiembre, Estados Unidos anunció el primer ataque contra una embarcación, asegurando que a bordo viajaban once personas del Tren de Aragua que partieron de Venezuela con destino a Estados Unidos. Desde entonces y hasta el 4 de noviembre, Washington afirma haber hundido decenas de embarcaciones y abatido a más de setenta narcoterroristas en el Caribe y el Pacífico. El 15 de septiembre, las relaciones entre Bogotá y Washington se deterioraron cuando Estados Unidos retiró a Colombia de la lista de naciones que cooperan en la lucha contra el tráfico de drogas. Ese mismo mes, se revocó el visado al presidente colombiano Gustavo Petro tras su participación en una convocatoria propalestina en Nueva York, durante la Asamblea General de la ONU. El 10 de noviembre, el Departamento de Defensa estadounidense envió fuerzas terrestres a realizar entrenamientos en la selva de Panamá, por primera vez en décadas, según la cadena ABC. Un día después, el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, informó sobre la movilización de doscientos mil militares en todo el país como parte de ejercicios de preparación ante las “amenazas” de Estados Unidos. El secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth, junto al presidente Donald Trump (REUTERS/Jonathan Ernst) En un mensaje en la red social X este jueves, el jefe del Pentágono Pete Hegseth afirmó: “(La operación Lanza del Sur) defiende nuestra patria, elimina a los narcoterroristas de nuestro hemisferio y protege a nuestra patria de las drogas que matan a nuestra gente”. Añadió: “El Hemisferio Occidental es el vecindario de Estados Unidos - y lo protegeremos”. El secretario de Estado, Marco Rubio, declaró al finalizar una cumbre ministerial del G7 en Canadá que Venezuela es “un régimen ilegítimo, básicamente una organización de narcotráfico que se ha adueñado del poder”. Añadió: “Pero miren, esto es una operación antidrogas. Y si dejan de enviar barcos con drogas, no habrá ningún problema”. El propio Trump, en una entrevista televisiva reciente, aseguró que no tenía intención de ir a la guerra contra Caracas. El despliegue militar estadounidense ha ido acompañado de la confiscación de más de setecientos millones de dólares en activos a Maduro, a quien la administración Trump declaró en julio como líder de un grupo terrorista. Además, Washington ofrece una recompensa de cincuenta millones de dólares por información que conduzca a su captura. En la frontera colombo-venezolana aparecieron pancartas con la recompensa por información que permita la captura de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello (@CARLOSFMEJIA/X) Un pulso geopolítico con implicancias globales El director ejecutivo de American Global Strategies, Alexander B. Gray, recordó que el lema de Trump es “America First” y que, en materia de narcotráfico, el objetivo es frenar la llegada de drogas desde el sur. Explicó en un panel del Consejo Atlántico en Washington que “a la vista de sus vínculos con China, con Rusia, Venezuela forma parte de la gran competición entre potencias a nivel mundial”. Añadió: “Desde la perspectiva de liderazgo nacional, van a mantener esto [el despliegue] el máximo de tiempo humanamente posible hasta que logren el objetivo que buscan, que es interrumpir el narcotráfico hacia Estados Unidos”. El debate sobre el alcance real de la operación persiste. Bryan Clark, ex submarinista de la Armada y analista de defensa del Hudson Institute, sostuvo que el gobierno de Trump no habría desplegado el USS Ford “si no tuviera la intención de usarlo”. Añadió: “Creo que este Gobierno está muy dispuesto a usar la fuerza militar para lograr objetivos específicos (...) Creo que querrán llevar a cabo operaciones militares a menos que Maduro renuncie en el próximo mes”. El uso de portaaviones como herramienta de disuasión ha sido una constante en la política exterior estadounidense. Estas naves transportan miles de marineros y decenas de aviones de combate capaces de atacar objetivos en el interior de otros países, lo que amplía considerablemente las alternativas militares de Washington en la región. Algunos expertos, como Douglas Farah, presidente de la consultoría IBI, señalaron a AFP que un eventual ataque en suelo venezolano debería considerar el riesgo de daños colaterales. Farah sugirió que “Puerto Cabello podría ser una posibilidad”, al tratarse del puerto más importante de Venezuela y un punto de tránsito de drogas, aunque advirtió: “Creo que es muy difícil hallar objetivos importantes que puedan alterar significativamente la correlación de poder en Venezuela si decidimos bombardearlos”. La general en retiro Laura J. Richardson, ex jefa del Comando Sur, sostuvo en el Consejo Atlántico que si el objetivo es un cambio de régimen, “el objetivo debería ser una transición pacífica”. (Con información de AFP, AP y EFE)
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